Recuerdos de Irlanda | A pesar de que por razones familiares Cerdanyola del Vallès forma parte de nuestro entorno habitual, fue a través del programa cultural Karakia que descubrimos la existencia de The 1916, un típico pub irlandés situado justo al lado de la Iglesia de San Martí, en el centro de la ciudad vallesana. Unas semanas más tarde de ver el programa, decidimos ir a conocerlo y a tomarnos una pinta de cerveza servida al más puro estilo irlandés.
Estando allí, dejamos volar los recuerdos y, entre «te acuerdas» y «me acuerdo», nos trasladamos al verano de 2008 cuando, con la intención de visitar la casa de la imaginaría Innisfree, en la que Sean Thorton (John Wayne) le robaba un apasionado beso a Mary Kate Danaher (Maureen O’Hara), nos decidimos a comprar un billete de avión e irnos a pasar las vacaciones de verano a la República de Irlanda.
La verdad es que siempre que viajamos intentamos incluir algún punto temático en las rutas que diseñamos… A no ser que el viaje sea todo temático de por si.
Tomando como excusa la celebración de Saint Patrick’s Day, el día grande de Irlanda y de los irlandeses, hoy voy a dedicarme a escribir un breve resumen de algunos de los lugares más interesantes que debes visitar si viajas allí, tomando como base nuestro recorrido del 2008 y la relación de camaradería que existe entre Dublín y Barcelona.
Barcelona y Dublín, ciudades hermanadas
Si tienes previsto ir de viaje a Irlanda y visitar Baile Átha Cliath («la población del vado de cañizo»), tal y como llaman a Dublín en irlandés, coge la agenda de viaje y apunta que no puedes dejar de ir a Cow’s Lane, una pequeña calle que hay en la zona del Temple Bar.
Allí encontrarás una placa conmemorativa dedicada a la ciudad de Barcelona, colocada en el tiesto de madera de un olivo tricentenario, que el abogado y activista irlandés Bill Shipsey regaló a la ciudad de Dublín en 2006, y que desde entonces ha permanecido en esa calle de la capital irlandesa.
Barcelona y Dublín (capital de la República de Irlanda) están hermanadas desde 1998, convenio que ampliaron en 2009 y que ratificaron en 2013, lo que deja constancia del interés institucional por continuar promoviendo los lazos de unión entre ambas ciudades, y reafirma su compromiso de colaboración tanto en el área económica, como en la cultural, la turística y la tecnológica.
El hermanamiento de ciudades es una tradición que nació en Europa tras el final de la Segunda Guerra Mundial, para promover lazos de unión entre las diferentes poblaciones europeas e incentivar proyectos de beneficio mutuo. En la actualidad, el principal objetivo es el de fomentar los enlaces económicos y culturales, además de promover el contacto humano y estrechar vínculos de solidaridad.
En el caso de Dublín y Barcelona, ambas son ciudades con una larga historia tras de sí, con una cultura y una lengua propias y que, además, han apostado por la innovación y la tecnología como medio para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
En el marco de ese hermanamiento, a finales de 2013 la ciudad de Dublín dedicó el olivo de Cow’s Lane a Barcelona con la finalidad de tener un elemento que representase plásticamente la lucha por la libertad y los derechos humanos, por los que tanto han luchado ambas ciudades a lo largo de sus respectivas historias.
Addendum of the twinning agreement between the city of Dublin and the city of Barcelona
Why is Dublin dedicating a 300-year-old tree to the city of Barcelona?
Una placa en Dublín
El Dublin School y «El hombre tranquilo»
Desde que era una niña, la isla de Irlanda siempre me había llamado la atención. De hecho mis primeras clases de inglés las recibí en el Dublín School of English, una academia que abrió a principios de los 70 en la Vía Augusta y donde la cultura irlandesa siempre estuvo muy presente. Pero fue el interés por recorrer los escenarios de rodaje de la película de John Ford, The quiet man, el principal motivo que nos llevó a pasar las vacaciones de verano del 2008 en esa isla.
Fue el primer viaje familiar que organicé a través de internet, comprando billetes de avión, alquilando coche y reservando los alojamientos, trazando la ruta del viaje y eligiendo qué lugares teníamos que visitar.
El resultado fue un magnífico e inolvidable recorrido que siempre nos pinta una sonrisa en el rostro cuando lo recordamos.
Si te animas a probar la experiencia, mi mejor consejo es: coge un avión, alquila un coche en el aeropuerto [¡¡recuerda que en la República de Irlanda se conduce por la izquierda!!] y recorre la isla Esmeralda de este a oeste y de norte a sur durante unos días, dejándote sorprender. Seguro que no te defraudará.
En kilómetros cuadrados, Irlanda es la tercera isla en tamaño de Europa, después de la Gran Bretaña e Islandia, por lo que para visitarla al completo es necesario que te instales una media de cuatro días en cada uno de sus extremos, y desde allí vayas realizando desplazamientos puntuales a los diferentes lugares de interés que tiene el país.
En nuestro caso, nada más aterrizar en el aeropuerto de Dublín nos trasladamos hacia el oeste para empezar el recorrido y dejamos la capital para la última parte del viaje. Por el camino, hicimos una parada en Clonmacnoise a orillas del río Shannon, antes de llegar a la zona de Galway.
La Bahía de Galway
Nuestro primer destino en Irlanda, como ya he dicho, fue la zona de la bahía de Galway, concretamente la población de Oughterard donde reservamos nuestro primer B&B. Por cierto, si te quieres mover con toda libertad por Irlanda y visitar recovecos apartados, imprescindible contar con un vehículo privado.
Desde Galway y sus alrededores puedes ir a visitar el Connemara National Park, recorrer la sky road junto a la costa, desplazarte hasta la residencia de Kylemore Abbey, el pueblo de Cong y los escenarios de “The quiet man”, cruzar en barco a las islas Aran -donde te recomiendo alquiles una bicicleta para recorrerlas- y, por supuesto, no debes dejar de ver los míticos acantilados de Moher, la meseta del Burren, el dolmen de Poulnabrone o las ruinas de Kilmacduagh.
Además, si vas a la ciudad de Galway a finales de julio, también podrás presenciar todo el acontecimiento social que representan las carreras de caballos, con las señoras luciendo sombreros y sus mejores galas al más puro estilo Ascot, aunque algo menos glamuroso.
Cork y el sur de Irlanda
Nuestro siguiente destino fue el pueblo de Donoughmore, junto al Blarney Castle, a pocos kilómetros de la ciudad de Cork, en donde reservamos nuestro segundo B&B, y a donde llegamos después de pasar por el castillo de Bunratty y visitar el Folk Park, un parque temático que reproduce la vida típica de un antiguo pueblo irlandés.
Si no te importa hacer kilómetros, una vez instalados, puedes realizar diversas excursiones de un día hacia la península de Dingle, recorrer el anillo de Kerry, Killarney, el círculo megalítico de Drombeg (más pequeño, pero mucho más accesible que el de Stonehenge), visitar las casas señoriales de Bantry House y de Muckross House y, por supuesto, imperdible el puerto de Cobh, donde el RMS Titanic tocó tierra por última vez antes de su trágico final, o Kinsale, frente a cuya costa fue torpedeado y hundido el RMS Lusitania.
Dublín y sus alrededores
La tercera parte del viaje la dedicamos a visitar Dublín y sus alrededores, a donde llegamos tras hacer una parada en la fortaleza de Rock of Cashel y la mansión de Emo Court.
Evidentemente, moverte en coche por la capital no es demasiado aconsejable, pero te puede ser útil si quieres visitar algunos lugares de los alrededores como Drogheda, Monasterboice, Newgrange, Trim Castle (escenario de Braveheart) y, ya más cerca de Dublín, el Phoenix Park (considerado el más grande de Europa), la prisión Kilmainham Gaol o la fábrica-museo de la cerveza Guinness, cuyo recorrido se realiza de manera ascendente y acaba en el bar superior, donde te puedes tomar una consumición a la vez que disfrutas de unas magníficas panorámicas sobre Dublín.
Imperdibles dublineses
Respecto a los imperdibles de Dublín, un poco de todo. En el sureste de la ciudad está el Trinity College, el parque de Saint Stephen’s Green y Grafton Street. En el suroeste, la catedral de San Patricio, el mercado cubierto Georges Arcade, el City Hall y el Dublin Castle o la catedral de Christ Church.
Si vas con niños no puedes dejar de visitar la exposición Dublinia, sobre la historia de la ciudad y su pasado vikingo, y para los adultos imperdible un paseo por la zona del Temple Bar, donde se concentran los pubs más míticos.
Y ya en la parte norte, tras cruzar por uno de los puentes del Liffey, nos podemos dar un paseo por los alrededores de O’Connell Street y dedicar un tiempo al shopping.
En resumen, todo un interesante recorrido de diez días de duración, totalmente recomendable y que vale la pena no llevar completamente pautado -si lo organizas personalmente-, ya que es conveniente reservar espacio y tiempo para poder pararse en algunos lugares sorprendentemente inesperados.
Para saber más:
Irlanda, la isla Esmeralda
De Barcelona a Dublín en coche
Ruta del Trébol, Barcelona-Dublin en el Sterna