Nací en Barcelona, y no podría haber tenido más suerte. Para mí, Barcelona es la mejor ciudad del mundo. Seguramente no es justo que haga esta afirmación, pero así lo siento. En cualquier rincón te contarán que quisieran poder visitarla para descubrir sus rincones, conocer su gente y disfrutar de su ambiente. Y sin embargo, tengo la suerte de ser de aquí. Y si algo me enorgullece de verdad cuando viajo, es poder decir sin complejos y con una sonrisa: “Barcelona is cool”.
Os cuento. Mis vacaciones terminaron hace dos semanas pero me resistía a aceptarlo, y teniendo la mejor ciudad del mundo a mano, pensé que debía aprovecharlo. Pues dicho y hecho: maleta para una noche y la habitación 26 05 del Hotel Barcelona Princess en el nº1 de la Avinguda Diagonal.
Hacer de turista en tu propia ciudad es un lujo: ni retrasos en el avión, ni vuelos cancelados, ni maletas perdidas. Dispuesta a conocer algo nuevo y con ganas de disfrutar, me encontraba en un ascensor panorámico que subía y subía mostrándome la fisonomía de un trazado urbano milimétricamente perfecto. Como en todas las ciudades mediterráneas, el bochorno en agosto no cesa, así que qué mejor opción para combatirlo que un rato en la piscina. ¡Y qué piscina! Junto al Loft Desigual, una piscina eterna que se pierde en el cielo. Al remojón le siguió un paseo por el barrio gótico y una cena gourmet en uno de sus restaurantes.
El mejor momento del fin del semana sin embargo, fue el despertar del domingo. Abrir los ojos y tener Barcelona a tus pies es un regalo para cualquiera. Bonita, acogedora, expectante, maravillosa, sencilla, adorable y grandiosa como ninguna. Vivir bien es vivir.
Mi estancia en el Barcelona Princess podría haber sido más larga, pero no mejor. Repetiré seguro. Barcelona es para vivirla, sentirla y disfrutarla. ¡Qué suerte vivir aquí!
Hotel Barcelona Princess
Avinguda Diagonal, 1
Barcelona