Per Santa Llúcia, s’escurça la nit i s’allarga el dia.
Según la tradición, la luz artificial es uno de los elementos imprescindibles de las celebraciones del solsticio de invierno (en el hemisferio norte), entre las que destacan especialmente las de Navidad (Nadal, Noël, Natale…), en los países de tradición cristiana. Es el momento del año en que menos horas de luz solar ilumina la tierra, y de ahí que una de las decoraciones propias de esos días sea la instalación de miles de guirnaldas de luces, velas y adornos brillantes.
Ya lo explicábamos en nuestro post Barcelona inspira Nadal: “A pesar de que la iluminación navideña siempre se ha atribuido al deseo de los comerciantes para fomentar la predisposición al consumismo navideño, tiene su explicación en el origen pagano de estas fiestas, cuando a través del fuego se representaba a un sol ausente en el punto álgido del solsticio de invierno. Un punto de inflexión en el ciclo anual del astro rey, que daba paso a la finalización del su retroceso en el cielo.”
Por todo ello, la luz es tan importante y significativa…
Según la tradición de diferentes pueblos y ciudades, el inicio de la temporada navideña comienza con el encendido oficial de la iluminación de edificios y calles, iluminación que se mantendrá durante todo el Adviento, y hasta pasado el Año Nuevo/Epifanía, momento en que las horas de sol ya habrán empezado a aumentar de manera significativa desde el día 21 de diciembre.
¿Cuándo empezó la tradición?
Según parece el inventor de esta tradición fue el propio Thomas Edison, inventor a su vez de la lámpara incandescente. Dicen que después de muchas maniobras para dar a conocer su invento, fue en la Navidad de 1880 cuando –aprovechando el espíritu navideño de la comunidad- decidió «iluminar la Navidad» desde Menlo Park, en New Jersey. ¿Cómo lo hizo? Colocando diferentes lámparas incandescentes en su laboratorio, perfectamente visibles desde el exterior.
Dos años más tarde, Edward Johnson, iluminó por primera vez un árbol de Navidad en su domicilio de Manhattan, usando 80 luces, idea que rápidamente copiaron los publicistas de la época. Está considerado el padre de las luces de los árboles de Navidad.
En 1900, la venta de luces decorativas de Navidad ya fue objeto de publicidad de la mano de General Electric, y en 1925 ya se comercializaban a través de 15 compañías diferentes.
Evidentemente, la aparición de esta nueva manera de iluminar la Navidad solo vino a modernizar y facilitar algo que ya se venía haciendo, mediante el fuego y las velas, varios siglos antes. Pero es evidente que la facilidad de uso y “mayor seguridad” fue su impulso definitivo a la globalización de esa tradición.
La iluminación navideña en Barcelona
A diferencia de otras ciudades como NYC, Londres o París –famosas tanto por las ceremonias de encendido de luces navideñas, como por la iluminación navideña en sí-, la historia de Barcelona no ha sido especialmente relevante en ese sentido.
No obstante ello, en el documento que recoge el “protocol festiu de la ciutat de Barcelona”, hay un apartado dedicado a la iluminación navideña de las calles de la ciudad, donde se especifica: “L’enllumenat de carrers i el pessebre de la plaça de Sant Jaume | Cal que es vetlli per una imatge digna i coherent dels elements decoratius d’enllumenat i guarniments nadalencs i dels personatges i motius del pessebre d’acord amb la tradició consensuada.” («La iluminación de calles y el pesebre de la plaça de Sant Jaume | Se tiene que cuidar una imagen digna y coherente de los elementos decorativos del alumbrado y adornos navideños, y de los personajes y motivos del pesebre, de acuerdo con la tradición consensuada.»)
Como alguien afirmó hace un tiempo: “la iluminación navideña engalana y da vida a las calles en época invernal”, idea que compartimos, aunque lamentablemente no podemos citar al autor.
La iluminación navideña en la hemeroteca
Para intentar determinar cuándo se popularizó el uso de luces navideñas en Barcelona hemos consultado la hemeroteca de la prensa escrita y, entre otras, hemos encontrado tres menciones.
En la edición de La Vanguardia del 20 de diciembre de 1952, encontramos una primera información sobre la iluminación navideña de calles por decisión de los propios vecinos, como es el caso del carrer Petrixol.
En la del 19 de diciembre de 1959, se informa de la inauguración de la iluminación del carrer Pelai, dejando constancia de la asistencia de diferentes autoridades, así como incluyendo algunos detalles sobre el montaje de la misma, que transcribimos a continuación:
“Por fin, ayer lució la iluminación ornamental de la calle de Pelayo, cuyos vecinos y comerciantes han vencido con entusiasta denuedo todas las adversidades del destino. La decoración luminosa nos parece un acierto y gracias a ella la calle más transitada de Barcelona –récord tanto más notable cuanto el público circula solamente por una acera- ofrece un aspecto verdaderamente suntuoso. Sirven de soporte para el adorno las propias farolas del alumbrado, dotadas de un suplemento metálico, del que pende un amplio cono de guirnalda plateada, iluminada por el interior con focos especiales. La luz reverbere con brillantes centelleos en las argentadas cintas, que vienen a componer una especie de árboles de Navidad felizmente poetizados.
La instalación ha sido laboriosa y todavía quedan algunas farolas cuyo adorno ha de ser convenientemente colocado y alumbrado. Pero en el cuadro total no se advierten estas ausencias y el panorama que se contempla desde la plaza de la Universidad o desde la de Cataluña es particularmente grato y de considerables calidades espectaculares. Con ello el paisaje navideño de las calles barcelonesas ha quedado prácticamente concluido. La ciudad refulge en la noche como una ascua de oro, como una hermosa joya. La ciudad está verdaderamente bonita. Vale la pena de verla.
Al acto inaugural asistieron el concejal delegado del distrito, señor Torras Ventosa; por el Ayuntamiento, acompañado del jefe de ceremonial de dicha Corporación, don Felipe Gómez del Castillo; el presidente de la citada Asociación de Vecinos, don Carlos Rabassó; el decano de los alcaldes de barrio de la ciudad, señor Soldevila; el autor de los nuevos adornos señor Viola, y otras personalidades y un numeroso público.”
Y en la edición del 16 de diciembre de 1961, en la sección de “notas navideñas”, hemos encontrado el siguiente texto:
“La costumbre tradicional de adornar las calles con motivo de las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes, incrementada este año por el entusiasmo con que las Asociaciones de Vecinos, los industriales y comerciales y, en general, todas la población han acogido la decisión del Ayuntamiento de ordenar y unificar todas las iniciativas para el mayor esplendor de la evocación navideña, revestirá esta vez caracteres verdaderamente excepcionales. Son en número extraordinario las calles que lucirán magníficas iluminaciones y adornos alusivos y las fachadas y escaparates que estarán también adornados. Barcelona ofrecerá estos días un aspecto realmente deslumbrador.
El Ayuntamiento va a sumarse a esta exteriorización de los sentimientos cristianos de nuestra ciudad instalando en la plaza de San Jaime un nacimiento realizado en cerámica por el artista Francisco Alcor y un abeto de unos veinte metros de altura con unos ángeles diseñados por el escultor Riu Serra y coronado por una estrella, símbolo y guía de los Reyes Magos.
Los dos artistas nombrados pertenecen al Conservatorio Municipal de Artes Suntuarias Massana, cuyo director, don José María Güell Cortina, dirige la instalación de este artístico nacimiento que, sin duda alguna, será del agrado de todos los barceloneses.»
En definitiva, la hemeroteca nos deja constancia de que la iluminación navideña en Barcelona se empezó a institucionalizar a partir de finales de los años 50 del siglo XX, convirtiéndose en un tema destacado en el calendario de actos de la ciudad ya entrados los 60.
Iluminación navideña y pesebres de autor
Es evidente que, a diferencia de otros campos, la Barcelona innovadora, cosmopolita y moderna no ha acabado de encontrar su sitio dentro de las ciudades más destacadas en el mapa de la Navidad internacional. Aunque hay que reconocer que no ha sido por falta de interés en ello, especialmente en los tiempos en que se hacía bandera de la promoción de la «Marca Barcelona».
Desde hace unos años, en el Ajuntament de Barcelona viene siendo costumbre el buscar elementos peculiares y diferenciadores de los de otras ciudades, lo que hace que el diseño del programa de actos navideños gire en torno a un lema motivador, como fue el «Barcelona inspira Nadal», el «Hola Nadal» o el «Viu el Nadal» de este año.
Dentro de esa apuesta debemos incluir «las luces y los pesebres de autor», elementos de la decoración navideña de la ciudad que durante los últimos años no han dejado a nadie indiferente, tanto defensores como detractores. Propuestas ganadoras de concursos abiertos a escuelas de diseño u otros artistas, la decoración navideña ha conseguido despertar un interés especial entre los barceloneses y las barcelonesas, que hace que ya a finales de noviembre estemos pendientes del anuncio del «encendido de las luces de Navidad que marca el inicio de la campaña navideña», para poder admirarlo o criticarlo.
Luces de autor
Dentro del apartado de «luces de autor» recordar algunos de los diseños de los de los últimos años como el alumbrado navideño diseñado por la arquitecta Benedetta Tagliabue, basado en la utilización de materiales reflejantes para iluminar la Rambla de Barcelona tanto de día como de noche, incentivando el ahorro energético.
También mencionaremos las 462 aves de Claret Serrahima (gorriones, mirlos, gaviotas, loros y búhos), inspiradas en las ya desaparecidas pajarerías de la Rambla, que este año vuelven a iluminar ese emblemático paseo de Barcelona repartidas entre 84 árboles, a las que se han unido dos palomas de la paz como homenaje a las víctimas del atentado del pasado 17 de agosto.
Y, por supuesto, no dejaremos de incluir las sílabas relacionadas con la Navidad de la Gran Vía, el manto de estrellas que guiaron a los Reyes Magos del carrer Aragó o las hojas de plátano verdes y marrones de la Diagonal, que representan el dibujo de las baldosas que se colocaron con la renovación de dicha avenida, intentando que se convirtiesen en un nuevo símbolo de Barcelona con las baldosas gaudinianas del Passeig de Gràcia o el panot de la flor de Puig i Cadafalch.
Pesebres de autor
Y respecto a los pesebres, siguiendo con la dinámica de los últimos años en la plaça de Sant Jaume, en esta ocasión también se ha apostado por romper con lo habitual, y se ha vuelto a sorprender a los transeúntes, con una propuesta “minimalista”.
Se trata de un conjunto de figuras tradicionales, cada una de ellas sobre un palo esmaltado de color dorado, colocadas «a modo de un bosque de juncos, que se mueven con el viento, reflejan la luz del sol y se iluminan a la noche», en palabras de su creador, Jordi Darder, ganador del concurso convocado por el ICUB.
El pesebre está pensado para que los transeúntes puedan pasear por debajo de las figuras, como si lo hicieran bajo “una nube de luz”, especialmente cuando se ilumina al anochecer. Una manera de vivirlo y no solo de contemplarlo, tal y como también afirma Darder.
Pero como la Navidad no deja de ser tradición y siempre hay los ultraconservadores de la misma, a poca distancia de la plaça de Sant Jaume, pueden entrar en el maravilloso patio interior del Museu Frederic Marès y contemplar el pesebre clásico y de estética tradicional que la Associació de Pessebristes de Barcelona ha instalado en él.
En resumen, dos opciones diferentes para intentar satisfacer a la mayoría, ya que a todos es prácticamente imposible.
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