“El cementerio de Sarrià es uno de los rincones más escondidos de Barcelona. Si uno lo busca en los planos, no aparece. Si uno pregunta cómo llegar a él a vecinos o taxistas, lo más seguro es que no lo sepan, aunque todos hayan oído hablar de él. Y si uno, por ventura, se atreve a buscarlo por su cuenta, lo más probable es que se pierda. Los pocos que están en posesión del secreto de su ubicación sospechan que, en realidad, este viejo cementerio no es más que una isla del pasado que aparece y desaparece a su capricho”. Marina. Carlos Ruiz Zafón. Editorial Edebé. Barcelona 2003. Página 35.
Del corazón nos vamos hacia la arteria principal del barrio de Sarrià: la calle Major de Sarrià, eje principal del núcleo antiguo del pueblo, que recorreremos desde la plaça de Sarrià hasta casi llegar a la Plaça Artós, y que está limitado por las antiguas rieras de Gardenyes y Blanca, que actualmente se corresponden, respectivamente, con la Vía Augusta y la avinguda de J.V. Foix.
A pesar de la fama que tiene Sarrià como zona aristocrática y de veraneo, este antiguo municipio del Pla de Barcelona fue un lugar donde se establecieron diferentes clases de artesanos, especialmente relacionados con el mundo de la construcción. Una de las primeras calles que parte perpendicularmente de la calle Major, justamente la calle dels Paletes (albañiles) recuerda a los constructores de edificios que vivieron en este lugar.
Pero antes de llegar a esa calle nos topamos con la plaça del Consell de la Vila, donde se concentra el “poder político” del barrio, representado por la Casa de la Vila. La antigua Casa de la Vila de Sarrià se construyó en 1895, y actualmente es la sede del Distrito de Sarrià-Sant Gervasi. En 1267, Jaume I le otorgó al territorio de Sarrià el derecho a tenir alcalde, aunque no se constituyó un gobierno municipal como tal hasta finales del siglo XV. En el interior del edificio se conserva la vara del alcalde, símbolo de ese otorgamiento del poder real, y que desde el siglo XIV se encargó de entregar la abadesa del Monasterio de Pedralbes, responsable del nombramiento de los nuevos alcaldes. La vara es de madera noble y lleva una anilla en la parte superior de la que cuelga una boya roja, y en el puño lleva grabado el escudo de Pedralbes. La estatua que hay junto a la puerta de acceso al edificio es de Josep Clará, y representa a la diosa romana Pomona, divinidad relacionada con la abundancia.
Buscando entre la bibliografía consultada, he encontrado la transcripción de un texto que se publicó en 1896, en el semanario El Sarrianés, titulado “Bendición e inauguración de la nueva Casa Consistorial”, con motivo de la inauguración del actual edificio y que explica parte del protocolo que se siguió, y que he creído interesante transcribir a continuación, dada la similitud con los programas de actos actuales, y la importante presencia de artesanos obreros entre los invitados:
“Aunque la inauguración de la nueva Casa Consistorial se efectuó el sábado último, día 2 de Mayo, en forma eminentemente sencilla y modesta a causa de la guerra de Cuba, que tantos seres y millones arranca a la patria, no obstante revistió todos los caracteres de una solemnidad popular.
Asistieron al memorable acto, además de individuos que componen el actual Ayuntamiento, los Sres. Dn. Miguel Magret, juez municipal. Vicente Piera, fiscal municipal. Dn. Ramon Sabaté, secretario del Juzgado. Dn. José Garrigués, Presidente de la Asociación de Amigos de los Pobres; Dn. Francisco Mariné, arquitecto municipal; el ingeniero de Vialidad y Conducciones del Municipio Dn. Manuel Bofill i Martorell; Dn. Francisco Mumbrú, ingeniero industrial municipal; el distinguido artista Dn. Francisco Soler i Rovirosa; los señores Alcaldes de barrio; los exconcejales Dn. José Arnau Piera, Dn. Vicente Esteve Vall i Dn. Agustín Aura Nanot; el profesor Dn. Salvador Mundi; el médico titular Dn. Antonio Turell; los contratistas Dn. Juan Vidal, Dn. Casimiro Torrents y Dn. Francisco Rambla; el carpintero Dn. Ramon Estrada, el Constructor de lámparas Sr. Ponsa; los marmolistas Srs. Ventura Hermanos; el pintor Sr. Solanas, el electricista Sr. Roselló; el comandante de este puesto de la Guardia Civil Dn. José Ferrer, y nuestro Director Sr. Viada i Lluch. Además asistieron algunos representantes de la prensa de la capital, quienes desde las columnas de sus respectivos periódicos han hecho justicia a la incansabilidad del Sr. Millares, y a la pericia de los obreros sarrianeses. También asistió el magistrado de la Audiencia Territorial Sr. Dn. Justo del Val.
A las tres y media de la tarde el Rdo. Dr. Don Arsenio Sacasas, cura-párroco de San Vicente, procedió a la bendición con el ceremonial de rúbrica, acompañándole en la piadosa tarea el Rdo. D. José Arnau, Vicario y el Superior de los Padres Salesianos, quienes recorrieron todas las dependencias de la planta baja y del primero y segundo piso, seguidos de las autoridades e invitados al acto. Terminada la bendición, y reunidos en el Salón del Consistorio, el Rdo. Dr. Sacasas pronunció sentidas frases en catalán enalteciendo las cualidades que como Alcalde y patricio reúne el Sr. Miralles, a pesar de que malas lenguas digan lo contrario, y haciendo fervientes votos para que todos los acuerdos que en el nuevo salón de sesiones se tomen sean altamente beneficios para la población.
El Sr. Miralles, después de declarar que como católico, apostólico, romano se había creído en el deber de inaugurar el edificio con las bendiciones de la Iglesia, dio las gracias con sentidas y elocuentes frases, y ofreció seguir procurando en la medida de sus fuerzas el bienestar y la prosperidad de Sarrià, correspondiendo así a la confianza que el vecindario tienen en el depositada”.
En el tramo que une esta plaza con la calle Major se encuentra una de las tiendas emblemáticas de Barcelona, con la correspondiente placa de reconocimiento frente a la puerta de entrada. Es la lampistería de Vicente Irurzun Ricard dedicada a la venta de material eléctrico desde 1931. Enfrente, justo en la esquina está el restaurant El Vell Sarrià, que ocupa la casa donde se encuentra uno de los esgrafiados más populares de Sarrià, el del Alabardero, que le da nombre al edificio. El restaurante tiene la fama de servir los platos de arroz mejores de toda Barcelona.
Seguimos por la calle Major en sentido descendiente, camino de la plaça Artós, trayecto en el que nos vamos a ir cruzando con diferentes establecimientos y edificios muy conocidos en Sarrià.
El primero es el restaurant Antiga Casa Rafael, que ocupa el lugar donde estaba la antigua bodega Jornet, que se fundó en 1873, tal y como nos indica el San Rafael que hay junto a la puerta de entrada. Justo al lado está la entrada al pasaje Mallofré y enfrente, haciendo esquina con la calle de l’Hort de la Vila, la Casa Can Cisó en la que vivió el pintor y escultor Pere Queraltó (como nos recuerda la placa que hay en la fachada principal) y donde destaca un gran reloj de sol en la parte superior de la fachada lateral.
A continuación llegamos al carrer Canet. En la esquina vemos la imponente casa de la Familia Sangrá, totalmente cubierta de buganvilla, que florece espectacularmente durante la primavera y el verano, y a la que se accede a través de una magnífica reja de hierro forjado. Sobre la puerta de entrada todavía se conserva un escudo de armas, que seguramente corresponde a la familia propietaria original.
La calle Canet, que recibe el nombre de la antigua finca agrícola que había en ese lugar, es inconfundible por las doce casas iguales, de planta y piso, en las que vivían los trabajadores de la masía y que, extrañamente, fueron salvadas de la especulación inmobiliaria, rehabilitadas y destinadas a albergar diferentes talleres artesanales.
Antes de llegar a la esquina de la calle Major con la de Pedró de la Creu, pasamos frente al restaurante Casa Joana, una típica fonda de pueblo, antiguamente conocida como Cal Campí, en donde siguen sirviendo comida casera a un precio razonable, y todavía cubren las mesas con manteles de cuadros. Ya en la esquina, está la pastelería Foix del carrer Major, tal y como se conoce en el barrio. En la acera, frente a la puerta principal, podemos ver una placa que la reconoce como un establecimiento centenario, pero que es diferente a las que estamos acostumbrados a ver en otras partes de Barcelona. Éstas las otorgó el Ayuntamiento del Distrito en 2010, y vamos a ir encontrando algunas otras a lo largo de nuestro recorrido.
Llegados a la altura del Bar Tomás, dejamos Major de Sarrià para callejear por otros conocidos rincones del barrio que vale la pena ir descubriendo. A través de la calle Jaume Piquet y la calle Cornet i Mas nos dirigimos hacia la plaça de Sant Vicenç de Sarria. En el número 30 de la calle Jaume Piquet hay uno de los edificios modernistas más pequeños de Barcelona, y puede ser interesante pararse enfrente a observarlo detenidamente, en especial por las decoraciones florales de la fachada.
La plaça de Sant Vicenç, conocida hasta 1888 como plaça de la Unió, es una de las plazas más tranquilas y encantadoras del barrio. Conserva diferentes casas unifamiliares de finales del siglo XIX y principios del XX, algunas de ellas restauradas con alegres colores, y en el centro hay una fuente coronada con una estatua del santo que da nombre a la plaza. En una de las esquinas está el restaurante Gouthier, especializado en ostras y ahumados, que te recomiendo degustes en su coqueta terraza. La singularidad de esta plaza la ha convertido en un plató habitual para el rodaje de spots publicitarios, y si nos fijamos bien la veremos por la televisión más de una vez, además de ser un exterior perfecto para inmortalizar en una acuarela, tal y como nos muestra Joshemaria Larrañaga en su blog sobre rincones de Barcelona.
Llegados a este punto del recorrido, tal y como ocurría en la plaça de Sarrià, nuestro paseo se puede dirigir hacia diferentes puntos. Hoy, y para seguir rememorando el libro de Marina, nos dirigiremos hacia la Casa Orlandai, y desde allí cruzaremos la Vía Augusta para iniciar una verdadera aventura de exploradores. Nuestro objetivo: encontrar la entrada al Cementerio de Sarrià, donde os propongo finalizar la ruta por hoy. Ocupa unos escasos 4500 metros cuadrados y, junto al cementerio de Horta, es uno de los más pequeños de la ciudad de Barcelona… pero mucho más escondido y difícil de encontrar.
Aunque el cementerio antiguo estaba situado en los alrededores de la iglesia de Sant Vicenç, lugar que se conocía con el nombre de “la Sagrera de Sarrià”, en 1850, debido a una epidemia de cólera, el Ayuntamiento decidió enterrar a los fallecidos alejados del núcleo urbano, por lo que se optó por empezar a utilizar unos terrenos en los que ya se habían efectuados unos primeros entierros en 1835 y contaba con alguna que otra edificación funeraria. Y así es como se institucionalizó dicho espacio como el nuevo cementerio de la población.
Una vez hayas cruzado la Vía Augusta, sigue por la calle de l’Hort de la Vila a la altura de la entrada de los FGC de Sarrià. Cuando llegues a la calle Anglí, gira a tu derecha y sigue en sentido descendiente. Gira hacia la calle de Pau Alcover y sigue hacia adelante. Una vez llegues a la calle Doctor Roux, gira a la izquierda, y ahí es donde debes demostrar tu pericia para adivinar por dónde debes seguir para llegar a la puerta de acceso al cementerio, ya que se encuentra en medio de modernos edificios, rodeados de zonas ajardinadas de acceso privado, que seguro te despistarán. El único cartel indicativo lo encontrarás en la misma puerta de entrada.
No decaigas en el intento, porque al final verás que vale la pena, si no eres de los que prefieren dejar la visita a esos lugares para cuando ya no quede más remedio…
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