Tal y como dijo Pierre-Auguste Renoir: “la única forma de entender la pintura es ir y verla”. Y eso es lo que hay que hacer en la nueva exposición que han organizado en CaixaForum Barcelona junto al Museo Thyssen-Bornemisza. Una propuesta diferente a la línea general del museo madrileño, que además tiene el incentivo de ser un montaje concebido y diseñado en exclusiva para esta ocasión.
Dejando de lado el recorrido cronológico habitual en las exposiciones del Thyssen, en esta ocasión -tal y como nos explica el comisario, Guillermo Solana- se ha optado por “descolocar la historia del arte”, dándole un ritmo binario comparando obras del mismo género entre sí, pero de diferentes artistas y épocas.
Una original manera de potenciar el diálogo y mostrar las diferentes formas de transmitir un mismo mensaje a través de la pintura. ¿Qué te parece poder contrastar las Anunciaciones de El Greco y de Veronese frente a la reinterpretación de Chagall?
Un total de 63 obras maestras de Fra Angelico, Chagall, Veronese, El Greco, Rubens, Rembrandt, Tiziano, Picasso, Feininger, Pissarro … a cada cual más maravillosa.
Le exposición se estructura en cinco grandes géneros de la tradición artística occidental, que definen cada uno de los cinco espacios en los que está dividida: pintura religiosa, retrato, naturaleza muerta, paisaje y paisaje urbano.
Las cinco áreas temáticas
En el espacio denominado MYSTERIUM SACRUM se inicia el recorrido por la exposición a través de la pintura religiosa. El arte religioso del Renacimiento está considerado como la matriz de todos los demás géneros pictoricos, de ahí que las obras que se enmarcan dentro de este género se hayan elegido para mostrarlas en primer lugar.
Continuamos por el espacio denominado DRAMATIS PERSONAE, donde se aborda el origen moderno del retrato. A través de diferentes obras de destacados artistas se nos presenta lo que vino a llamarse «la imagen del donante» (mecenas del arte religioso), y de cómo los retratos (inicialmente humilde subordinación del hombre a lo sagrado) se fueron perfeccionando, hasta convertirse en pura exaltación del individuo. La muestra presenta obras donde no solo es conocido el pintor sino también el propio retratado, así como diferentes autorretratos de los propios artistas.
El tercer espacio está centrado en lo que se ha venido a llamar VANITAS, una alegoría a la vanidad a partir de obras que se centran en mostrar la destrucción de los placeres terrenales, o lo que ha venido a llamarse “la destrucción del objeto”. De ahí la importante selección de bodegones que hay expuestos. Una exhortación a renunciar a los efímeros placeres terrenales, representándola plásticamente a través de un vaso de cristal roto, un plato a medio comer, la ceniza o el humo del tabaco.
El cuarto espacio, DE RERUM NATURA, trata sobre una de las dos vertientes del paisaje, concretamente la natural. Entre la selección de las obras expuestas podemos descubrir cómo se plasmaba el paisaje cósmico del siglo XVI (donde las figuras disminuyen de tamaño y el paisaje crece a su alrededor), los paisajes prosaicos y realistas de la escuela holandesa del siglo XVII y la intimidad de los paisajes naturales del Romanticismo del siglo XIX. Pasando de paisajes en formato horizontal a los de formato vertical.
Y llegamos al último espacio de la exposición, SCAENA URBIS. Centrado en mostrar las diferentes formas de pintar el paisaje urbano, nos permite comparar las realistas vedute italianas del XVIII (postales de la ciudad, hablando en lenguaje llano) y las imágenes de las metrópolis modernas, plasmadas como verdaderos laberintos y mostrando las características del arte de vanguardia del siglo XX. Es decir, arquitectura dislocada, perspectivas fragmentas y vértigo de ritmos y colores.
En conjunto, una exposición original y cuidadosamente estudiada, que te permite contrastar perfectamente cómo se puede plasmar una misma realidad de diferentes maneras y desde puntos de vista distintos.
La colección Thyssen-Bornemisza
La historia de la colección Thyssen-Bornemisza se remonta al siglo XIX, cuando August Thyssen (creador del imperio familiar) inició su afición por el coleccionismo. Pero fue su hijo Heinrich Thyssen, el primer barón Thyssen-Bornemisza, quien se considera el verdadero iniciador de la colección con la adquisición de numerosas obras en pocos años.
La primera exposición que se organizó con los fondos de la colección fue en 1930, en la Neue Pinakothek de Múnich. Llevó por título Sammlung Schloss Rohoncz e incluía un total de 428 pinturas, 361 de maestros antiguos y 67 de pintores del siglo XIX, como Renoir y Pissarro.
La colección de obras de arte sufrió un serio revés tras la muerte del barón en 1947, cuando sus herederos se repartieron las obras. No obstante, su hijo menor, Hans Heinrich Thyssen asumió la misión de reconstruirla. Inició su etapa como coleccionista en los años 60, apostando por el arte moderno y contemporáneo, aunque sin dejar de lado seguir ampliando la colección de maestros antiguos.
En 1986, siguiendo con la política de organizar grandes exposiciones temporales alrededor del mundo, una selección de obras de la colección se expuso por primera vez en la Biblioteca Nacional de Madrid y en el Palau de la Virreina de Barcelona. Dicen que estas exposiciones fueron uno de los motivos por los que el barón apostó por traer las obras de manera definitiva y permanente al estado español. El resultado fue la inauguración del Museo Thyssen-Bornemisza en el Palacio de Villahermosa, el 8 de octubre de 1992.
Desde la apertura del museo hasta la actualidad, una parte de las obras de arte gótico, del Renacimiento y del Barroco de la colección Thyssen-Bornemisza han tenido una presencia constante en Barcelona. Primero en el Monestir de Pedralbes y, desde el año 2004, en el Museu Nacional d’Art de Catalunya.
Av. de Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8
08038 Barcelona
Del 4 de noviembre de 2016 al 5 de febrero de 2017