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APELLIDOS ILUSTRES Y UN PALACIO REAL

Nota: Artículo revisado y actualizado con fecha 2 de noviembre de 2023.

El Palacio Real de Pedralbes, como su mismo adjetivo nos indica, fue una de las residencias que la Familia Real española utilizó entre los años 1919 y 1931 durante sus visitas a Barcelona, y desde ese mismo año está calificada como bien de interés cultural.

Palacio real
Palacio de Pedralbes

Desde 2004, el Palacio es propiedad de la Generalitat de Catalunya, y acoge el secretariado de la Unión por el Mediterráneo, lo que explica el alineado de banderas que solemos ver frente al muro principal en la avenida Diagonal. Asimismo, es un lugar que también se utiliza para celebraciones protocolarias de las administraciones públicas, o de aquellas entidades que tienen la suficiente influencia para conseguir la cesión (bajo pago) de uno de sus espacios.

Los antecedentes del Palau de Pedralbes

Pero antes de por un palacio, el terreno fue ocupado por otras construcciones. Para localizar el origen del terreno tenemos que irnos un tanto más allá en la historia, y esos pasos nos conducirán a hablar de una de las familias con uno de los apellidos ilustres en la historia de Barcelona: el de la familia de los Güell. Una estirpe que inició Joan Güell i Ferrer, y continuó su hijo, Eusebi Güell i Bacigalupi, a quien otorgaron el primer título de conde de Güell.

Viajemos en el tiempo hasta el siglo XVII, y trasladémonos a un pequeño núcleo agrícola y campesino situado a las afueras de la Barcelona, llamado les Corts de Sarrià, en donde estaba la masía Can Feliu, cuyos terrenos formaban parte del espacio del que hoy estamos hablando.

En el siglo XIX la familia Güell, que vivía como la mayoría de los burgueses de su época junto a la Rambla de Barcelona, decidió construirse una finca de veraneo en las proximidades de la ciudad. Y para ello eligieron el núcleo de les Corts de Sarrià, como hemos dicho, que era uno de los municipios que conformaban el Pla de Barcelona. Allí adquirieron tes fincas, de las que la masía Can Feliu era el núcleo principal.

A los terrenos de la masía, sumaron los de la Torre Baldiró y los de Can Cuyás de la Riera, sumando una extensión total de 30.000 metros cuadrados. Y tras disponer de la titularidad de todas esas tierras, encargaron la reestructuración de todo el espacio al arquitecto Joan Martorell.

El resultado de los trabajos de Martorell parece ser que fue un palacete de aspecto caribeño, con frondosos jardines que delimitó con un muro exterior, cuyo diseño y construcción encargó a uno de sus discípulos, un joven Antoni Gaudí. Quien también se encargaría del diseño de la Font de Hércules y de la pérgola-umbrario.

En la actualidad, de ese muro exterior se conservan tres de las puertas que permitían el acceso a la finca.

De la puerta principal de acceso a la finca partía un camino particular (actualmente se corresponde con el trazado de la calle de Manuel Girona), que enlazaba con la carretera que Ildefonso Cerdà trazó para unir Sarrià con Barcelona, y que cruzaba el Eixample de este a oeste. De esta manera la familia Güell podía trasladarse por un camino casi directo desde su residencia en Barcelona (primero en la Rambla de los Capuchinos y posteriormente en el Palau Güell del carrer Nou) hasta su finca de verano. Primero de la Rambla hasta enlazar con la carretera de Sarrià y, una vez en el término municipal de les Corts de Sarrià, siguiendo por el camino particular de su finca. Esa puerta es la que hoy en día da acceso a los Pabellones Güell.

Puerta de acceso a los Pabellones Güell
Reja de hierro con la figura de Ladón, dragón guardián del Jardín de las Hespérides según la leyenda

Las puertas de acceso a la finca de los Güell

El conjunto de la puerta a los Pabellones Güell está formado por la casa del portero (masover) y un edificio compuesto por una zona de cuadras para caballos y un picadero. Si nos fijamos en la decoración de las fachadas nos recordarán el arte mudéjar, ya que en su decoración se utilizó el estilo oriental.

Lo más destacable, y a la vez más característico, es la puerta de hierro forjado con la figura de un dragón con alas de murciélago, la boca abierta y el cuerpo recubierto de escamas. Representa a Ladón, el guardián del jardín de las Hespérides que tras ser vencido por Hércules se convirtió en la constelación de la serpiente como castigo por el robo de las naranjas, y que forma parte de la mitología catalana.

En la parte superior se puede distinguir un naranjo de metal con naranjas doradas que recuerda el mencionado robo. Para su diseño Gaudí se inspiró en un poema que Jacint Verdaguer -quien visitó la finca en diferentes ocasiones- había incluido en su obra La Atlántida. Actualmente los pabellones –que no están abiertos al público en general- son la sede de la Real Cátedra Gaudí y del Jardín Botánico de la Facultad de Biología de la UB.

Para poder ver las otras dos puertas, que todavía se conservan, tenemos que cruzar la Diagonal ya que, con el trazado de su tramo final en 1924, la finca de los Güell quedó dividida en dos partes, y ambas puertas quedaron en la parte sur.

La primera puerta se encuentra junto al Institut de Ciències de la Terra Jaume Almera, a donde se trasladó tras su restauración en 1982. La segunda se conserva como puerta de acceso a los jardines de la Facultad de Farmacia.

Ambas son dignas de visitar, ya que muchas personas pasan por delante sin saber que están dejando atrás una obra de Antoni Gaudí.

Antigua porta de acceso a la finca Güell frente a la Facultat de Farmacia de la UB
Antigua puerta de acceso a la finca Güell junto al Institut de Ciències de la Terra Jaume Almera

La espectacularidad de esta finca no pasó desapercibida en su época y, según he podido leer, diferentes publicaciones históricas la mencionaron. La Guía de Barcelona de J. Roca y Roca en su artículo la “Quinta de don Eusebio Güell en Les Corts Velles”, la revista inglesa Academy Architecture que publicó un grabado de la casa de “Emilie Güell by Antonio Gaudí”, y la Guía de Barcelona para la Exposición de 1888 que publicó la primera fotografía que se conoce del dragón de la puerta principal.

Trazado aproximado de la extensión de la finca de los Güell en un plano actual
Trazado aproximado de la extensión de la finca de los Güell en un plano actual

Y ¿desde cuándo un Palacio Real?

Y por fin llegamos al momento de saber el porqué de la conversión de una finca de veraneo de una familia burguesa en un palacio real.

Tras el fallecimiento de Eusebi Güell, en 1918, la finca pasó a manos de sus herederos, quienes decidieron ceder una parte del terreno a la Casa Real con la finalidad de que pudiesen construir un nuevo Palacio Real en Barcelona. Y digo «nuevo», porque el último edificio que había hecho esas funciones en Barcelona se quemó el día de Navidad de 1875.

Como ya explicamos en el blog, durante época medieval, Barcelona tuvo su primer Palacio Real en la plaça del Rei. A partir del siglo XVII, el concepto «palacio real» se reconvirtió en «residencia del virrey», y se trasladó a un edificio diferente, situado en la plaza principal de la Barcelona comercial. Un lugar que con el tiempo pasaría a llamarse Pla de Palau.

Este edificio, conocido como la Hala del Draps por sus orígenes comerciales, fue donde residió el archiduque Carlos durante el tiempo que vivió en Barcelona, así como los diferentes capitanes generales que lo sucedieron hasta 1846, cuando el palacio se rehabilitó para que la reina Isabel II se hospedase durante una visita a Barcelona.

Vista parcial de la Hala dels Draps en Pla de Palau (a la izquierda de la imagen). Foto: Wikipedia commons, dominio público

Tras el incendio de 1875, el edificio desapareció y Barcelona se quedó sin ningún Palacio Real. Algo que obligaría a las autoridades del momento tener que ingeniárselas para hospedar a la reina regente Maria Cristina y a su hijo de dos años de edad, el rey Alfonso XIII, durante su visita a la Exposición Universal de 1888. Y el lugar elegido fue el propio edificio del ayuntamiento, previa adecuación de algunas de sus dependencias.

Ese fue motivo suficiente para que los Güell considerasen que había llegado el momento de que Barcelona volviese a tener una residencia oficial y definitiva para poder acoger a los miembros de la Familia Real cuando visitasen la ciudad. De ahí que colaborasen en el proyecto entregando una parte de los terrenos de su finca familiar.

El edificio del Palacio Real

Sobre la antigua mansión de los Güell se construyó el cuerpo central del edificio, con una altura de cuatro plantas, al que se le incorporó una capilla en la parte posterior y dos alas laterales de tres pisos de altura.

La fachada se decoró con porches, columnas toscanas, aberturas de arco de medio punto, medallones y jarrones que coronaron la construcción, que todavía hoy se conservan. En la parte superior se coloraron tres esculturas que representan a Apolo, Adonis y Antinoo. En la decoración de los interiores se mezcló el estilo Luis XIV con otros más contemporáneos.

En el rediseño de los jardines se optó por respetar muchos de los árboles ya existentes y algunos elementos decorativos, pero también se incorporaron otros nuevos. Dos ejemplos son las fuentes de Buigas y la estatua de la reina Isabel II presentando a su hijo Alfonso XII a la ciudad de Barcelona, que es propiedad del museo del Prado [Nota: Fue retirada de ese lugar].

En 1931, tras la proclamación de la República y la abolición de la monarquía, el Ayuntamiento recuperó la titularidad del palacio y trasladó allí la sede del Museo de Artes Decorativas y la Residencia Internacional de Señoritas Estudiantes. Durante la dictadura franquista fue la residencia oficial del jefe del estado en Barcelona.

Los títulos nobiliarios de los Güell

Una de las consecuencias más directas de un regalo tan espléndido es que en 1910, Alfonso XIII -usando la potestad que tiene en exclusiva la Corona- concedió a Eusebi Güell el título nobiliario de conde de Güell, en agradecimiento a su colaboración en el engrandecimiento económico del país. 

Ese título nobiliario junto al de marqués de Comillas, que unos años antes había otorgado Afonso XII a Antonio López y López (suegro de Güell) (y que posteriormente lo elevaría a la dignidad de Grande España de primer grado), los heredaría su primogénito Juan Antonio Güell y López.

Al año siguiente, en 1911, el rey volvió a conceder otros dos nuevos títulos a la familia Güell: el de vizconde de Güell a Claudio Güell y López, y el de barón de Güell a Santiago Güell y Lopez, hijos menores de Güell. 

En definitiva, es que una familia burguesa pasó a formar parte de la aristocracia cortesana por designio real gracias a los favores prestados a la Corona.

Y para acabar, solo queda recordar que, como supongo que todo el mundo sabe, en la actualidad la residencia oficial de los monarcas españoles en Barcelona está en el Palauet Albéniz, situado en Montjuïc, y que abre sus puertas en contadas ocasiones para poder visitarlo. Pero eso ya es otra historia.

Visita la Galería fotográfica que tengo en la página de Facebook de Barcelona en horas de oficina.

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