Cuando nos hablan de la comarca del Bages, irremediablemente pensamos en Montserrat y en su monasterio, en Manresa y en su catedral –“gemela” de la catedral del Mar-, en Cardona y en su castillo y, como no, en Santpedor y en Pep Guardiola. Pero evidentemente, el Bages es mucho más.
Y una buena parte de esas otras cosas que hacen que la comarca sea mucho más están directamente relacionadas con su pasado agrícola y la tradición vitivinícola de la zona. Una tradición un tanto desconocida, y por la que se ha vuelto a apostar fuerte de un tiempo hacia acá: recuperando el patrimonio abandonado, volviendo a cultivar tipos de vides autóctonas o volviendo a elaborar vinos con denominación de origen y en producciones sostenibles y limitadas.
De hecho, según la tradición, se cree que el topónimo de Bages deriva de la palabra latina Bacus, nombre que recibía el dios del vino y de la vid, lo que se interpreta como una evidencia de la abundancia de viñedos en esa zona desde época romana.
El Parc Natural de Sant Llorenç de Munt i l’Obac
Como su nombre indica es un parque protegido, que tiene una superficie de cerca de 14.000 hectáreas, repartidas entre las comarcas del Bages, el Vallés Occidental y el Moianés, todas ellas en la provincia de Barcelona.
En la zona situada entre los términos municipales de Mura, Talamanca y el Pont de Vilomara i Rocafort, escondido entre muros de rocas, abundantes masas de pino blanco y bajo bosque de plantas mediterráneas como el romero y el tomillo, se conserva uno de los patrimonios más peculiares y curiosos del Bages: les tines y las barracas de piedra.
Les tines y barracas de piedra
Con la finalidad de dar cobijo a los viticultores, guardar los utensilios agrícolas y producir vino a pie de viña, durante el siglo XIX se construyeron una buena cantidad de pequeñas edificaciones de piedra repartidas por diferentes lugares, de las que en la actualidad se conservan una buena selección, todavía en muy buen estado. Ir a descubrirlas es todo un incentivo.
Tomando la pista forestal que parte del kilómetro 4,1 de la Ctra. del Pont de Vilomara a Rocafort (cartel Oristell), se puede hacer un recorrido de 3 kilómetros de distancia, a pie o en bicicleta, a través de una parte del parque (valles del Montcau) donde se encuentran hasta cinco grupos de edificaciones. Unas construcciones tan curiosas, que incluso te pueden llegar a recordar el exterior del ábside de una antigua iglesia de estilo románico, y que no te van a dejar indiferente.
Existen tines aisladas y tines en grupos, que quizás son las más interesantes. De forma redondeada, y algunas de ellas adosadas a una caseta auxiliar que completa la construcción, forman unos conjuntos arquitectónicos de lo más curioso. En su interior, algunas todavía conservan las maderas que servían para machacar las uvas y filtrar el mosto, que se dejaba caer a su interior para que empezase a fermentar.
La construcción de piedra se completaba con un recubrimiento interior de cerámica y con una cúpula superior, se cubría con tierra para impermeabilizarla.
Cada uno de los grupos que se encuentran en la ruta están perfectamente señalizados por una placa explicativa.
Un poco de historia
Estas construcciones de piedra tan singulares tienen su razón de ser en la explotación de las viñas que había repartidas entre los valles del Montcau, y que se encontraban bastante separadas de los núcleos urbanos.
Dado el crecimiento que experimentó el cultivo de la vid a mediados del siglo XIX (por el aumento de la demanda de aguardiente en el norte de Europa y América), muchas zonas boscosas y montañosas del lugar empezaron a cultivarse, creando terrazas en las laderas de las montañas. La dificultad de acceso a algunos de esos lugares, hizo que los campesinos tuviesen que buscar soluciones para poder permanecer en ellos durante largas jornadas, mientras estaban fuera de sus hogares. De ahí que la tradición de producir el vino en las bodegas de las casas, se trasladase a pie de las viñas y diese lugar a la aparición de estas construcciones.
Aunque en un principio la situación geográfica de la zona la protegió de la llegada de la filoxera y le ayudó a expandir las explotaciones ante las pérdidas sufridas especialmente en Francia, finalmente también sucumbió a la plaga. La pérdida de las viñas, unida a la incipiente industrialización del Bages, fueron determinantes para que se acabase abandonando la tradicional producción de vino.
Los vinos DO Pla de Bages
En la actualidad, un grupo de pequeños productores han trabajado por recuperar la actividad vitivinícola de la zona y, desde la sostenibilidad y la producción personalizada, han conseguido poner en el mercado una buena selección de vinos DO Pla de Bages, afrutados y frescos.
Las catorce bodegas adscritas a esta denominación de origen son explotaciones familiares con viñas propias, que han apostado por recuperar variedades de uva autóctonas como la Picapoll, todo un símbolo de identidad del Bages.
El Moli del Mig
Y siguiendo con el patrimonio histórico, otro lugar que no hay que perderse si visitas la zona es el Moli del Mig. Situado a un kilómetro del centro urbano de Mura, junto a la riera de Nespres, es toda una referencia de la historia campesina de la zona.
Según parece, las primeras informaciones documentadas sobre la existencia del molino datan de 1056, coincidiendo prácticamente con las que ya hablan de un pequeño núcleo de focs (hogares) alrededor de la iglesia de Sant Martí, lo que da pistas sobre la existencia de la población de Mura.
Aunque inicialmente el molino se dedicó exclusivamente a la producción de harina, con el tiempo incorporó una prensa para vino y aceite, así como los mecanismos hidráulicos necesarios para la producción de luz, a partir del aprovechamiento de la fuerza del agua de la riera que hay junto a él.
El molino estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XX, y en la actualidad acoge un museo, que deja testimonio de su pasado como una de las “primeras industrias campesinas” del pueblo de Mura, debido a su variedad de actividades.
Además de poder encontrar expuesta una interesante variedad de artilugios relacionados con su funcionamiento y con la actividad agrícola paralela, el museo complementa su oferta con el cultivo y la distribución de productos de la huerta de temporada, entre los que destacan el tomate rosa y la berenjena blanca, dos de las hortalizas más emblemáticas de la comarca.
Oferta gastronómica: Cal Carter
Y entrando en la oferta gastronómica, especialmente recomendable el restaurante Cal Carter, situado en el centro del casco urbano de Mura. Un establecimiento con 50 años de historia a sus espaldas, fundado por la familia Perich, que todavía sigue al frente del mismo, lo que asegura que mantenga el carácter acogedor y familiar de sus inicios.
En la carta predominan los platos elaborados con productos locales, que adaptan a la disponibilidad de la materia prima que les da la huerta cada temporada. Una mención especial a los platos elaborados con el porc ral d’Avinyo, raza autóctona del Bages. Y evidentemente, como no podía ser de otro modo, la carta de vinos contiene una buena selección de los DO Pla de Bages.
Paseo por Mura
Y para finalizar la jornada, si te decides por acabar de descubrir el encantador entorno medieval del pueblo, piérdete por sus calles empedradas y te sentirás como si viajases en el tiempo hacia algunos siglos atrás.
En diferentes puntos del recorrido irás encontrando indicaciones que te mostrarán en donde te encuentras. Sigue el itinerario y no te perderás ninguno de los lugares de interés que debes visitar.
Uno de ellos es la Casa de la Vila, edificio del siglo XVIII que está inventariado dentro del Patrimoni Arquitectònic de Catalunya. Y el otro, la Església de Sant Martí, construida sobre la pequeña iglesia prerrománica que fue el germen del nacimiento de Mura. En su interior, además de una magnífica distribución arquitectónica, verás un curioso el carillón que hay sobre la puerta principal de entrada y la maquinaria de un reloj catalán que guarda en una de sus paredes laterales.
Y antes de marcharte, de obligatorio cumplimento, debes pasarte por alguna de las tiendas de productos típicos de la zona. Especialmente recomendables los gastronómicos, como quesos, embutidos, pan, garbanzos y, por supuesto, la excelente y variada oferta de vinos. Algunas recomendaciones de los productos que probamos: queso de Artelac, vinos de Celler Abadal, Celler Solergibert, Oller del Mas y el excelente pan de Cal Muntada.
Ya lo sabes, si no tienes ni idea de qué hacer para romper con la monotonía del día a día, piensa en Mura y en su entorno, y acércate a esa zona del Bages para darte un baño de historia, naturaleza, patrimonio y gastronomía. Y di sencillamente: ¡Porqué yo lo valgo!
Para saber más:
Bages Terra de Vins
Do Pla de Bages
El Moli del Mig
Ajuntament de Mura
Cal Carter
Un artículo bastante bueno y completo. Ya sé qué debo visitar si voy a Monserrat, qué ver y dónde comer. 10/10
¡Hola Juan! Gracias por tu comentario. Seguro que te gustará.