Coincidiendo con nuestro paseo por la catedral de Barcelona, estos últimos días se ha hablado mucho sobre el Toisón de Oro en los medios de comunicación, a raíz de su concesión al presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy. Por ello, no vale la pena volver a explicar qué es, qué representa y quién lo concede. Si queremos profundizar más, solo tenemos que remitirnos a los medios mencionados.
Lo que sí que vamos a hacer, como ya dije, es viajar en el tiempo y situarnos en el momento de su creación, hablar de su vinculación con la monarquía española y de la celebración de su XIXº Capítulo (o reunión plenaria, como diríamos en vocabulario actual), que tuvo lugar en la ciudad de Barcelona y que, hasta el momento, ha sido la única ciudad de la Península Ibérica en acoger tan importante y protocolaria reunión.
La llegada del Renacimiento hizo que en Europa apareciese el movimiento del neoclasicismo, que adoptó a los clásicos como referente cultural. Dentro de esta nueva manera de pensar, y con el objetivo de defender los ideales de la caballería, tenemos que englobar la aparición de esta nueva Orden de caballería y su simbología.
Existen dos versiones que explican la adopción del toisón (del francés, vellón) como símbolo de la orden. Una se basa en el mito de Jasón y sus viajes en búsqueda del vellocino de oro, y la otra en el relato bíblico de Gedeón y el cordero que ofreció a Dios como sacrificio.
La Insigne Orden del Toisón de Oro se creó en la ciudad de Brujas, el día 10 de enero de 1430, con motivo de los esponsales de Felipe el Bueno, duque de Borgoña, con Isabel de Portugal. Tiempo atrás, su abuelo ya había proyectado crear una orden de caballería de gran prestigio con la finalidad de unir esfuerzos para recuperar Jerusalén por la Cristiandad, pero no fue hasta ese momento, y con las ideas de Philippe de Mézières, cuando el duque decidió llevar a la práctica el proyecto.
En aquella época, en la corte flamenco-borgoñona, el ceremonial y la etiqueta palatina habían alcanzado una perfección tan insuperable con el Protocolo Borgoñón que también envolvieron a esta nueva Orden y, en poco tiempo, se dotó de tal prestigio y fama que se convirtió en la más ilustre y gloriosa de las órdenes de caballería de occidente. Encuadrada entre las órdenes de collar y de fe, además de seguir ideales caballerescos y cristianos, incluyó intereses de carácter político, económico y cultural. Sus miembros llevaban sangre real o pertenecían a la alta nobleza y, en el caso de pertenecer al clero, solo podían ser miembros los que como mínimo había alcanzado el grado de obispo.
Dentro de los estatutos de la Orden se establecieron tres razones que podían provocar la expulsión de uno de los miembros: la herejía, la cobardía o la traición. Evidentemente, dado el honor que representaba formar parte de ella, la expulsión se consideraba toda una vergüenza tanto para el miembro que era expulsado, como para la propia Orden que había aceptado a alguien que había demostrado no tener la suficiente categoría personal y moral.
A lo largo de su historia nunca ha tenido arraigo territorial; siempre ha sido una orden dinástica, vinculada a los sucesores del fundador. Por ese motivo, cuando la mayor parte el Ducado de Borgoña se incorporó a la corona francesa en 1477, los Países Bajos se mantuvieron independientes y conservaron en su poder todas las distinciones y honores de dicho Ducado que, por razones de matrimonio pasarían a la corona imperial del Sacro Imperio Romano Germánico. De ese modo el emperador Maximiliano de Austria se convirtió en el jefe superemo de la Orden, título que posteriormente pasaría a su hijo el archiduque Felipe, vinculado a la corona castellano-aragonesa por su matrimonio con la infanta Juana I de Castilla, y finalmente heredaría el hijo de éste, Carlos, que se encargaría de presentarla a sus vasallos españoles mediante la celebración del mencionado capítulo en la catedral de Barcelona.
El emperador Carlos V siempre le tuvo un afecto especial a la Orden dado su origen flamenco, ya que Flandes fue su lugar de nacimiento y donde pasó su infancia y juventud. En la ciudad belga de Malinas, sobre la puerta de la entrada del palacio de Margarita de Austria, podemos ver un escudo en piedra con el collar del Toisón de Oro.
Fue durante el reinado de Felipe II, cuando el canciller, el grefier y el rey de armas de la Orden trasladaron su sede oficial a la corte de España, quedando Flandes en un segundo lugar, así como los caballeros flamencos que habían constituído el núcleo principal de sus miembros hasta aquel momento. Estos tres cargos, junto al del tesorero, son los que constituyen la estructura directiva de la Orden, cuya organización inicial se inspiró en las estructuras gremiales de la época en que fue creada.
Con la muerte del último repesentante de la Casa de Austria en la corona española, pasó a la Casa de Borbón cuando ésta llegó al trono español en 1700 y, desde ese momento hasta la actualidad sus sucesivos titulares han sido también jefes y soberanos cancilleres de la Orden, manteniéndose fieles a los principios, las ideas y observando los estatutos fundacionales, pero adaptándose a los usos y a las costumbres, a medida que éstos han ido evolucionando.
La Orden tuvo como primer patrón a Jasón, pero como era un héroe pagano, decidieron elegir a San Andrés, santo protector del Ducado de Borgoña, cuya festividad se celebra el 30 de noviembre.
Y tras este paseo por su evolución histórica, comentaremos algunos detalles del XIXº Capítulo que se celebró en el 5 de marzo de 1519 en Barcelona y, por deseo expreso del emperador Carlos V, eligiendo la catedral como sede. De acuerdo con el estricto ceremonial de la Orden, que establecía que los escudos nobiliarios de los participantes en un Capítulo tenían que decorar los respaldos de la sillería, se encargó al pintor alsaciano Juan de Borgoña que pintase los sesenta y cuatro escudos heráldicos, que todavía hoy se conservan en el coro.
Por orden del Consell de Cent, las calles de Barcelona se limpiaron y engalanaron para recibir a los ilustres invitados. El emperador entró en la ciudad por la Creu Coberta y accedió al interior de la zona amurallada por la Portaferrisa.
A su llegada lo recibieron los representantes de los tres estamentos que formaban la Generalitat de Catalunya, presidida por Bernat de Corbera, y los miembros del Consell de Cent. En la catedral lo saludaron los miembros de la cúpula eclesiástica, presidida por el obispo Martín García Puyazuelo.
El emperador Carlos, como soberano canciller de la Orden, ocupó la parte central de coro, teniendo a su izquierda el armorial de su abuelo el emperador Maximiliano I. La ubicación del resto de participantes se llevó a cabo siguiendo un estricto protocolo, de acuerdo al orden de ingreso en la Orden. Ese es el motivo que explica que los representantes de la nobleza castellano-aragonesa ocupasen los últimos lugares, ya que su incorporación coincidió con la llegada de Felipe el Hermoso a Castilla, muchos años después de la creación de la Orden en Flandes.
Entre los nobles castello-aragoneses que participaron en la reunión estaban el duque de Alba, el duque de Escalona, el duque del Infantado, el duque de Frías, el duque de Béjar, el duque de Nájera, el duque de Cardona, el almirante de Castilla y el marqués de Astorga.
Y hasta aquí la breve historia de cómo la Orden del Toisón de Oro quedó ligada a la historia de la ciudad de Barcelona.
Interesantísimo artículo sobre el Toison de Oro y la sillería del Coro de la Catedral.
Visité en el mes de febrero la catedral y la riqueza de la sillería es grandiosa. Estoy muy interesado en conocer las inscripciones en latín sobre cada uno de los sítiales y los escudos de Armas. Alguien me indicaría por favor, la forma de acceder a esa información o alguna publicación donde encontrarla ?
Muchas gracias
Hola Francisco Javier,
Muchas gracias por tu comentario. Intento buscar información a ver si te puedo ayudar. Te digo algo.
Un saludo,