Vicenza, 1480. La condesa Maria da Porto da a luz a su tercer y último hijo, fruto de su matrimonio con el conde Gasparo di Thiene. El recién nacido será bautizado con el nombre de Gaetano en honor de un tío suyo recién fallecido, y que había nacido en un pintoresco pueblo a 70 km al sudeste de Roma, llamado Gaeta. Tres años más tarde (1483), en el pueblo de Eisleben, perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico, también nacerá otro niño que a los 24 años (en 1507) se convertirá en fraile católico agustino, y que cambiará la historia de la Iglesia Católica. Ese niño, que bautizarán con el nombre de Martin, será hijo de Hans y Margarette Lutero. Ocho años más tarde (en 1515), Gaetano di Thiene abandonará la vida cortesana y también tomará los hábitos.
La lucha de uno por cambiar la Iglesia mediante la Reforma Protestante, y la dedicación del otro por liderar una contrarreforma, mediante la renovación del espíritu y la labor misionera de los sacerdotes, hará que ambos se ganen un lugar en la historia.
Gaetano di Thiene y la Orden de los Teatinos
Hay un proverbio que dice: “Roma veduta, fede perduta!”; y eso fue lo que le ocurrió a Lutero cuando decidió ir a visitar la curia romana, y percatarse del estado tan decrépito en que se encontraba. Ese momento fue un punto de inflexión que le llevaría a iniciar una lucha sin cuartel para acabar con la situación en la que había caído la Iglesia Católica, y que acabaría con la primera reforma protestante y la aparición de la nueva Fe Luterana.
Por su parte, Gaetano tampoco compartía la situación en la que se movía la Iglesia Católica, pero al contrario que Lutero, decidió dedicar su vida a lugar contra la Reforma a través de la recuperación del espíritu de los apóstoles y la potenciación de la labor misionera de los sacerdotes. Para ello, en 1524, fundó la Orden de los Teatinos o Clérigos Regulares, que seguiría los preceptos de pobreza, castidad y obediencia de los monjes, pero a través de una actividad proactiva de cara a la evangelización y la ayuda a la sociedad.
La placeta de Sant Gaietà
Siguiendo con mis paseos por el barrio de Sarrià, y en contra de mi costumbre a extenderme en las explicaciones, el lugar que os propongo hoy tiene poco que explicar, y mucho que sentir. Sencillamente hay que ir a visitarlo…
Está situado en el corazón del antiguo Sarrià. Un lugar tranquilo, que recuerda el pueblo que una vez fue ese barrio, y que se encuentra a escasa distancia del tumultuoso tráfico que los días de cada día discurre por el passeig de la Reina Elisenda de Montcada, unos metros más abajo.
No soy la primera, ni la última persona que hablaré de este lugar en un blog, pero creo que el haberlo descubierto después de muchos años en el barrio, me obliga a dedicarle unos minutos de mis horas de oficina.
El Rinconcito
El Rinconcito, como se le conoce popularmente, es una pequeña plaza de barrio que quizá se tendría que calificar como “placita”, para ser algo más exactos. No es un lugar de paso, y los vecinos que tienen el placer de vivir en ella la han convertido en su jardín particular. Cuando llegas te da la sensación de que estás en el patio de un domicilio privado, en lugar de en una plaza pública. Un lugar para sentir envidia de su tranquilidad en medio del trajín de Barcelona. Siguiendo con la tradición que tiene Sarriá de guardar cuidadosamente sus espacios secretos (como ocurre con su cementerio), la estrechísima callejuela que te lleva hasta la placita no es fácil de ver si no la buscas, ya que sencillamente la confundes con el acceso a un espacio privado y particular.
Antiguos libros sobre el barrio explican que la plaza la urbanizaron sobre una parte de las huertas que habían pertenecido a la Parroquia, y que quedaron separadas de la iglesia cuando se trazó el primitivo paseo que llevaba hacia Pedralbes, como ya comenté en mi anterior post sobre Sarrià. Dicen que entre los edificios que albergaba la plaza había uno magnífico, de estilo gótico, que se conocía como Ca l’enterramorts (La Casa del Sepulturero), donde estaba el servicio de pompas fúnebres del pueblo, y que tras la urbanización de la zona se trasladó, piedra a piedra, al número ocho del passeig de la Reina Elisenda de Montcada, pero que acabaría desapareciendo en posteriores modificaciones del trazado urbano. También dicen que fue donde se instaló el primer teléfono de Sarriá.
A medida que iba creciendo, en Sarriá existía la costumbre de asignar a las nuevas calles nombres dedicados a recordar hechos o personas que habían tenido que ver con el lugar. En el caso de la plaça de Sant Gaietà no existe ningún documento que lo relacione ni con el santo, ni con la Orden de los Teatinos, pero no puede descartarse el hecho que se eligiese ese nombre dada la devoción que siempre tuvo la ciudad de Barcelona hacia ese santo. El Barón de Maldá, de quien ya hablamos en nuestra ruta por la Barcelona del cacao y las pastelerías, lo menciona en su Calaix de Sastre, y explica que cada 7 de agosto, festividad del santo, se engalanaban las calles alrededor de la antigua plaça de Santa Ana (actual Plaça de Carles Pi i Sunyer), donde estaba el Templo de la Orden de los Teatinos, y se celebraba una feria; cosa que también explica Joan Amades en su Costumari Català.
La Orden de los Teatinos en Barcelona
La Orden de los Teatinos se estableció en Barcelona en 1632, tras obtener el permiso de els Consellers de la Ciutat para fundar su primera residencia. A pesar de la devoción de los barceloneses por su fundador, también sufrieron las vicisitudes de la mayoría de las órdenes religiosas en las etapas críticas de la historia de la ciudad. Parece ser que se instalaron inicialmente en la calle Tallers, que pasaron por el Portal de l’Angel y, después de expropiaciones, expulsiones y regresos, se ubicaron definitivamente en la izquierda del Eixample, más exactamente en la calle Consell de Cent esquina con la calle Enrique Granados, donde todavía están hoy en día. Por cierto, la curiosidad me llevó hace unos días a visitar la actual iglesia de Sant Gaietà. Realmente es un templo austero sin muchos detalles a destacar, pero en la entrada hay unas cerámicas que explican la historia de la Orden por la ciudad de Barcelona, que pueden interesar…
Otros lugares de la ciudad donde podemos encontrar a Sant Gaietà es la Catedral de Barcelona, donde hay una imagen suya en la capilla que comparte con San Pablo, y en el MNAC, donde se conserva una talla de piedra de Montjuic, datada a finales del siglo XVII, y que procede de la hornacina que había en la fachada principal del antiguo templo de los Teatinos, y que representa al santo pisando la herejía luterana.
La plaça Garriga i Bachs
También conservamos el recuerdo de dos padres teatinos en el monumento dedicado a los Héroes de 1809 que hay en la plaça Garriga i Bachs. ¿Alguién lo sabía? Pues sí, resulta que tanto el P. Joan Gallifa, rector de la parroquia de la Ciutadella, y el P. Joaquim Pou, capellán castrense, fueron dos de los barceloneses que se sublevaron contra la invasión francesa de principios del XIX, y ambos eran clérigos regulares. ¡Casualidades que se descubren cuando te pones a investigar en la historia de la ciudad!
De Sarrià salió una Santa que tiene dedicada una catedral, y justo enfrente de la puerta que lleva su nombre hay un monumento que homenajea a dos sacerdotes, héroes de la ciudad, que pertenecían a la Orden religiosa que fundó el Santo, que tiene dedicada una plaza en Sarria. ¡Uff, menudo lío!
Por cierto, San Cayetano (es decir, Sant Gaietà), entre otros patronatos, tiene el de los que buscan trabajo y el de los desempleados, además de ser conocido como Padre de Providencia… Por lo tanto, ahora que ya lo sabemos, ¡será cuestión de ir a rezarle!