En 1980 el escritor Umberto Eco sorprendió gratamente a los amantes de la literatura con la publicación de su libro “Il nome della rosa”, que te trasladaba a una abadía medieval del siglo XIV, donde el escenario principal de la trama era una magnífica biblioteca en la que los monjes se dedicaban a copiar e ilustrar libros manualmente, mucho antes de que se inventase la imprenta. Con motivo de la celebración de la Setmana del Llibre en Català, he tenido la oportunidad de participar en una de sus rutas literarias, lo que me ha permitido descubrir el rico patrimonio bibliográfico que guarda Barcelona, procedente de diferentes bibliotecas monacales que alguna vez fueron reales y no de ficción, como ocurre en la novela de Eco.
A través de una ruta diseñada a partir de la novela «L’aire que respires» (traducida al castellano como «El aire que respiras») y acompañados por su autora, la escritora mataronense Care Santos, paseamos por algunos de los diferentes escenarios en que se desarrolla la trama, para acabar visitando la biblioteca de reserva de la Universitat de Barcelona, que se conoce con las siglas CRAI. La finalidad de la ruta era dejar constancia de cómo los libros han sido testimonio de las convulsiones políticas que vivió Barcelona durante el siglo XIX, que recoge una buena parte de la trama argumental de la novela.
El aire que respiras
Pero antes de comenzar a explicar lo vivido, seremos protocolariamente correctos y actuaremos de buen anfitrión presentado a nuestra invitada de honor, que no es otra que la novela que ha inspirado esta historia: “L’aire que respires”. Y qué mejor manera de hacerlo que recurrir a la transcripción literal de una opinión, un párrafo y su sinopsis.
La opinión: “El aire que respiras es un canto de amor a los libros, pero también a la ciudad de Barcelona. Después de leer esta gran historia coral, la ciudad no volverá a ser la misma. O será –otra vez– la que dejó de ser hace doscientos años”.
El párrafo: “Guillot ha decidido establecerse en Barcelona porque vino de visita hace unos cuantos años y le pareció la más francesa de todas las ciudades extranjeras. También porque, como pudo comprobar por sí mismo, el chocolate que venden aquí es de la mejor calidad. Y si alguna cosa hace perder el sentido al muy moderado Monsieur Guillot es una buena tacita de chocolate”.
La sinopsis: “Virginia acaba de heredar el negocio familiar: la librería ‘Palinur’. Entre el montón de ejemplares, polvo y papeles que su padre acumuló, pronto aparece la historia de Carlota Guillot y la búsqueda de un libro, escurridizo y caprichoso, que formó parte de una de las bibliotecas particulares más sibaritas de la Barcelona napoleónica. Una historia prolongada a lo largo de las décadas más convulsas del siglo XIX en que la ciudad asistió, incrédula, a su mayor transformación: el derribo de las murallas y la urbanización de su paseo más emblemático, La Rambla”.
Ahora ya tenemos algunos datos objetivos para recordar nuestro recorrido, que nos servirán para entender algunos de los lugares por los que pasamos. Espacios de sobra conocidos en Barcelona, sobre los que poco puedo aportar que pueda interesar, pero que nos sorprenderán si los miramos a través de los ojos de la escritora.
La obra revive diferentes episodios de la historia de Barcelona, pero uno de los más destacados es la de la Invasión Napoleónica, cuando Barcelona formó más parte de Francia que de España. Una etapa que la ciudad se alzó en contra de su invasor, lo que le acarreó sufrir graves consecuencias. Una etapa en que se empezó a implantar la corriente del Librepensamiento en la ciudad, que trajo la recién acabada Revolución Francesa. Una etapa en la que la ciudad empezó a sentirse asfixiada dentro de la muralla que la rodeada. Una etapa que dio paso a otra en la que la ciudad acabó con esa muralla y con su pasado medieval, para convertirse en la ciudad cosmopolita que es hoy en día.
La ruta literaria
Una vez partimos desde la Catedral, nuestro primer destino fue la pastelería Fargas y el palacio del Baró de Maldá. ¿Y por qué? Pues porque como dice Guillot en el libro: “el chocolate que venden aquí es de la mejor calidad”. Y que mejor manera para escenificarlo que visitando la confitería más antigua de Barcelona y donde estuvo la residencia de uno de los más conocidos apasionados amantes del chocolate que ha dado la historia de Barcelona, como fue Rafael d’Amat.
Librerías anticuarias
A continuación, pusimos rumbo hacia las calles de Canuda y de Bertrellans, con el objetivo de visitar otro escenario muy importante en la novela de Care Santos, concretamente la Llibreria Palinur donde, como reza su eslogan, se venden “Libros leídos. Ni viejos, ni usados”.
Care nos explicó que cuando te interesas por el mundo de los libros antiguos, y quieres localizar alguna joya perdida, es necesario conocer bien los lugares en dónde buscarlos, ya que no todas las librerías son iguales. Existen librerías almacén, donde puedes conseguir montones de libros a peso, y librerías anticuarias donde están los verdaderos ejemplares de colección, y en las que te puedes llevar algún que otro susto respecto al precio que te pidan por ellos.
En la calle Canuda tenemos ejemplos de ambos tipos de librerías. Una es la Llibreria Cervantes Canuda, situada junto al Ateneu Barcelonés y que se puede calificar como de librería almacén, y la Llibrería Anticuaria Farré que es una verdadera librería anticuaria, y que tiene una homóloga en la calle Bertrellans. Las explicaciones de Care Santos me hicieron recordar que entre los libros que tengo en casa, cuento con una edición del 1884, del libro “Obras poéticas de Espronceda”, de la Biblioteca Salvatella de Barcelona, y siempre me he planteado si realmente tiene valor o sencillamente es otro libro más.
Antes de proseguir hacia nuestro siguiente destino, nos recomendó que nos pasásemos por la Librería Balagué de Enric Granados, porque seguro que también nos sorprendería.
La parroquia de Santa Anna
Nuestra siguiente parada fue en la Iglesia de Santa Ana, un lugar que simboliza el antes y el después de la muralla de Barcelona, y que Care eligió como escenario de parte de la trama por estar ubicada en un lugar tan privilegiado y de tan larga historia. De monasterio de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén en el siglo XII pasó a colegiata en el siglo XVI, y a parroquia en 1835, título que unos años más tarde ampliaría a Parroquia Mayor de Barcelona.
Seguro que la mayoría de vosotros estáis cansados de pasar por delante y de no haber reparado en el lugar. ¿Me equivoco? Pues si podéis, no dejéis de visitarla. Es un reducto del pasado entre edificios modernos, y separada de la moderna plaça de Catalunya solo por una línea de edificios que dibujan el recorrido de la antigua muralla. Entre sus curiosidades: la cruz de término que hay frente a la puerta de entrada, y que me recuerda bastante a la que hay en el monasterio de Sant Cugat del Vallès, la espadaña (no campanario), el claustro (un oasis de tranquilidad en medio del trasiego de Barcelona) y la sepultura del noble Miquel de Boera, capitán general de las Galeras de las Españas y caballero de la Orden del Toisón de Oro que, por cierto, tiene una calle con su nombre en el barrio de la Barceloneta.
Según explican, la tumba se cedió temporalmente al Museo Marítimo en 1940, donde permaneció hasta 2001, cuando tras arduas gestiones se consiguió poder restituir a su lugar original. El oficio religioso que se celebró con motivo del traslado estuvo presidido por la archiduquesa Mónica de Habsburgo, duquesa de Maqueda y Santángelo y nieta del último emperador de Austria, lo que parece ser certifica que los servicios prestados por ese noble a la casa de los Austrias en el siglo XVI fueron lo suficientemente importantes como para ser honrado con la presencia de tan ilustre invitada.
En este punto, fue cuando Care dedicó unos minutos para hablarnos de la Desamortización de Mendizábal como origen del importante fondo documental y bibliográfico que nos esperaba en el edificio de la Universidad, punto final de la ruta.
Seguimos por la calle de Rivadeneyra con la finalidad de cruzar la Plaça de Catalunya y continuar caminando por la Rambla Catalunya, la Gran Via y llegar a la plaça Universitat. En la acera lateral de la Plaça Catalunya, por la que se une la calle Pelayo con la calle Fontanella, Care hizo hincapié en que nos fijásemos en cómo se notaba todavía la sombra de la muralla en el trazado de esa parte de la ciudad.
La plaça de Catalunya
Presentada como un lugar de encuentro y de reivindicación, que actualmente es el centro neurálgico de la ciudad, había sido un descampado yermo fuera muralla, que Cerdà no incluyó en su plan de urbanización, y sería gracias a las exposiciones de 1888 y 1929 que iría tomando forma e integrándose en la ciudad. Pero a pesar de haberse convertido en el lugar lleno de vida que es hoy, continua siendo un lugar poco acogedor. Una plaza que desde siempre ha formado parte de la vida de los barceloneses pero a la que, como confesó Care, todavía le falta algo. ¿Vosotros que creéis?
El CRAI de la Universitat de Barcelona
Y por fin, pusimos rumbo al destino final y principal de ese paseo literario, la biblioteca de reserva de la Universitat de Barcelona, donde nos iban a mostrar una parte de la gran riqueza bibliográfica que guarda entre sus fondos. Tal y como nos explican en la página web de la UB, el Centre de Recursos per a l’Aprenentatge i la Investigació de la UB se creó en 2004 con la finalidad de adaptarse a los nuevos espacios de estudios universitarios europeos (EEES y ERA), que combinan la formación teórica con I+D+i. A través del CRAI se han integrado todos los servicios de apoyo que la biblioteca puede prestar tanto a la docencia como a la investigación.
Como ya nos había explicado Care, la mayor parte del fondo actual tiene su origen en la desamortización de los bienes eclesiásticos, que sacó a la luz la riqueza que guardaban las bibliotecas conventuales de Barcelona. Tras pasar por diferentes lugares, como el convent del Carme en la Rambla o el convent de Sant Joan de Jerusalem, finalmente fue a parar a los sótanos del edificio de la plaça Universitat, donde ha permanecido. Del fondo inicial, que constaba de un total de cerca de 143.000 ejemplares, se conservan unos 90.0000, de los que todavía falta por catalogar una tercera parte.
Una vez en el interior de la biblioteca nos invitaron a viajar en el tiempo, y a trasladarnos a la época en que la paciencia y tener buena caligrafía era toda una gran virtud. Nos explicaron que entre manuscritos, incunables y ediciones de entre los siglos XVI y XIX, la biblioteca posee uno de los fondos más importantes del Estado, que además destaca por la riqueza de los volúmenes que se custodian. El fondo está integrado por ejemplares que versan sobre diferentes materias, tanto del ámbito de las humanidades como de las ciencias, e incluso cuentan con un curioso libro, considerado la primera guía de viajes.
A la pregunta de cuál es el más ejemplar más antiguo, nos respondieron que un manuscrito del siglo X, y a la de cuál es el más valioso, afirmaron que la Crònica de Jaume I.
Respecto a la identificación de la procedencia, la realizan a partir de diferentes sellos o índices que figuran en los mismos ejemplares, por lo que saben que muchos de ellos proceden del antiguo convento de Sant Josep, que estaba ubicado en el lugar que hoy en día ocupa el Mercat de la Boqueria. Además de los sellos, nos explicaron que otro procedimiento de identificación es a partir de las características de la encuadernación, ya que cada convento utilizaba un estilo determinado, la mayoría de ellos hechos con pergamino ya que era el material más económico de la época.
Mientras nos iban mostrando los diferentes ejemplares que habían elegido, nos fueron comentado los diferentes tipos de caligrafía que se usaban, las letras capitales, las ilustraciones, las anotaciones en el margen, los materiales para la encuadernación… Aprendimos el porqué de los grandes márgenes que se dejaban en los libros antiguos, con la finalidad de preservar su contenido frente a un posible incendio, la resistencia del pergamino frente al papel, el peligro que representan el agua y la humedad para su deterioro, las técnicas xilográficas y calcográficas para las ilustraciones, el sistema de manículas para resaltar párrafos interesantes. En fin, todo un mundo que descubrí gracias a esa interesante visita, y que me sorprendió gratamente.
Algunos ejemplares
- Manuscrito: Taula per alphabet sobre tots los libres de Seneca e la exposició d’ells, Fr. Luca Manelli. Propiedad de Francesc Desplà, como muestra el escudo de armas de la familia.
- Manuscrito: Regla de Sant Benet. Translació al català per lo monge Arnaldo de Alfarrás, 1457.
- El Devoto peregrino y viaje a Tierra Santa: Compuesto por el padre Fr. Antonio del Castillo.
Relato detallado y pormenorizado de un viaje de peregrinación a Tierra Santa, decorado con xilografías y calcografías. Considerado como la primera guía de viajes ilustrada. - Impreso con portada de 1542: De historia stirpium commentarii insignes. Tratado científico de botánica médica de Leonhart Fuchs. [Por cierto, parece ser que a este médico alemán le debemos la existencia del color fucsia. No sé, quizá sea por su apellido].
Para saber más:
Web de Care Santos
Barcelona librerías