¿Cómo puede ser que uno de los edificios que te regala unas impresionables panorámicas sobre Barcelona y sobre el Mar Mediterráneo, como es el Castell de Montjuïc, pueda llegar a parecer un lugar siniestro? Si te lo miras bien, tiene poco de castillo y mucho de fortaleza.
La primera impresión que te va a transmitir es la de ser un lugar imponente y poderoso. ¿Qué mayor imagen de poder que un castillo de piedra sobre una montaña junto a la costa, situado a una altura de 175’50 metros sobre el nivel del mar, y con vistas de 360C a su alrededor? Ese es, sin lugar a dudas, el castillo-fortaleza que que hay en la parte más alta de la montaña de Montjuïc.
Aunque muchos no lo saben, debido a la espectacularidad del lugar, Montjuic está considerada históricamente como una montaña que transmite malas vibraciones. Un lugar psicológicamente separado de la ciudad, a pesar de ser el lugar en donde nació la propia Barcelona. Y mucha «culpa» de ello la tiene la propia historia del Castell de Montjuïc.
Pese a ello, de un tiempo hacia aquí, Barcelona y el Castell de Montjuïc se han ido reconciliando paulatinamente, lo que ha llevado a que esta fortaleza «defensiva y represiva» se haya acabado convirtiendo en lugar icono de la ciudad, al que vale la pena acercarse a visitar y recorrer, si es que todavía no lo has hecho alguna vez.
La cuna de Barcelona
Echando la vista muchos años atrás, el lugar que hoy ocupa la montaña de Montjuic fue un montículo prácticamente rodeado de mar, en cuya base se fue consolidando una extensión de terreno por la acción de la arena que allí se iba depositando.
Los íberos fueron los primeros que eligieron Montjuïc para establecer ahí su lugar de residencia, creando un poblado al que llamaron Barkeno y que, por su proximidad a la playa, les facilitó desarrollar una importante actividad económica con otras potencias marítimas de la época.
A diferencia de ellos, los romanos prefirieron instalarse en el Mont Taber, un montículo mucho más bajo y ya situado fuera de la montaña de Montjuïc, cosa que les llevaría a tener la necesidad de protegerlo de posibles ataques externos, lo que motivó en parte la construcción de la primera muralla de Barcino.
Con esa acción, casi sin quererlo, se creó una relación especial entre Montjuïc y la futura ciudad de Barcelona, que durará hasta nuestros días. Y es que, levantar Barcino y después Barcelona se hizo usando uno de los más preciados de Montjuïc: las piedras de sus canteras. Un material que servirá para construir Barcelona a lo largo de 2000 años, y que algunos han venido a describir como “la sangre de la montaña que corre por toda la ciudad”.
Una fortaleza para dominar Barcelona, una ciudad rebelde por esencia
Los orígenes del Castell de Montjuïc se establecen en una torre de vigía -documentada en el año 1083- que se construyó coronando la cima, cuya principal finalidad era alertar a la ciudad de cualquier amenaza que pudiese llegar, principalmente del mar. «Con señales de vela durante el día, y con una hoguera durante la noche».
En 1640, con la finalidad de defender la ciudad del ataque de las tropas castellanas de Felipe IV que pretendían invadirla, las autoridades de la ciudad mandaron construir una muralla alrededor de esa torre medieval -que se levantó en solo 30 días-, y que le otorgó al lugar un carácter estratégico, que ya nunca más perdería.
Pero es en el siglo XVIII, tras la derrota del 1714, cuando se decide construir la fortificación que conocemos hoy en día. Un mal llamado “castillo”, que en realidad es una verdadera fortaleza defensiva diseñada en base a los métodos de ingeniera militar francesa, firmados por Sébastien Le Preste de Vauban, que adaptó Juan Martín Cermeño.
A partir de ese momento y hasta 2007, Barcelona pierde toda autoridad sobre el Castell de Montjuïc, que pasa a control del poder real y militar. Allí se instala una guarnición de soldados de manera permanente que, junto a los que también ocupan la fortaleza de la Ciutadella, se dedicarán a controlar la ciudad por el extremo norte y el extremo sur, dado el carácter rebelde con el que la corona siempre había visto a Barcelona y a sus habitantes.
El Castell de Montjuïc: un mirador sobre el mar y sobre la ciudad
Para los que ya tenemos cierta edad, todavía recordamos cuándo se podía acceder al castillo en coche, cruzando sobre el puente del foso y subiendo por una de las rampas, que eran de sentido único (una de subida y otra de bajada). Y más de uno, tendrá alguna fotografía subido sobre los grandes cañones que quedaron allí tras el final de la Guerra Civil. O recordará la escultura ecuestre que había del dictador Franco, que acabó retirándose, perdiendo la cabeza y “lamentablemente” tirada por los suelos frente al Mercat del Born, hace unos años.
Y, por supuesto, mencionar el museo militar que albergó, y que ya no existe en Barcelona, que personalmente visité en 2006 como estudiante para redactar una reseña sobre protocolo militar, donde hablaba de bandera, estandarte, guion, corbata, moharra, cuja, regatón, asta… y otras cuantas cosas más que formaban parte del temario de la asignatura. Un trabajo del que, por cierto, obtuve matrícula.
En la actualidad, y tras pasar su titularidad a Barcelona, el Castell de Montjuïc se ha convertido en un lugar de visita obligada para disfrutar de envidiables panorámicas sobre el mar y sobre la ciudad. Además de ofrecer la posibilidad de visitar algunos de sus espacios interiores, diferentes exposiciones, tomarte un aperitivo, o asistir a una sesión de “cinema a la fresca”, con la llegada del verano.
Para los apasionados de la historia y de las historias, una manera muy recomendable de visitarlo es mediante una visita guiada, que te permitirá recorrer diferentes dependencias que no están abiertas al público en general. Paseo que te complementarán las explicaciones, curiosidades y anécdotas que te irán explicando durante el recorrido.
Información para contratar una visita guiada.
La visita guiada al Castell de Montjuïc
La visita guiada al Castell de Montjuïc, que se inicia frente a la puerta principal junto al foso, te permitirá entrar a las salas donde dormían los soldados, en las que todavía se aprecian las marcas de separación de los dormitorios, así como acceder a la impresionante cisterna interior de agua, que se construyó para asegurar el suministro de agua potable a los soldados ante cualquier estado de escasez, y evitando que pudiese ser envenenada ante un ataque exterior.
Desde una de las puertas del patio de armas se accede hacia los calabozos, que todavía se conservan tal y cómo quedaron tras abandonarlos los últimos prisioneros que estuvieron encerrados allá. En las paredes se pueden ver infinidades de dibujos y escritos realizados por los prisioneros, que expresan ideas, pensamientos, sentimientos y sensaciones de estar privados de libertad. ¡Absolutamente impresionante!
De regreso nuevamente al patio de armas, la visita sigue hacia la terraza superior, desde donde se disfrutan de unas magnificas vistas, tanto del mar como de toda la ciudad. Desde allí se divisa perfectamente el lugar desde el que el General Espartero mandó colocar los cañones que bombardearon la ciudad el 3 de diciembre de 1842, y general que estableció la terrible premisa de que «Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada cincuenta años», dado el carácter rebelde de la ciudad.
Por último, el recorrido te lleva a lo alto de la torre de vigía, el punto más elevado del Castell de Montjuïc y que rememora el antiguo faro medieval, desde donde podrás siguiendo disfrutando de excepcionales vistas panorámicas.
En las paredes exteriores del faro hay relojes de sol diferentes, que según parece tenían como objetivo poder dar la hora de día y de tarde en base al movimiento del sol. Y también hay una placa conmemorativa que recuerda que en ese lugar el astrónomo francés Pierre François André Méchain tomó las mediciones que llevaron a establecer el sistema métrico decimal, a finales del siglo XVIII.
Finalizada la visita guiada es recomendable entrar al Centre d’Interpretació del Castell, que te permitirá revivir la historia del lugar a través audiovisuales, y observar diferentes elementos expuestos relacionados con los acontecimientos allí vividos.
“La muntanya de la mala nomenada”
Tal y como te explican en la visita guiada, a lo largo de la historia del Castell de Montjuïc se han ido sucediendo diferentes hechos trágicos que han contribuido a crear esa imagen siniestra del lugar que tenían los barceloneses y las barcelonesas.
Por un lado, el haber sido un lugar desde el que bombardearon indiscriminadamente a la población de la ciudad. Por el otro, porque las fuerzas policiales y militares lo convirtieron en un lugar represivo y oscuro, en el que entraban personas de las que nunca más se volvía a saber… Una historia especialmente triste ligada a los fusilamientos de Francesc Ferrer i Guardia y del Molt Honorable Lluís Companys, 123º president de la Generalitat de Catalunya.
Pero, a pesar de todo ello, en la actualidad el Castell de Montjuïc ha recuperado una imagen mucho más amable, que ha entrado a formar parte de los elementos icónicos del skyline de la ciudad, como hemos comentado anteriormente, además de ser la primera imagen de Barcelona que tienes cuando llegas por mar.
En definitiva un lugar alegre, interesante y muy recomendable de visitar ya sea solo, acompañado o en familia.
Álbum de fotos
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