«Pels Sants Innocents, ni donis, ni deixis a amics ni parents». Tal y como te recomienda la tradición, el día de los Santos Inocentes no debes dar prestado ni dinero, ni joyas, ni libros, ya que como inocente seguro que no te será devuelto.
Solo coge un trozo de papel y recorta un monigote, al que popularmente bautizarás con el apelativo de llufa.
«La tradición festiva de las inocentadas se mantiene viva entre los inocentes reglamentarios: los niños. Los pequeños, cuya inocencia se supone como el valor al soldado, aplican a las pequeñas bromas del día toda su malicia, su cándida malicia. Y multiplican las inocentes inocentadas en el ámbito familiar.
Entre los mayores, las inocentadas parece que están en decadencia. Puede que la razón esté en la dificultad de distinguir la auténtica inocentada en un cúmulo de noticias asombrosas, increíbles, que lo mismo pueden haber brotado de la fantasía burlona de algún bromista que de la más sesuda cavilación: las ironías de la vida superan muchas veces las imaginaciones humanas.
Y ese punto de sutil malicia que pide la inocentada para mayores la sitúa en la incómoda frontera de la realidad: es difícil competir con las inocentadas que no lo son. Por eso parece que la inocentada tiende a refugiarse en el mundo inocentón de los fichajes deportivos. Ahí, al menos, no duele.»
(«La decadencia de las inocentadas». La Vanguardia, viernes, 29 de diciembre de 1967).
El 28 de diciembre: la llufa y los Santos Inocentes
Después de leer el anterior artículo, sorprende que pasados cuarenta y siete años de su publicación continúe siendo totalmente aplicable a la realidad actual. Entre la solemnidad de las fiestas navideñas hoy, 28 de diciembre, toca recordar la festividad de los Santos Inocentes, y digo recordar porque ya es una festividad casi del pasado, que incluso entre los más pequeños (a diferencia de 1967) ha pasado a formar parte del recuerdo.
¿Matanza de los Inocentes o Saturnales romanas?
Aunque la celebración coge el nombre de la leyenda que recuerda la «Matanza de los Inocentes«, orquestada por el rey Herodes con la intención de acabar con la vida de un presunto nuevo rey recién nacido, su razón de ser tiene mucho que ver con las saturnales romanas y con las fiestas medievales dedicadas a los locos. En ellas, y en medio del desorden festivo, la inversión de los roles sociales y el exceso carnavalesco, el mundo se volvía al revés durante el periodo conocido como de “libertades de diciembre”, que empezaba el día de San Nicolás y acababa, justamente, el día 28 de diciembre.
Se dice que en los antiguos conventos, ese día el monje más joven hacia de abad. De acuerdo con el calendario agrícola, tras finalizar las tareas agrícolas y mientras la tierra permanecía dormida hasta la nueva etapa de siembra, había mucho tiempo libre para divertirse, y una manera de hacerlo era a través de un desorden efímero que se sobreponía al orden establecido de manera permanente.
De inocente a inocentada
La palabra inocente, relacionada como ya he dicho con la leyenda protagonizada por Herodes el Grande, con el tiempo acabó derivando en la de inocentada, que se popularizaría como sinónimo de broma, trampa o embuste.
Aunque en la actualidad se ha perdido la esencia de la fiesta, años atrás las personas más dadas a la broma esperaban con ansia la impunidad que les otorgaba esta fecha del calendario para liar con sus inocentadas a bobalicones demasiado crédulos, a los que se les hacían creer las cosas monumentalmente más absurdas.
La llufa o monigote
Uno de los elementos materiales primordiales de esta fiesta son los monigotes de papel recortado, que se conocen con el nombre de llufa, cuya finalidad es la de engancharlos en la espalda del primer despistado que se te cruce por el camino.
Esa llufa o llufes (si usas más de una), que en un principio eran hojas de col o de lechuga que los jóvenes recogían del suelo de los mercados, toman el nombre de una especie de seres mitológicos, algo así como espíritus de aire o de viento silenciosos e invisibles, que a finales de año rondan a las personas más bobaliconas para reírse de ellas, tal y como explica Joan Soler i Amigó en su libro “Tradicionari del Nadal Català”.
Se dice que antiguamente los miembros de los gremios, especialmente herreros y panaderos, participaban activamente en esta festividad preparando bromas y engaños a los que sucumbían los más ingenuos.
Una día para el ingenio de los periodistas
Pero desde finales del siglo XIX son, sin lugar a dudas, los representantes de los medios de comunicación los que han tomado el relevo, convirtiéndose en los protagonistas de la jornada que aprovechan para publicar informaciones sorprendentes y desorbitadas que hacen que más de uno se las crea y las comente sorprendido.
Periodistas como Peius Gener y Albert Llanas han pasado a la historia por sus elaboradas inocentadas.
Os recomiendo el libro de Lluís Permanyer, «No la saps, aquesta?» donde encontraréis una buena muestra de divertidas anécdotas, protagonizadas por notables personajes de la Cataluña cultural, artística y social de finales del XIX, entre los que se encuentran estos dos reconocidos genios del humor.
Otras fechas, otros países, pero el mismo sentido
Mientras que en los países latinos la fiesta se celebra el día 28 de diciembre, en la mayoría de países europeos y de influencia anglosajona una fiesta similar tiene lugar el día 1 de abril, y se conoce con el nombre de poisson d’avril («pez de abril») o April fools’ day («día de los locos de abril»).
Curiosamente, en la isla de Menorca, dado su pasado británico, el día de las inocentadas todavía se sigue celebrando el día 1 de abril, y se conoce como el dia d’enganar.
Para saber más:
Cultura popular. Sants Innocents
Festes d’Hivern. Dia dels Sants Innocents
Les innocentades de la Barcelona gremial
Festes i costums. 1 d’abril és dia d’enganar
Io saturnalia!