Ya tenemos aquí la última luna nueva del solsticio de invierno y, con ella el Carnaval. Para poder saber dónde ubicarlo en el calendario tenemos que tener en cuenta dos cosas: su asociación con la religión católica, y su relación con las fases lunares de invierno y primavera.
Según la tradición católica, el Carnaval siempre se celebra inmediatamente antes que la Cuaresma, y para saber cuándo empieza la Cuaresma tenemos que ir a consultar el calendario lunar.
Buscamos la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera. Una vez situada en el calendario, retrocedemos al domingo anterior, y situamos el día del Domingo de Ramos. A continuación, volvemos a retroceder cuarenta días y situamos el Miércoles de Ceniza para saber en qué día empieza la Cuaresma y coincide con el último día de Carnaval. Volvemos a retroceder al jueves anterior y ya tenemos la fecha del comienzo del Carnaval: el Jueves lardero o Dijous Gras.
En consecuencia, ya sabemos por qué es una fecha móvil, y por qué la podemos celebrar desde finales de enero hasta principios de marzo.
Si nos basamos en el propio calendario de la iglesia católica, el periodo de Carnaval es mucho más largo. Se inicia el día de la Epifanía (6 de enero), que marca el final de la Navidad, y se extiende hasta el inicio de la Cuaresma. Antiguamente era el periodo en que solían celebrarse estas fiestas, mucho más amplio que el de hoy en día.
Carnaval, Carnestoltes (carnestolendas), Últimos días… Muchas acepciones, pero un único sentido. Como siempre suele ocurrir en las lenguas románicas, tenemos que ir a buscar el significado de la palabra al latín.
Las dos primeras provienen de expresiones latinas relacionadas con el concepto “quitar la carne”, lo que ocurre durante los cuarenta días de la Cuaresma. Parece ser que la palabra Carnaval deriva de carnem levare, y Carnestolendas o Carnestoltes de carnem tollendas, abreviación de la expresión latina dominica carnes tollendas, que se entiende como “el domingo anterior a quitar la carne”.
En cambio la expresión “últimos días” (darrers dies) relaciona esta celebración con el final del periodo festivo que se inicia entre San Antón (17 de enero) y la Candelera (2 día de febrero), consideradas ambas festividades preparatorias del Carnaval. Por lo tanto, el Carnaval corresponde a los últimos días de ese periodo festivo.
¿Cuándo tenemos que situar el origen del Carnaval en la historia?
En primer lugar es necesario saber el porqué de las fiestas en general.
Antiguamente, el hombre vivía en medio de una naturaleza hostil, con largos y duros inviernos donde todo moría, y de ahí que necesitasen encontrar motivos que ayudasen a pasar de manera más rápida por esta estación. Ello explica la necesidad de llevar a cabo fiestas y celebraciones.
Los romanos, siempre tan organizados, ya dividieron su calendarium en dies fasti (propicios para la actividad judicial y administrativa) y en dies nefasti (no propicios), que dieron origen a los fastos o fiestas romanas. En esta necesidad festiva tenemos que situarnos para buscar el origen del Carnaval.
Parece ser que su origen siempre se relaciona con fiestas paganas, y hay diferentes versiones: las fiestas egipcias dedicadas al buey Apis, las fiestas dionisiacas griegas dedicadas a Dionisio, dios del vino, o las romanas lupercales (lupercalia), en honor del dios Pan Liceo, y las saturnales (saturnalia) en honor del dios Saturno.
Pero se le dé el origen que se le dé, todas están relacionadas con la permisividad y el descontrol. En las antiguas sociedades rurales, muy influenciadas por las costumbres religiosas cristianas basadas en la prohibición y en el pecado, el Carnaval servía para enmascarar y sacar a la luz antiguos rituales paganos.
¿Qué significa el Carnaval?
El Carnaval es la ruptura con el orden establecido durante un periodo concreto de tiempo, que va de la felicidad familiar de la Navidad a la rigurosidad litúrgica de la Semana Santa. Pone en cuestión las normas, elimina la jerarquía y los privilegios, y rompe con los tabúes.
El Carnaval solo respeta su propia ley, que no es otra que la ley de la libertad, tanto individual como colectiva.
A lo largo de la historia este enfrentamiento entre la locura y la cordura, entre lo rompedor y lo establecido se ha simbolizado por dos personajes: el rey Carnaval (personaje grueso, bebedor, loco y malhablado) y la vieja Cuaresma (una vieja con siete piernas, que además de ayunar es vegetariana), su eterna enemiga.
El rey Carnestoltes, la reconstrucción de una divinidad pagana
Es una representación plástica de la sátira y el desenfreno, con forma y medida humana. Su nacimiento en Cataluña está documentado en el siglo XVII, y se utilizó de modelo el típico muñeco que los campesinos utilizaban para espantar a los pájaros en los campos sembrados. En época romana, a estos muñecos ya se les conocía con el nombre de pilae, de donde deriva la palabra pelele.
En Barcelona, según las crónicas de Joan Amades, Joan Malagarriga construyó un muñeco con movilidad que iba vestido al estilo Carlos III con sombrero y casaca, y que se guardaba en una caja.
Recibe el título de Rey y tratamiento protocolario de Majestad, ya que es el rey de desenfreno y el monarca de la burla, y entre los diferentes títulos nobiliarios que se le solían otorgar en los carnavales de la Barcelona del siglo XIX están los de: duc de les Camàndules, baró de la Boira, marquès de la Camamilla, duc de la Paciència o marquès de la Cova.
Breve historia del Carnaval de Barcelona
Según los historiadores, el Carnaval de Barcelona fue el más importante de su época entre los siglos XVII y XVIII pero, como tantas otras cosas de la historia de Barcelona, el Carnaval también ha sido una fiesta de idas y venidas a causa de los avatares políticos.
Hasta el siglo XVI era una fiesta exclusiva de la nobleza, que parodiaba los juegos caballerescos y celebraba bailes de máscaras, a pesar de la oposición de la iglesia. Con la llegada de Felipe V se prohibió, ya que se veía como una oportunidad para conspirar y llevar a la práctica venganzas personales. Su hijo, Carlos III lo restauró, y en el siglo XVIII la fiesta se popularizó con la incorporación de la clase humilde, ganando bullicio y jolgorio.
Se empezaron a celebrar bailes populares de máscaras, como el ball de la patacada (el baile del porrazo), mientras que las clases burguesas continuaron celebrando bailes privados en lugares como la Llotja de Mar, el Teatre Principal y en el Teatre del Liceu.
El siglo XIX y principios del siglo XX fue la época de mayor esplendor, hasta que al final de la Guerra Civil volvió a prohibirse.
No podemos dejar de mencionar a un alpargatero del barrio de la Ribera, llamado Sebastià Junyent, que como presidente de la Societat del Born, estableció uno de los protocolos carnavalescos más importantes de Barcelona.
Una de las principales características del Carnaval en Barcelona fue el uso de la literatura satírica, que consistía en la emisión de bandos, partes médicos o proclamas redactados con un lenguaje burlesco por diferentes entidades, como el Consell dels Bulls (Consejo de los Locos) del barrio de Gràcia o el Equipo Médico Habitual del barrio de Sants.
Recuperación de eventos tradicionales del Carnaval
Desde hace unos años, en el programa de fiestas del Carnaval de Barcelona se ha vuelto a recuperar algunas de las celebraciones más tradicionales, como los bailes de máscaras y la Taronjada, una explosión de confeti y globos de color naranja que recrea las antiguas batallas de naranjas podridas que se hacían en la Rambla, y que acabaron prohibiéndose debido a su propia dureza, tal y como se desprende de la documentación que se conserva en el archivo histórico del Consell de Cent.
El programa tradicional de la fiesta
De manera estricta, el Carnaval únicamente se corresponde con los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza. Pero de manera más amplia, el primer día de las fiestas corresponde al jueves anterior. De acuerdo a la tradición, el programa de actividades es el siguiente:
El Dijous Gras es un día para comer tortilla, butifarra de huevo y coca de llardors.
Entre el jueves y el viernes se escenifica la llegada del rey Carnestoltes, que es recibido por embajadores y autoridades, y que lee un discurso centrado en la sátira mordaz a los poderes civiles y eclesiásticos.
El sábado se inician los bailes de máscaras.
El domingo es el dia tradicional para las rúas, con las comparsas y los desfiles de carrozas.
El lunes y el martes se continúa con los bailes de máscaras.
Y, por último, el Miércoles de Ceniza, el Rey es acusado públicamente de ser el culpable de todos los excesos cometidos durante los últimos días, por lo que es juzgado públicamente, se le condena a muerte, es quemado y enterrado y, después, se procede a leer su testamento. Es costumbre que se guarde un trozo del muñeco para que pueda renacer el año siguiente.
En algunos lugares también se celebra el entierro de la sardina como paso previo al inicio de la Cuaresma. Y se da por finalizado el Carnaval.
Gastronomía tradicional
Debido a la inminencia de la abstinencia, la gastronomía típica del Carnaval se caracteriza por el consumo desenfrenado de productos grasos y embutidos. Los tres productos más comunes son: la tortilla, la botifarra d’ou y la coca de llardons. Y al final, coincidiendo ya con el inicio de la Cuaresma: las sardinas, los arenques y la coca de recapte.
Es importante destacar la participación de los mercados de abastos, no solo con relación al tema gastronómico, sino también con su participación en las actividades carnavelescas, mediante la decoración de los puestos de venta y los disfraces de los vendedores.
Antiguamente era tradicional que los escolares cogiesen de la hucha el dinero que habían estado ahorrando desde el 1 de enero y se fuesen con sus compañeros a merendar. En la actualidad, algunas escuelas continúan manteniendo esta tradición, y organizan excursiones a parques o jardines, cercanos al lugar del colegio, para comer en grupo.
Si quieres saber algo más sobre el Carnaval y la historia más, os recomiendo el libro de Joan Amades “El Carnestoltes a Barcelona fins el segle XVIII”, de Edicions el Mèdol. Y, si además os animáis a participar y a disfrazaros, aquí tenéis cuatro direcciones de tiendas de Barcelona que os pueden ayudar:
Menkes, en Gran Via de les Corts Catalanes, 646. Eixample
Artesanies Carme Piquet en Major de Sarrià, 222. Sarrià
La Bolsera en Xuclà, 15. El Raval
Y para los críticos a que el Ajuntament de Barcelona haya decidido recuperar a una reina y no a un rey para que presida la fiesta, recordarles que «Per Carnaval, tot s’hi val!».