La curiosidad es intrínseca al ser humano. ¡Qué levante la mano quien nunca ha sentido curiosidad por conocer la casa del vecino! Que a nadie le dé vergüenza reconocerlo; la curiosidad es un instinto natural del ser humano.
Pues bien, eso es lo que, en parte, nos permiten hacer el festival 48h Open House Barcelona, que anualmente nos abre las puertas de un importe número de edificios de la ciudad que no se pueden visitar habitualmente. Supone una interesante manera de conocer “la intimidad” de algunos edificios de la ciudad de los que solo podemos ver sus fachadas. La oferta se ha ido ampliando a lo largo de las diferentes ediciones, de manera que los habituales del evento siempre tienen algún que otro nuevo edificio que todavía no habían podido visitar.
Una manera de motivar el gusto por la arquitectura y el urbanismo más allá de los que forman parte de la profesión, y que da pie a recorrer, mirar y observar los detalles que marcan la singularidad de cada edificio.
En el año 1992, Open House empezó a funcionar en Londres como una pequeña organización sin ánimo de lucro que buscaba promover la conciencia colectiva de los londinenses hacia el diseño y la arquitectura de su ciudad. De esta manera, se abrió por primera vez el acceso a edificios emblemáticos que habían tenido la entrada vetada al público en general hasta entonces, y pusieron la primera piedra de un proyecto que ya se ha extendido a los cinco continentes.
Después de dos décadas de trayectoria, el resultado ha sido que la arquitectura ha pasado a formar parte de la conciencia colectiva de los habitantes de una ciudad, y que todos los elementos del paisaje arquitectónico se han ido reconociendo popularmente como partes esenciales de la propia ciudad. La mayoría nos hemos concienciado de que no hace falta tener conocimientos técnicos para poder apreciar el valor arquitectónico o de diseño de un lugar, tal y como suele ocurrir con una obra de arte.
Como he comentado, el concepto se ha ido estableciendo en diferentes ciudades alrededor del mundo. Si la idea nació en Londres, en 2002 la adoptó Nueva York, ciudad a la que siguieron Dublín, Tel Aviv, Jerusalén, Helsinki, Oslo, y a la que en 2010 se sumó Barcelona por primera vez.
Desde esa primera edición su éxito se ha ido consolidando y ampliando año tras año. Mientras que en 2010 solo unos pocos privilegiados se apuntaron al estreno, actualmente hasta resulta poco cool no ir a visitar ninguno de los edificios que abren sus puertas en los diez distritos de la ciudad y las ciudades invitadas del área metropolitana.
Lo que no se puede dejar de afirmar es que una vez más Barcelona va a vivir una nueva fiesta de la arquitectura que, dada su especial relación histórica con este tipo de arte, volverá a permitir viajar a través de sus edificios por las diferentes etapas de la historia de la ciudad, empezando por las ruinas de la época romana, pasando por los años del gótico, la decadencia neoclásica, la explosión modernista, las genialidades de la arquitectura moderna y realista, hasta llegar a las representaciones arquitectónicas más contemporáneas, pudiendo visitar una variada muestra de edificios públicos, privados, burgueses y proletarios.
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