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LA REVERENCIA O EL ARTE DEL «PLONGEON»

La palabra reverencia procede del vocablo latino reverentia, y según el diccionario de la RAE, en una de sus tres acepciones, significa: “Inclinación del cuerpo en señal de respeto o veneración”. Una acción que la historia se encargó de incorporar a las normas de etiqueta en el arte del saber estar, pero que con los años se ha convertido en un tipo de saludo que solo se utiliza en situaciones muy formales, casi exclusivo entre miembros de las Casas Reales, especialmente en la cultura occidental.

Reverencia
En el mundo del ballet, la reverencia hacia el público al final de la función es parte de la litúrgica

Según la tradición cristiana, también sigue siendo normal realizar una pequeña reverencia frente al altar de los templos, y por parte de los actores de teatro o los músicos de una orquesta, tras la finalización de la obra como agradecimiento a los aplausos de los espectadores; reverencia que consiste en una inclinación del torso tanto para actores como para actrices, a excepción del mundo del ballet, donde todavía es común realizarla mediante una genuflexión.

En el vocabulario utilizado en el mundo del saber estar, se habla de genuflexión cuando la reverencia se realiza en el exterior, mientras que en el interior de un recinto o de una sala se le ha dado históricamente el nombre de plongeon, y que actualmente se aplica a una disciplina deportiva que consiste en saltar al agua haciendo una acrobacia, a la vez que difícil, estética.

El ceremonial es todo un arte

El ceremonial de la reverencia es todo un arte, y aunque en la actualidad ha derivado generalmente hacia una rápida inclinación de la cabeza mientras se encajan las manos, en algunas ocasiones continúa realizándose mediante una profunda inclinación desde la cintura, por parte de los caballeros, o una genuflexión, en cuando a las damas.

A lo largo de la historia europea, la reverencia fue un gesto tradicional en la sociedad del Antiguo Régimen, y en todas las Cortes se ponía en práctica hacia personas de alto rango o de la alta nobleza como señal de respeto.

Más frívolamente, desde la Edad Media y hasta principios del siglo XX fue tradicional realizar una reverencia al inicio de cualquier baile. Llegando incluso, en la etiqueta victoriana, a formar parte del protocolo obligatorio que seguían las parejas antes de iniciar un baile.

En qué consiste la reverencia

Pero analicemos algo más detalladamente en qué consistía la reverencia. Los caballeros debían inclinar la parte superior del cuerpo, apoyando la mano izquierda en la cintura y dibujando un arco en el aire con la mano derecha.

En el caso de las damas, había dos tipos de reverencias: la pequeña reverencia y la gran reverencia. La primera se realizaba colocando el pie derecho detrás del pie izquierdo, a la vez que las rodillas se flexionaban ligeramente y los brazos se mantenían colgando a lo largo del tronco. La gran reverencia iba acompañada de un movimiento de los brazos, que se elevaban para dibujar en el aire un gesto en forma de corazón, para a continuación recogerse la falda del vestido, de manera que se acentuase la flexión de las rodillas, hasta casi ponerse de cuchillas, con el pie derecho detrás del izquierdo. ¡Toda una cuestión de equilibrio!

Actualmente, la reverencia masculina consiste en una leve inclinación de cabeza, mientras que la femenina se realiza mediante una flexión de las rodillas junto a una inclinación de la cabeza, pero sin perder contacto visual con la persona saludada. A pesar de su simplicidad, se debe reconocer que ejecutarla con facilidad y de manera elegante es todo un reto, ya que hacerlo incorrectamente puede provocar caer en el ridículo.

En las culturas asiáticas

En las culturas asiáticas (China, Japón o Corea), la reverencia es mucho más común que en occidente, y no solo se practica para saludar, sino como una forma de comunicación. Mediante la reverencia se pueden dar las gracias, disculparse o mostrar humildad, remordimiento o deferencia ante una persona. Es habitual verlas hacer en todo tipo de eventos sociales o empresariales, así como en las artes tradicionales o en las ceremonias religiosas.

Existen diferentes tipos de reverencias, dependiendo de la ocasión. Desde una inclinación de 15 grados, de carácter informal, a una de 45 grados, que es muy formal. Cuando más importante es la persona a la que se saluda, mayor grado de inclinación tiene la reverencia. Se debe mantener la espalda recta cuando se realiza, con la diferencia que los hombres suelen mantener las manos junto al costado y las mujeres frente al cuerpo. Se dice que la inclinación debe durar “lo que se cuenta a ocho”, es decir, tres segundos para bajar, uno para hacer una pausa y cuatro para incorporarse. En el caso de que la persona a la que hemos saludado mantenga la reverencia durante más tiempo del esperado (alrededor de dos o tres segundos) es de buena educación inclinarse de nuevo. Una reverencia puede conducir a un intercambio de progresivas inclinaciones cada vez más ligeras.

En otras culturas asiáticas (Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam, Myanmar y Malasia) la reverencia la realizan inclinándose levemente con las palmas de las manos juntas, a la altura del pecho o debajo de la nariz, y con la mirada dirigida hacia el suelo.

En los casos extremadamente formales, en los que se pueda llegar a realizar una reverencia de rodillas, la inclinación puede llegar incluso a que la frente toque el suelo.

Las reverencias en Japón, algo más que un simple saludo.

La reverencia en Occidente

Pero volviendo a occidente, y más concretamente a las Casas Reales, aunque el arte del plongeon parezca retrógrado y pasado de época, debemos asimilar que las monarquías se alimentan de sus propios misterios y magias, por lo que el día que estos elementos desaparezcan, ya no tendrán sentido de existir.

Dada la actual presencia de consortes procedentes de clases plebeyas, en las que el arte de hacer una correcta reverencia no ha formado parte de su formación inicial, ha ocasionado que presenciemos alguna que otra genuflexión algo exagerada…

Mary de Dinamarca, reina de las reverencias.

…Es evidente que ni se tiene que hincar la rodilla en el suelo, ni mucho menos arrodillarse. ¡Por lo que la práctica será su mejor aliada!

Para saber más:
Cómo saludar y presentar elegantemente

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