De paseo por Can Roviralta y Can Garriga | Si algo tiene Lloret de Mar es un entorno sorprendente que hace falta redescubrirlo, dejando de lado los prejuicios creados en su contra por ese halo de turismo nefasto que tanto daño ha hecho en muchas poblaciones de la costa catalana, especialmente a finales del siglo XX.
Un pueblo con pinceladas burguesas y aristocráticas de origen marinero, donde los “americanos” pusieron la primera semilla de modernización, y que personajes habituales de las crónicas de sociedad de los años 50 y 60 contribuyeron a darle un aire exquisito y lujoso, que todavía hoy en día guarda en muchos de sus rincones.
Como ocurrió en muchas poblaciones catalanas de la costa a finales del siglo XIX, el enriquecimiento de algunos de sus vecinos -especialmente los que habían emigrado a América (los indianos o “americanos”)- trajo aparejado el florecimiento del patrimonio arquitectónico de la población. En los pequeños pueblos costeros empezaron a desaparecer las típicas masías de antaño, y fueron sustituidas por inmensas casas residenciales de estilo neoclásico, modernista o ecléctico, según la tendencia del momento. Ese fue el caso de Lloret de Mar.
No pretendemos redactar ninguna nueva guía sobre qué ver y qué hacer en Lloret de Mar, ya hay mil y una publicadas. En nuestro caso nos vamos a centrar en dos lugares de la población selvatana que guardan esas historias que tanto nos gusta descubrir y relatar en nuestro blog, y que le dan ese punto burgués y aristócrata a la historia de Lloret de Mar: Can Garriga y Can Roviralta.
Dos lugares que hemos elegido como nuestras puertas de entrada y de salida del MOLL, el Museu Obert de Lloret.
Can Garriga | El Museu del Mar de Lloret
Mencionar un pueblo situado a la orilla del mar y habitado por personas emprendedoras es hablar de la historia de Lloret de Mar y de sus gentes. Algo que plasma perfectamente el Museu del Mar de Lloret.
Ubicado en Can Garriga, junto al Passeig Marítim, frente al mar y muy próximo al caso antiguo, es el primer lugar que tienes que visitar en Lloret de Mar para poder viajar en el tiempo y sumergirte en su historia a través de la exposición permanente.
Una casa de «americanos»
Can Garriga es una de las casas de “americanos” que se conservan en Lloret de Mar. Se construyó entre 1886 y 1887, por encargo de Enric Garriga i Mataró -quien había hecho fortuna en Cuba y que regresó a su población natal-. En 1915, la familia Garriga adquirió la casa adosada (propiedad del también indiano Joaquim Terrats i Monter), construida en el 87, uniéndolas y convirtiéndolas en una sola casa.
A pesar de las diferentes reformadas que se han realizado, en la planta baja todavía se conservan elementos arquitectónicos y decorativos originales de cuando se construyeron en el siglo XIX.
Su aspecto y su arquitectura han hecho que se incluya entre el listado de localizaciones que puedes encontrar en la Catalunya Film Commission.
Entre las piezas museísticas que cuenta entre sus fondos destacan especialmente una extraordinaria colección de maquetas navales y diferentes elementos relacionados con la historia marinera de Lloret de Mar.
La exposición permanente del museo está dividida en cinco ámbitos temáticos que te llevan a viajar por el tiempo, y que están repartidos entre los tres pisos de que consta el museo.
1 | Fills del mar (Hijos del mar)
Empieza el viaje hacia los orígenes de Can Garriga, y hacia los de Lloret de Mar, mucho antes que se produjese la explosión del comercio marítimo.
Nos muestran la huella que íberos y romanos dejaron en Lloret, y cómo un acuerdo entre los condes de Barcelona y los vizcondes de Girona, firmado el 14 de octubre de 1001, segregaron Lloret del término de Maçanet de la Selva (en el interior), uniendo definitivamente la historia de Lloret de Mar con la costa y el mar.
Más info: L’0rigen del nom de Lloret de Mar i la seva senyal (el origen del nombre de Lloret de Mar y su escudo).
2 | Mediterrani (Mare Nostrum)
En este espacio se revive la historia de Lloret tras la eclosión del comercio marítimo, incidiendo en las rutas marítimas y los productos que se transportaban mayoritariamente.
Además tendrás la oportunidad de aprender una buena cantidad de términos marineros en diferentes idiomas.
3 | Les portes de l’oceà (las puertas del océano)
El tercer espacio temático del Museu del Mar se centra en la historia americana de Lloret: construcción de naves, rutas marítimas, familias marineras y su legado… «Cuando el Mediterráneo se queda pequeño, fue necesario mirar hacia otros destinos más lejanos, y América (especialmente Cuba) fue uno de esos horizontes.»
4 | Lloret després dels velers (Lloret después de los veleros)
Llegados al cuarto espacio temático, nos sumergimos en el momento histórico del final de la importancia de los veleros, cosa que hizo que los habitantes de Lloret de Mar tuvieran que buscar nuevos recursos económicos, mirando hacia el interior. Un momento en que las fuentes económicas de la población se tuvieron que reinventar.
De ahí que se iniciase el negocio del corcho y la fabricación de toneles, así como el retorno a la producción de hortalizas, reconvirtiéndose en los llamados campesinos de costa (pagesos de costa).
5 | Més enllà de la platja (Más allá de la playa)
Ya a punto de finalizar el recorrido por la exposición permanente, es el momento de que nos muestren cómo Lloret de Mar afronta su futuro, especialmente dentro del campo turístico.
Aquí volvemos a oír hablar del MOLL y se establece su punto de inicio. En este espacio se presentan los diferentes atractivos culturales y patrimoniales que ofrece Lloret de Mar –más allá del sol y la playa-, y te invita a pasear para irlos a descubrir. Unos atractivos que el turismo de finales del siglo XX escondió y que ahora no podemos dejar de redescubrir.
Museu del Mar
Camprodon i Arrieta, 2
17310 Lloret de Mar
Can Roviralta | Los jardines románticos de Santa Clotilde
Nuestra segunda parada del post nos lleva a los jardines de Can Roviralta, uno de esos lugares que te obligan a emitir un Oh! de fascinación por lo sorprendente que te va a resultar descubrirlo. Se trata de un lugar realmente de película, rodeado por un entorno de belleza natural, y ubicado sobre un acantilado que rompe en el mar. Unos jardines que, como Vil.la Amelia y Vil.la Cecilia en Barcelona, también tienen nombre de mujer: «Santa Clotilde».
Los jardines de Santa Clotilde
Supongo que ya habréis adivinado que os estamos hablando de los jardines románticos de Santa Clotilde. Unos jardines que poco tienen que envidiar a los jardines clásicos de inspiración renacentista italiano, y que realizó Nicolau María Rubió i Tuduri, por encargo de Raul Roviralta Astoul, marqués pontificio de Roviralta de Santa Clotilde, en su finca lloretenca de Can Roviralta.
Terrazas, caminos, rampas y escaleras se entrecruzan entre sí, y dan cobijo a esculturas, fuentes y estanques, perfectamente integrados en el entorno, sin que nada pueda parecer fuera de lugar. Estos jardines están considerados únicos, y el ejemplo más importante de jardines “noucentistes” en toda Catalunya.
Los jardines están abiertos al público -previo pago de entrada- desde 1997 cuando pasaron a titularidad pública, pero las casas siguen siendo de propiedad privada.
El proyecto, inspirado en la Villa d’Este romana, se inició en 1918 cuando Roviralta adquirió siete viñas en la zona de la Boadella, y se dio por acabado en 1934, con la finalización de la construcción de la casa principal. Durante la construcción ocurrió la súbita muerte de la esposa del propietario, el 27 de mayo de 1927, hecho coyuntural que motivaría que se decidiese cambiar el nombre original del lugar, la Proa, por el de la fallecida, a modo de homenaje: Santa Clotilde.
En los jardines de Can Roviralta existen dos edificaciones principales. La casa garaje, que fue la primera vivienda construida en 1927, y la casa principal, en cuyo diseño, según parece, no intervino ningún arquitecto, solamente se siguieron los criterios del propio Roviralta y de su amigo el pintor Domènec Carles.
Para los que queráis tener más información sobre la historia de los jardines, os enlazamos un interesante artículo del Punt Avui, Clotilde i el marquès, que resume de manera detallada la historia de Can Roviralta y de sus propietarios, junto a su relación con Lloret de Mar, así como uno específico sobre el entorno natural de los jardines, publicado por la asociación Itinerario Europeo de Jardines Históricos.
Jardins de Santa Clotilde
Passeig Jardins s/n
17310 Lloret de Mar – Girona
Anexo | La estirpe Roviralta Rocamora, con pinceladas de cotilleo
Tal y como nos explicó Sebastià Gispert, durante nuestra visita al Hotel Rigat Park con ocasión de las jornadas gastronómicas del arroz del 2019, todavía recordaba como de pequeño sus padres lo llevaban a la entrega de regalos a los niños y las niñas de Lloret de Mar, que cada día de Reyes se celebraba en la casa grande de Can Roviralta, siguiendo una costumbre que la familia Roviralta estableció a principios de los años 30, y que iba envuelta en un halo de exaltación roji-gualba, con la entrega de una estanquera a cada pequeño a la salida de la casa…
La visita a los jardines de Santa Clotilde nos ha despertado el interés por saber algo más sobre la estirpe familiar de los Roviralta y sobre esa historia de lazos familiares entre miembros de la burguesía catalana, que nos lleva hasta los Martinez-Bordiú, que por matrimonio estuvo emparentada con los Franco. Y la curiosidad nos ha llevado a tener que regresar a la Barcelona del siglo XIX, para conocer detalles sobre los protagonistas de nuestra historia, que nos ha descubierto historias de emigrantes enriquecidos, laboratorios farmacéuticos, negocios innovadores y la promoción de nuevos y emblemáticos edificios en plena etapa de crecimiento y renovación de la capital catalana.
Los Roviralta | De Barcelona a Lloret de Mar, pasando por Cuba y Argentina
Raul Roviralta Astoul era hijo de Teodor Roviralta Figueras, uno de los accionistas que junto a Salvador Andreu, Ròmul Bosch i Alsina, Romà Macava y otros, promovieron la construcción de un proyecto de ciudad-jardín en el Tibidabo, lo que dio como resultado la urbanización y la aparición de grandes mansiones en esa zona de Barcelona, como la todavía hoy existente Casa Roviralta, situada en la avinguda del Tibidabo, número 31.
Originario de Molins de Rei, Teodor Roviralta fue uno de los «americanos» que, después de pasar por Cuba y Argentina, regresó a Barcelona enriquecido y casado con la argentina de origen francés, Sofia “Mamita” Astoul Dessein, con quien tendría a nuestro protagonista, Raul Roviralta, quien convertiría Lloret de Mar en un referente de la jardinería mundial gracias a los magníficos jardines románticos que mandó construir sobre el mar.
Raul Roviralta Astoul se licenció en medicina en el año 1915, dedicándose profesional a la pediatría. En 1923 fundó los laboratorios Andrómaco junto a Ferran Rubió i Tudurí, para la venta de un reconstituyente muy popular, bajo la marca Glefina. En 1951 la Santa Sede, en reconocimiento a la labor humanitaria que había ido realizando en favor de los niños sin recursos, le otorgó el título nobiliario de Marquès pontificio de Roviralta de Santa Clotilde, que entendemos tenía carácter vitalicio y no fue heredado por ninguno de sus descendientes. Tras viajar a Brasil, conoció a Odila Arens Caldas “Memé”, con la que contrajo segundas nupcias.
Los Rocamora | De las velas de sebo al jabón
Clotilde Rocamora Rosés, primera esposa de Raul Roviralta, y a quien están dedicados los jardines de Lloret, era hija de Antoni Rocamora Pujolà y de Clotilde Rosés Feliu.
Familia burguesa por excelencia en la Barcelona de finales del siglo XIX, enriquecida por el negocio del jabón y las exportaciones a las Antillas, Antoni Rocamora Pujolà encargó al arquitecto Joaquim Bassegoda Amigò la construcción de un conjunto de casas de pisos en passeig de Gràcia, unidas en un único edificio, que hoy en día sigue luciendo fabuloso en entre Gran Vía y la calle Casp.
Según dicen, Rocamora hizo la inversión inmobiliaria con la finalidad de asegurar su dinero frente a la coyuntura que vivieron quienes negociaban con Cuba durante los años 80 del siglo XIX, y con el objetivo añadido de construir un edificio lo suficientemente grande para instalar a su gran familia y, a la vez, obtener una renta por el alquiler de los pisos del resto de plantas y de los bajos comerciales.
De los Roviralta Rocamora a los Martínez-Bordiú
El matrimonio Roviralta Rocamora tuvo cuatro hijos: Clotilde «Monon» Roviralta y Rocamora; Teodoro Roviralta y Rocamora; Alejandro Roviralta y Rocamora y Raul Roviralta y Rocamora, quienes dejaron la clase burguesa de sus ancestros, para entrar a formar parte de la clase aristócrata que les llevó la concesión del título nobiliario pontificio a su padre.
La primogénita, Clotilde, fue quien al casarse con Antonio Basso Molera dio origen a la rama familiar que nos lleva a nuestro breve “cotilleo” del post, en donde tenemos que mencionar al popularísimo miembro hippie de la familia Roviralta, Pocholo Martínez-Bordiú Basso, ya que “Monon” fue su abuela materna… y que suele dejarse ver por Can Roviralta de tanto en tanto.
Del matrimonio Basso Roviralta nació Clotilde Basso Roviralta, quien por matrimonio acabó siendo cuñada de la hija de Franco, (se casó con José María Martínez-Bordiú, XVII Barón de Gotor) y fue la madre de Pocholo, Clotilde, Kuka, Alfonso y Alejo…
Y finalizamos aquí esa pincelada tan frívola de periodismo rosa que nos hemos permitido incluir en el blog, dado que nos despertó el gusanillo de la curiosidad cuando nos lo comentaron, porque si no esto no tendría fin…
Recomendaciones desde nuestra experiencia
No somos demasiado dados a recomendar lugares en dónde comer o dormir, pero en el caso de Lloret de Mar vamos a hacer una excepción ya que los tres lugares que indicamos a continuación se lo merecen. A parte de ser tres lugares ideales, se lo merecen las personas que allí trabajan, por el trato tan atento y amable que, en todo momento, nos dispensaron cuando estuvimos.
¿Dónde dormir en Lloret de Mar?
¿Dónde comer en Lloret de Mar?
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