El edificio que ocupa la cervecería Moritz en la Ronda de Sant Antoni de Barcelona es todo él una alegoría a esa bebida alcohólica no destilada que se fabrica con granos de cereales, cuyo almidón es fermentado en agua con levadura y aromatizado principalmente con lúpulo. Entre espigas de cebada y flores de lúpulo, que decoran la fachada, en el friso del edificio destaca un gigantesco Gambrinus, icono mítico del mundo de la cerveza y de su fabricación.
Esta empresa barcelonesa que creó en 1856 el joven Louis Moritz Trautmann -quien trajo consigo l’art du brassage (destilación de la malta) desde su Alsacia natal-, está de aniversario. Y para celebrar sus 160 años de historia, ha vuelto a apostar por dar un nuevo paso adelante y ha creado el Moritz Beer Lab, un lugar en donde quieren jugar y experimentar con la cerveza, primando la creatividad y la innovación, con el objetivo de seguir acercando al público la cultura cervecera que tanto interés ha suscitado de un tiempo para acá.
Es evidente que el espíritu emprendedor del joven Moritz sigue flotando por las dependencias de su antigua fábrica.
Moritz Beer Lab
Moritz Beer Lab es el escenario perfecto para sumergirse en un nuevo universo de sensaciones, ideal para los paladares más exigentes e intrépidos. Con una periodicidad trimestral han previsto desarrollar distintos estilos y tipologías de cervezas, que se presentarán como creaciones de temporada, ideales para maridar con gastronomía típica de cada estación. Entre ellas, la cerveza sin filtrar, la cerveza de maíz, la cerveza de alta fermentación tipo Ale o cervezas aromatizadas con especies naturales.
Tal y como pudimos comprobar en la visita al gastroespacio multifuncional que Moritz tiene en Ronda de Sant Antoni, su microcervecería es el corazón alrededor del que gira toda su actividad. Siguiendo el protocolo tradicional y centenario de la empresa, con ella se produce la cerveza fresca sin pasteurizar que surte los tanques de fermentación, situados en los subterráneos del edificio, donde se conserva y desde los que se envía, mediante aire comprimido, a los dispensadores del espacio gastronómico y de la M-store. Esa manera de hacer permite obtener una cerveza inalterada por el envejecimiento, que conserva intacto su aroma y frescor.
La primera creación del Moritz Beer Lab es una cerveza Ale (la primera de fermentación alta que crea Moritz), que presentan con el original nombre de Red Indian Pale Ale. Una cerveza ideada a partir de la sofisticación de la malta y elaborada con agua de baja mineralización procedente del macizo del Montseny. Tal y como explicó el maestro cervecero de la Fábrica Moritz, en su diseño se han usado tres variedades de lúpulos aromáticos y amargos (Nugget, Hallertauer y Saaz), así como maltas pálidas, caramelizadas y torrefactas, lo que ha permitido obtener una cerveza aromática y afrutada, con un color tostado con toques de rubí, en la que destacan notas de caramelo, regaliz, café y frutos secos, con espuma espesa. Unas características organolépticas y gustativas que pudimos contrastar en la cata que siguió a la visita.
A la pregunta de qué productos se pueden maridar con ella, nos proponen acompañarla con quesos, carnes de caza o, incluso, chocolate amargo. Una cerveza ideal para la temporada otoño-invierno.
Tal y como han venido haciendo hasta ahora, se va a continuar elaborando semanalmente tanto la cerveza Moritz fresca pilsner, como la Moritz Epidor fresca strong lager, y a esta oferta se añadirán las nuevas especialidades que se vayan desarrollando en el Mortiz Beer Lab. Cada nueva especialidad se fabricará durante un periodo de tiempo limitado y en exclusiva para la Fábrica Moritz Barcelona, donde se podrá degustar o comprar para llevarse a casa.
La historia que inició el joven Mortiz en 1856 vivió un parón entre 1978 y 2004, momento en que se recuperó la aventura barcelonesa de su creador y volvió a recuperar el espíritu emprendedor e innovador del mismo. Desde entonces, el retorno de la cerveza Moritz ha implicado para Barcelona tanto la recuperación del complejo arquitectónico donde la empresa había tenido su fábrica, como la creación de un espacio multifuncional donde poder ir a disfrutar de una cerveza fresca y sin pasteurizar, que nada tiene que envidiar a las cerveceras de otros lugares de Europa. Con el valor añadido de poder hacerlo rodeados de un espacio que combina elementos arquitectónicos tan emblemáticos como los tanques de hormigón de los años 20 y una bodega modernista abovedada –que en la guerra se usó de refugio antiaéreo-, con calderas y cisternas de acero inoxidable propios del siglo XXI.
Moritz Beer Lab
Fàbrica Moritz Barcelona
Ronda de Sant Antoni, 39-41