«Eren les 6.30 del matí aproximadament. Lluís Companys tenia 58 anys. La seva execució corresponia al número 2.761 de les realitzades a Catalunya pel règim franquista des de l’ocupació de Barcelona, el 26 de gener de l’any anterior». (Fuente: VilaWeb)
La Pedra de Montjuïc
Si Collserola es el pulmón verde de Barcelona, Montjuic es su fuente de existencia y crecimiento. Siempre nos hemos preguntado cómo hubiese sido Barcelona de no haber existido Montjuïc, y la pregunta la planteo desde un punto de vista totalmente material, ya que desde épocas pretéritas la montaña ha sido una fuente de recursos para la construcción, de donde se ha obtenido una de las piezas base de su urbanización: la popularmente conocida como Pedra de Montjuïc.
De la Barcino romana a la Barcelona modernista, pasando por la Barcelona medieval y la neoclásica, todas ellas han tenido alguna calle, casa, templo o muralla construída con piedra caliza procedente de esa montaña. La catedral, el palau Reial Major, el palau de la Generalitat, el edificio del Ajuntament, la llotja de Mar, la basílica de Santa Maria del Mar, la basílica de Santa Maria del Pi o la basílica dels Sants Just i Pastor, todas ellas se construyeron con piedra de Montjuic.
Ese es el gran regalo que la geología le ha dado a la ciudad, convertir esa montaña -amada y odiada por los barceloneses- en una fuente de piedra natural de gran calidad, hábil hasta bien entrado el siglo XX. Tal y como dejó escrito el jesuíta Pere Gil en un manuscrito del siglo XVII:
“La montanya de Mont Juich junt a Barcelona és de consideració per averse edificada della tota Barcelona. Diuen que la pedra creyx en ella: y que se a treta mes pedra della que no pujaria tota la dita montanya. Les moles della van per tot lo mon”.
De ahí que la montaña, a lo largo de la historia, haya sido un lugar donde proliferaban las canteras -dicen que hasta más de 30-, que llegaron a su máxima explotación a finales del siglo XIX. El fossar del Jueus, el sot del migdia, la foixarda, la de Santa Madrona. Pero es, sin lugar a dudas, la cantera Moragas la que más simbolismo tiene para la historia de la ciudad. Situada cerca de la Zona Franca y rodeada por la zona forestal del Mirador del Migdia, a principios del siglo XX se convertiría en lo que hoy en día conocemos como el Fossar de la Pedrera (Cementerio de la Cantera), y que entraría a formar parte de los lugares de memoria histórica de la ciudad.
Un lugar para la memoria
Aunque inicialmente fue un lugar para enterrar indigentes, personas sin recursos económicos o cuerpos sin identificar, fue a raíz del estallido de la Guerra Civil cuando empezó verdaderamente su camino para convertirse en un lugar de memoria. Durante el conflicto fue el lugar en donde se enterraban las víctimas de los bombardeos, pero acabado éste, el lugar se convirtió en la fosa común a la que llevaban los cuerpos de los fusilados entre los años 1939 y 1952, a raiz de la represión franquista que se desató, entre cuyas víctimas se incluyen los fusilados en el Campo de la Bota.
En la actualidad, el Fossar de la Pedrera es un espacio dedicado a la memoria de todas las víctimas de la represión y los bombardeos, que acoge también los restos mortales del presidente de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys, fusilado en el castillo de Montjuïc la madrugada del 15 de octubre de 1940, y cuyos restos permanecieron en un nicho sin nombre durante cuarenta y cinco años.
Aunque en 1953 cesaron los entierros de fusilados, el lugar volvió a acoger cuerpos de indigentes y personas sin recursos, por lo que en 1976, tras el final de la dictadura franquista, se solicitó el cese definitivo de las inhumaciones y la dignificación de la zona, lo que derivaría en la inauguración del memorial.
El memorial, diseño de los arquitectos Beth Galí, Màrius Quintana y Pere Casajoana, se inauguró en 1985 y está formado por una gran zona ajardinada a la que se accede a través de un conjunto de columnas con los nombres de las víctimas del franquismo, frente a la cual está situado el mausoleo del president Companys, en medio de un estanque de agua.
En uno de los extremos de la zona verde hay un conjunto de lápidas, entre las que destacan las dedicadas a las brigadas internacionales, a los voluntarios judíos, a los masones y a los miembros de PSUC. En el otro extremo, hay un conjunto de diez piedras –una por cada uno de los campos de exterminio nazis- en homenaje a todas las víctimas del nazismo que murieron en ellos. La verdad es que no tengo mucho más que explicar; es necesario verlo y sentirlo por uno mismo.
Un lugar de Barcelona de triste historia pero emotivo y lleno de paz, que no se puede dejar de ir a visitar.
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