Echando la vista atrás, hace exactamente treinta y dos años que visité Versalles por primera vez, y también la única, ya que a pesar de haber estado en París en ocasiones posteriores, no había regresado. Lo hice como lo suele hacer cualquier turista: recorriendo sus salas, una tras otra, tomando fotografía tras fotografía y exclamando un ¡oh! contenido ante tanta riqueza, a la vez que imaginas a reyes y cortesanos luciendo sus mejores galas por aquellos grandes salones y jardines.
A Versalles sin salir de Barcelona
Pues bien, ayer regresé. Pero, eso sí, sin salir de Barcelona. Gracias a la nueva exposición que CaixaForum acaba de inaugurar en nuestra ciudad, tuve la oportunidad de volver a recordar aquella primera visita, pero ya no como una simple turista, sino como una observadora crítica de la riqueza artística que guarda entre sus muros, y de su concepción y construcción como expresión plástica del poder del Rey Sol.
La exposición gira en torno a la figura del pintor oficial de la Corte de Luis XIV, Charles Le Brun, y a la extraordinaria colección de dibujos que dejó tras su muerte. Cerca de 3000 obras, que fueron requisadas en nombre del Rey tras la muerte del artista, y muchas de las cuales no habían salido todavía de los almacenes del museo del Louvre, donde estaban desde el siglo XVII. La delicadeza de las obras y su conservación obliga a que solo puedan estar expuestas durante un periodo máximo de tres meses, tras el cual volverán a su lugar de origen, lo que todavía hace más exclusiva la exposición.
Exposición de cartones y dibujos de un proceso creativo
En esta ocasión, la muestra no presenta obras acabadas -para ello hay que ir al propio Versalles-, sino una buena parte de los cartones y dibujos que se usaron durante el proceso creativo de los grandes frescos que lo decoran, muchos de ellos expuestos al público por primera vez. Concretamente se trata de 78 obras, entre ellas 37 cartones, concepto artístico que se refiere a bocetos, a escala 1×1, que se transfieren posteriormente a una tela o a un mural. Especialmente curioso observar las muescas y señales que el proceso ha dejado grabado en las obras, ya que en lenguaje vulgar no dejan de ser “simples plantillas”.
Personalmente, dos han sido los aspectos de la exposición que más me han gustado.
La escalera de embajadores y un mensaje subliminar
Por un lado, la reproducción de la desaparecida Escalera de Embajadores (l’escalier des Ambassadeurs o Grand escalier de Versailles), por donde pasaron buena parte de los actores que participaron en la vida diplomática de la Francia del reinado del Rey Sol. Y por el otro, el mensaje subliminar que lleva implícita tanto la distribución de las estancias del Palacio, como las obras que las decoran.
El recorrido desde la escalera de Embajadores hasta la sala de audiencias del Rey estaba diseñado para ir mostrando el poder de Francia ante los diplomáticos extranjeros invitados: la decoración de la escalera (poder material, humano y celestial, propios del siglo XVII), el poder militar en la Sala de la Guerra y el poder de la diplomacia en la Sala de la Paz.
También destacan las diferentes alegorías al poder del Rey, expresado de manera sutil frente a sus principales adversarios, tal y como muestra el dibujo “la preminencia de Francia reconocida por España”, que se encuentra entre las obras expuestas.
Los pequeños LeBrun
Como suele ser habitual en CaixaForum, esta vez también han apostado por dirigir la exposición hacia un público familiar, haciendo que los más pequeños puedan desempeñar un papel protagonista, dada su capacidad de observar y vivir el arte sin prejuicios añadidos. Para ello se ha ideado un concurso de pintura infantil, donde se busca a “pequeños LeBrun” que puedan volver a “repintar” Versalles. Lo pueden hacer al final de la muestra, en un espacio especialmente habilitado para ello, o a través de una aplicación que podéis consultar aquí.
Del 18 de noviembre de 2015 al 14 de febrero de 2016
CaixaForum Barcelona
Avda. de Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8
Barcelona