El 2016 ha sido un año lleno de viajes y nuevos descubrimientos, pero tal y como se dice: «Roda el món i torna al born» («Viaja por el mundo y regresa a casa»). Y que mejor manera que acabar el año, simplemente, paseando por Barcelona.
Veo que todo el mundo está haciendo inventario de sus grandes viajes anuales, pero nadie incluye en ese listado a la ciudad de Barcelona. Resulta difícil reconocer lo cool que representa vivir aquí. ¿Te imaginas entrar en la oficina de turismo del amish country Pennsylvania y que el señor del mostrador te diga que tiene una hija estudiando en Barcelona? Con el añadido de que te mencione que recuerda: «Propera parada: Sagrada Familia…» Pues a nosotros nos ha pasado.
Cuando viajas por el mundo no es extraño que cuando te pregunten de dónde vienes y contestes que de Barcelona, se oiga una pequeña exclamación de admiración. La verdad es que Barcelona tiene su qué, y muchos, muchos de los que viven aquí tienen mínima idea de lo que eso representa para otras personas de multitud de diferentes países.
Pues bien, ¿qué mejor manera que acabar el año de paseo por Barcelona? Algo que muchos simplemente sueñan, y nosotros lo podemos hacer solo con abrir la puerta de casa y salir al exterior.
No os voy a proponer dar un largo paseo. Sino, más bien, un paseo para observar y ver algunos detalles que muchos miran, pero que pocos ven cuando vienen de visita a la ciudad. No hay que ser críticos, simplemente observadores.
De passeig de Gràcia a plaça Catalunya
Dejando de lado la Sagrada Familia o el Camp Nou, os propongo acabar el año recorriendo una parte del centro de la ciudad. Sí, un paseo por esos lugares donde el sonido del click de un móvil o de una cámara fotográfica es lo más habitual. Un paseo por esos lugares que es más frecuente cruzarte con un foráneo que con un barcelonés o una barcelonesa (siempre que no trabajes por allí). Un paseo por el corazón de Barcelona, del que huimos los propios barceloneses, a no ser que vayamos de compras.
Empieza por passeig de Gràcia. Párate delante de la Casa Milà y sencillamente obsérvala. ¿Alguna vez lo has hecho con detenimiento?
Sigue caminando dirección mar y llegarás a la Manzana de la Discordia. Otro lugar en donde te recomiendo que te vuelvas a detener y observar. ¿Con qué casa modernista te quedas? Casa Batlló, Casa Amatller o Casa Lleó i Morera. Yo tengo mis preferencias, pero no me voy a decantar.
Por el camino irás dejando atrás otros edificios, que lo más habitual es que te pasen desapercibidos. Les Cases Rocamora, la Casa Malagarida, la Casa Vidua Marfà, la Casa Pascual i Pons… Don’t panic! Léete los carteles que hay en cada una de ellas y las irás ubicando.
Plaça Catalunya
¿Qué te puedo decir de plaça Catalunya? Personalmente creo que ha perdido todo el encanto que alguna vez pudo tener, pero hay que reconocer que sigue siendo el corazón de la ciudad. Si hace unos años solo había entidades financieras, de un tiempo para aquí solo están apareciendo tiendas de moda, pero de esas globalizadas y sin identidad propia. Unas tiendas que parecen salidas del libro de Aldous Huxley, «Un mundo feliz».
Pero regresando a nuestro paseo, lo ideal es que busques por ti mismo aquello que más te llame la atención. Por ejemplo, intentar descubrir cuántas estatuas hay en la plaza. Date una vuelta y cuéntalas. Puede ser un interesante hilo conductor para recorrerla.
Por el portal de l’Àngel
Seguimos con nuestro paseo con dirección al mar. Hoy obviamos la Rambla y nos quedamos con el portal de l’Àngel. El único portal de la antigua muralla de Barcelona que cerraba más tarde que el resto, y por el único lugar por el que se podía acceder a la ciudad a última hora de la tarde.
¿Y dónde está el ángel? Pues no sé si te habrás fijado, pero lo verás en una hornacina que hay en la fachada lateral del edificio del Banco de España. Un estatua que recuerda a ese ángel que, según la leyenda, se le apareció a Sant Vicent Ferrer y le explicó que era el ángel de la guarda de Barcelona. Un ángel al que los barceloneses invocaron en más de una ocasión ante el azote de alguna epidemia, y que parece ser que respondió a sus ruegos.
De la plaça de la Catedral al carrer Paradís
A la altura de la plaça Nova llegamos a las puertas de Barcino y de los restos de su antigua muralla. Hoy no es día para historias, sino para pasear.
Nos paramos frente a la fachada de la Catedral y miramos hacia arriba. Santa Elena nos observa desde su privilegiada posición. Una fila de turista esperan pacientemente frente a la puerta principal para acceder al interior del templo. ¿Qué es lo que más les llamará la atención? Seguro que la mayoría ni se percatarán de que hay una de las pocas Carasses de Moro que quedan. Tampoco muchos barceloneses lo deben saber.
Por el carrer dels Comtes nos vamos hacia el carrer Paradís. Queremos pasar por la parte exterior del abside de la Catedral para comprobar si todavía sigue allí la ballesta más enigmática que conozco. Y veo que sí, ahí continúa.
Ya en el carrer Paradís, un breve descanso ante las columnas del Templo de Augusto, donde me vuelvo a preguntar quién fue el que eligió el color verde para pintar el espacio. ¿No había otro color que produjese una luz más horrorosa al tomar una fotografía? Quiero pensar que debe haber alguna respuesta científica a esa elección.
Salimos al exterior y una gran piedra de molino, incrustada en la calzada, nos recuerda que estamos en la cúspide del Mont Tàber. Concretamente a 16,9 m sobre el nivel del mar.
Quizá no te lo parezca, pero fíjate cuando empieces a caminar de nuevo y notarás la ligera pendiente de las calles que lo rodean. De hecho algunas de ellas llevan incluido en su nombre el de «Baixada» (bajada): Baixada de la Llibreteria, Baixada de la Canonja, Baixada de Santa Eulàlia, Baixada de Santa Clara, Baixada de Sant Miquel… Algo tendrá que ver.
La plaça de Sant Jaume
Llegamos al centro del poder político de la ciudad de Barcelona, concretamente a la plaça de Sant Jaume (antigua plaça de la Constitució). Según la hora del dia, puede que tu visita a la plaza pueda estar amenizada con el sonido del Carilló. Dos palacios os observarán, a lado y lado. Os recomiendo que os paréis vosotros para observarlos a ellos.
¿Qué te llama la atención? ¿Las caras de los consejeros que hay detrás de la escultura de Sant Jordi en una de las fachadas? ¡Ah! Que no las habías visto. ¿O quizá la estatua de Joan Fiveller en la otra? Joan Fiveller, uno de los primeros barceloneses que eligieron Sarrià como lugar de veraneo, pero allá por el siglo XV.
Y como no podía ser de otro modo, qué mejor manera de recordar que estamos en una plaza dedicada a Sant Jaume con una escultura del santo. ¿Supongo que debes saber perfectamente a cuál me refiero? ¿O no?
Ver el cielo por un agujero
Es evidente que Ciutat Vella es uno de los lugares más enigmáticos de Barcelona. Historias, leyendas y realidad se entremezclan y te envuelven mientras paseas por sus calles. Cientos de rincones te esperan para que los descubras. Calles enrejadas, restos de muralla, antiguos palacios, hornacinas de santos… Un sinfín de pequeños y grandes detalles. Algunos tan curiosos como el gran agujero abierto al cielo que representa la placeta Milans. ¿Supongo que ya lo debes haber visto en más de una ocasión? ¿O todavía no?
La calle Milans lleva el nombre de la familia a la que pertenecían los terrenos en los que se urbanizó hacia 1850. Es una calle en forma de ángulo, en cuya intersección se forma una pequeña plaza poligonal de quince lados. A pesar de la sencillez de los edificios, si elevas la vista hacia arriba verás una verdadera ventana abierta hacia el cielo, que no podrás evitar fotografiar. ¿Sabes que es obra de Francesc Daniel Molina i Casamajó? Sí, el mismo arquitecto que diseño la plaça Reial y que tiene dedicada una plaza en Sant Gervasi. ¿Te suena la plaça Molina?
Y hasta aquí, mi propuesta de paseo de fin de año. Largo para unos, corto para otros e inacabado para todos. Si tu estás entre ellos, te reto a que nos lo completes con tus propias sugerencias. ¿Por dónde continuamos para acabar?
el mundo en cada beso es quizas mi rincon mas magico en barcelona, siempre les digo a mis huespedes, amigos… no se marchen sin visitarlo, es maravilloso
La verdad es que fue una idea genial crear un mural de esas características. Como dices, es un rincón mágico. ¡Gracias por tu comentario!