Hablar de Bodegas Torres es hablar de la historia de una familia. Una historia de cinco generaciones que ha transcurrido entre viñas y vinos. Una historia que nació en el Penedès, pero que hoy ya tiene repercusión a nivel mundial. De hecho, la empresa Torres ya nació con la palabra “internacionalización” en su ADN fundacional.
Dentro del marco de las actividades del 4º aniversario de BcnTB, este año optamos por compartir visita -en petit comité- al centro de visitantes que Bodegas Torres tiene en Pacs del Penedès, y la verdad es que la elección fue de lo más acertada.
Una propuesta irresistible para los apasionados de la viticultura y de la vinicultura y, por supuesto, para todos aquellos que siempre están dispuestos a conocer y saborear un poco más todo aquello que tenemos a un solo paso de casa.
Del Penedès a La Habana
Para buscar los orígenes de Bodegas Torres tenemos que viajar hasta La Habana de mediados del siglo XIX. Una ciudad a la que un adolescente de Sant Pere Molanta se desplazó para hacer fortuna. Ese adolescente era Jaume Torres Vendrell.
Debido a que el viñedo familiar lo había heredado el primogénito de la familia (él era segundón), Jaume decidió probar suerte en ultramar. Primero como un ahorrador empleado de ultramarinos y, posteriormente, como agente de una empresa americana de petróleos en Cuba, acabó consiguiendo reunir una pequeña fortuna, que le permitió regresar a su Penedès natal. En la cabeza llevaba una idea: crear una empresa con la que exportar y vender en Cuba los vinos que producían en la viña familiar.
Así es como en 1870 nació Bodegas Torres y Cía, una empresa de carácter familiar, pero de marcado espíritu internacional.
Tres Torres
Uno de los signos distintivos de Bodegas Torres es su logotipo, en el que aparecen tres torres iguales, una al lado de la otra. En lenguaje heráldico esas torres se describen como “tres castillos de plata alineados en faja, cada uno almenado de cuatro merlones y donjonado de una torre de homenaje almenada de tres merlones”. Una descripción que se corresponde con la de las tres torres que aparecen en el escudo de la Habana.
¿Casualidad? Pues no. Como ya hemos dicho, la Habana fue el principal destino a donde se embarcaron los primeros vinos que produjo la nueva empresa. De ahí que se decidieran incluir esas tres torres en el logotipo de la marca para dejar constancia de esa importante relación. Una relación que la historia ha querido que se mantenga en el tiempo.
De ahí que, entre los detalles que exhiben orgullosos en el Centro de Visitas de Pacs del Penedès, está la minuta del menú que se sirvió en la Cena de Estado que Raul Castro ofreció a Barack Obama durante su visita a Cuba de 2016. En la lista de vinos figuró un Torres Milmanda 2011.
La empresa de la familia Torres
Bodegas Torres es una empresa familiar, no solo de propiedad sino también de gestión. Algo que marca su carácter, filosofía y valores, de lo que dejan constancia en todas las actividades que llevan a cabo. En Mas la Plana –finca en donde se encuentra el Centro de Visitas– está la vivienda familiar de la cuarta generación de los Torres, desde donde se ha impulsado el crecimiento y la internacionalización de los últimos 20 años.
Otro dato que certifica ese carácter familiar es su pertenencia al Primum Familiae Vini, asociación que reúne a las once grandes familias europeas del vino, donde se promueve la transmisión de las tradiciones y valores de cada una de las empresas a sus respectivas nuevas generaciones.
Todas ellas son bodegas centenarias con viñedos en propiedad, que producen vinos de muy alta calidad y reconocimiento internacional.
Crecer en valor
Desde sus inicios, Bodegas Torres nunca ha dejado de crecer. En la actualidad no solo tienen viñedos en el Penedès, sino que también los posee en otras zonas vinícolas importantes como el Priorat, la Rioja alavesa, Ribera del Duero, Rueda, Rías Baixas, Chile y California.
Sin embargo, su apuesta por creer y expandirse no les ha hecho perder valor en sus producciones. Basándose en la máxima que “menos es más en el mundo del vino”, optan por producciones pequeñas que les permita mantener muy alto el listón de la calidad. De ahí que sigan trabajando la poda manual y aplicando técnicas tradicionales que evitan los herbicidas e insecticidas. Un ejemplo de ello es el uso de rosales a pie de viñas, que permiten detectar la posible llegada de ciertas plagas, y así evitar que ataquen posteriormente a las viñas.
También han abierto sus cultivos a diferentes variedades de uva, tanto locales como internacionales, pero con la precaución de elegir cada variedad en base a su adaptabilidad a cada terreno. El objetivo es conseguir que cada uno de sus vinos transmitan la verdadera esencia del terreno en el que se han cultivado las uvas con los que se producen.
Modernidad y ecología
Desde hace tiempo, también el medio ambiente ha entrado a formar parte de las preocupaciones de Bodegas Torres, especialmente debido al calentamiento global del planeta. Un hecho muy preocupante para quienes desarrollan su actividad en el mundo de la vinicultura. Como nos comentan nuestros anfitriones, la acidez es la columna vertebral del vino, ya que le aporta mayor frescor en boca y permite una mejor conservación. El calor produce azúcares, cosa que va en detrimento de la calidad.
De ahí que, partiendo de la premisa de que “cuanto más se cuida la tierra, mejor calidad tiene el vino que se produce”, Bodegas Torres está llevando a cabo toda una serie de políticas medioambientales destinadas a ayudar a controlar la contaminación. Desde la gestión medioambiental (uso del agua de lluvia) y la aplicación de energías renovables (placas fotovoltaicas), pasando por la agricultura biodinámica, hasta la propia sensibilización a sus proveedores de vidrio, optando por el uso de botellas de vidrio mucho más delgado, que aseguren una menor carga contaminante.
Recuperar el pasado
Como es habitual, hablar de la historia de la viticultura obliga a mencionar la palabra “filoxera”, la plaga que acabó con la mayor parte de las vides europeas en el siglo XIX. A pesar de que la plaga provocó la desaparición de la mayoría de plantas, todavía hoy en día se conservan algunas que, a pesar de que dejaron de ser productivas, no acabaron de morir del todo.
En base a ello, y motivados en parte por el cambio climático, Bodegas Torres está llevando a cabo un proceso de recuperación de variedades ancestrales que han quedado abandonadas, pero que han demostrado ser suficientemente fuertes para mantenerse vivas.
Cuando algún viticultor local informa de la existencia de una cepa improductiva y abandonada en sus campos, ampelógrafos de las bodegas toman una muestra y la llevan al laboratorio. Una vez allí, con la muestra en un tubo de ensayo, se procede a intentar eliminar la presencia de la enfermedad en el tallo, para una vez curado, plantarlo y esperar que vuelva de nuevo a producir.
Hasta el momento el ensayo ya se ha realizado con 50 variedades desconocidas, de las que seis han mostrado potencial, y dos dos ellas ya se han cultivado. La resistencia de estas plantas a las altas temperaturas aseguran una producción de uva de excelente calidad y acidez.
Mas la Plana
El Centro de Visitas de Bodegas Torres, situado en Pacs del Penedès, abrió sus puertas a mediados de los años 80, en su apuesta por acercar el mundo de la enología al público en general. Actualmente recibe una media de 100.000 personas al año, de 80 nacionalidades diferentes, y la oferta de los servicios y experiencias que ofrece no ha dejado de adaptarse a los cambios que ha ido experimentando el enoturismo.
Dado que los visitantes han demostrado voluntad de «pisar el terreno» y tener un contacto más directo con la tierra, desde hace un tiempo las visitas a la finca Mas la Plana se han complementado con un recorrido guiado por las viñas, con expertos sommeliers o enólogos que se encargan de irte explicando todo lo relacionado con el cultivo y la producción de sus vinos, de manera técnica pero totalmente comprensible. Un salto en el valor cualitativo de las visitas.
La visita se inicia en el edificio principal del Centro de Visitantes, donde hay un museo sobre la historia de Bodegas Torres, diferentes salas para eventos y una tienda con una selección de sus vinos. Tras recorrer a pie una parte de las viñas, subidos a un trenecito, nos desplazamos hasta el edificio insignia de la finca. Se trata del Celler Waltraud.
El Celler Waltraud
A lo largo de su historia, Bodegas Torres ha contado con diferentes espacios icónicos. A principios del siglo XX, fue una bota de roble gigante de 600.000 litros de capacidad, en el interior de la cual se celebró la visita que el rey Alfonso XIII hizo a Vilafranca del Penedès. Pero lamentablemente, una bomba la destruyó durante la Guerra Civil. En la actualidad, el Celler Waltraud ha asumido ese rol.
Waltraud es un nombre femenino de origen alemán, muy común en la época merovingia, que durante el romanticismo se convirtió en un nombre de moda. (Fuente: Wikipédia). Waltraud Maczassek es la esposa de Miguel A. Torres. En su honor se le dio su nombre a un vino elaborado con una variedad de uva alemana plantada en el Penedès. |
Siguiendo la política medioambiental de la empresa, el edificio se ha construido respetando los principios de la arquitectura bioclimática, y se caracteriza por estar perfectamente integrado en el paisaje. Cubiertas ajardinadas con especies locales y arena blanca se encargan de minimizar el calentamiento del interior de la bodega. Un árbol fotovoltaico y medios para recoger el agua de lluvia se suman para reducir el consumo energético e hídrico de las instalaciones.
El edificio, de aspecto minimalista y con grandes vidrieras al exterior, cuenta con diferentes obras de arte que aumentan el encanto del lugar. Una imagen muy diferente de la de una bodega tradicional, a pesar de que allí se lleva a cabo la vinificación y crianza de algunos de los vinos más emblemáticos de Bodegas Torres.
Y antes de marchar
Como no podía ser de otra manera, nuestro recorrido por la finca Mas La Plana acaba con una degustación de vinos, amenizada con las correspondientes explicaciones de nuestros anfitriones. Probamos un Mas la Plana, un Fransola y un Waltraud, cuyo bouquet nos animan a descubrir y comentar.
Siguiendo sus recomendaciones, antes de dejar la finca, todavía queda tiempo para pasar por la tienda del Centro de Visitantes y llevarnos un Sons de Prades y un Purgatori, vinos de otras DO que también producen en Bodegas Torres.
Nos despedimos frente a la enorme prensa de vino que hay en la entrada con una foto de familia, agradeciéndoles todos los conocimientos que nos han compartido, y con la promesa de regresar en breve para recorrer «la Carretera del Vi», nuestro próximo objetivo enoturístico de la zona.
Para saber más:
Centro de Visitas
Club Torres
Hola , sabé on puc trobar per comprar vi negra ( torres) Sensa alcohol. Podeu dir a on es
Compra. Moltes gràcies.
Hola Helena,
Potser si contactes directament Bodegas Torres et podrien informar on tenen els seus punts de distribució. Jo no disposo d’aquesta informació.
Una cordial salutació,
Conxita