Hay unas cuantas fechas fatídicas en la historia de Barcelona a las que, por desgracia, agosto de 2017 se ha sumado a la lista, así como a la historia de La Rambla de Barcelona.
Cuando escribí la introducción del post que le dediqué a la emperatriz Elisabeth Christine von Braunschweig-Wolfenbüttel, para explicar su paso por la ciudad de Barcelona y su aprecio por nuestra ciudad, ni me podía imaginar que casi sería profético para mi propia persona.
El pasado día 17 de agosto, a primera hora de la tarde, estaba paseando por los jardines del Palacio de Schönbrunn cuando un mensaje de WhatsApp me informó de lo que acababa de pasar en la Rambla de Barcelona. Automáticamente busqué un banco en donde sentarme, y “en aquel preciso instante mi mente voló hacia Barcelona…”. Lo que habíamos temido que podía pasar, había pasado.
Como escribía Alex del Blog Societat Anònima, en su post del 22 de agosto titulado “A 6.174 kilómetros #Barcelona”, a mi me ocurrió exactamente lo mismo:
…“Os puedo asegurar que a partir de ese momento dejó de interesarme la visita porque el shock fue enorme. Debo admitir, por lo tanto, que el seguimiento de los acontecimientos lo he realizado sobre todo a partir de las redes sociales. No sé si es bueno o malo… pero es. ¿Y qué he percibido en la distancia? Un caos de sensaciones positivas y negativas.”…
Sensación de estar lejos y no poder hacer nada
A diferencia de Nueva York o París, en Viena no hubo fuentes iluminadas ni monumentos a oscuras, en señal de homenaje y respecto. Solamente pude ver la sede del Instituto Cervantes con las banderas de media asta, por lo que la sensación de estar lejos y de no poder hacer nada, aún fue más acentuada.
Twitter y Whatsapp fueron nuestros nexos de unión con Barcelona durante esos días. Leí muchas barbaridades y afrentas (a las que lamentablemente ya nos hemos acostumbrado), pero también constaté raudales de solidaridad, respeto y comprensión. Así como mucha, mucha admiración y reconocimiento hacia aquellos que se encargaron de atender, ayudar y resolver con responsabilidad y sin necesidad de «salir en la foto».
Incluso, si se me permite la frivolidad, una nueva estrella mediática ha surgido de todo ello. Concretamente, el major Josep Lluís Trapero, a quien han calificado como un «ejemplo de la nueva comunicación corporativa», especialmente aplicable en una situación de crisis como la vivida.
Barcelona en la mente y en el corazón
Como solemos hacer cuando viajamos al extranjero (creo que por deformación bloguera) siempre intentamos buscar algún objeto, lugar o persona del lugar que visitamos que tenga alguna relación con Barcelona, o con el nombre de la ciudad.
Desde que marchamos de viaje a principios de agosto ya llevábamos 2/2, después de toparnos por casualidad con el restaurante «Vicky Barcelona» en el barrio judío de Budapest, y de ver que una de las luces empotradas en el pavimento de la Postová ulica de Bratislava llevaba inscrito el nombre de Barcelona en el cristal.
Siguiendo con nuestro periplo, en Viena nos habíamos propuesto incluir la búsqueda de lugares y objetos relacionados con el emperador Carlos VI y la emperatriz Isabel Cristina, que nos pudiesen inspirar a escribir la segunda parte del post “una novia en Santa Maria del Mar”. Ese era nuestro objetivo principal en la capital austriaca, hasta que todo cambió de repente.
Para nada nos imaginábamos que Barcelona, nuestra querida Barcelona, ya no dejaría de acompañarnos durante el resto de nuestro viaje. Ya no hacía falta buscarla por doquier, porque estaba en nuestros pensamientos a cada momento.
Tras Viena llegó Praga, en donde al responder que éramos de Barcelona, nos dieron espontáneamente un pésame que nos llegó al corazón. Allí, concretamente en la Ulice Na Příkopě, fue donde tuvimos la oportunidad de resarcirnos de no haber podido participar de ningún homenaje hasta el momento. A través del proyecto Akce Cihla, nos ofrecimos a pintar uno de sus ladrillos solidarios con la bandera de Barcelona, sobre la que escribimos el ya TT #NoTincPor, y poder colocarlo a la vista de todos los transeúntes.
¿Sabes qué significa «ramblejar»?
Fueron unos días tristes pero llenos de sentimiento y fortaleza, en los que sentimos verdadero orgullo por nuestra ciudad, especialment al oír –virtualmente y desde la distancia- el grito unánime de No tinc por! No tenim por!, y de ver cómo La Rambla volvió inmediatamente a llenarse de gentes que querían ramblejar de nuevo. Y, sobre todo, de ver como La Rambla se llenó de velas, flores y pensamientos en señal de respeto. Y de cómo se recordaron los versos que Federico García Lorca le dedicó en 1935 a ese lugar de la ciudad:
«La calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la tierra que yo desearía no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante en brisas, hermosa de encuentros, antigua de sangre: la Rambla de Barcelona».
El jueves 24, el día que se cumplía una semana del atentado, y ya de regreso a Barcelona, bajamos a La Rambla. ¡La verdad es que quedamos impresionados! Si estábamos orgullosos de ser de Barcelona, todavía nos sentimos mucho más orgullosos al pasear por allá.
Y por supuesto, el día 26 nos manifestamos. Sin politiqueos, ni partidismos, solo para reivindicar que Barcelona fue, es y será una ciudad de paz, como lo somos la inmensa mayoría de barceloneses y barcelonesas, tanto de nacimiento, como de adopción.
¡Si señores! Ahora y siempre ésta será La Rambla de Barcelona
No quería dejar que acabase el mes de agosto sin escribir nuestra pequeña reflexión al respecto en el blog. Un pequeño homenaje a nuestra Barcelona y a la nostra Rambla de les Flors.
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A nosotros también nos cogió lejos. Pero desde. El primer mensaje que recibí me quedé consternada y herida. Era como si hubiese atropellado a parte de mi familia, de mi ser. Las Ramblas esa calle que es La Calle de Barcelona!!
El domingo volví y tube la necesidad imperiosa de volver a ramblear aunque me sentí muy muy triste ?. No había sido un sueño, aquello que durante días veía a distancia era real, las flores, los Homenajes, y la tristeza. En fin, a mi nadie me va encerrar en casa o hacerme dejar de ir a ningún sitio.
Muy triste, Gema. Estamos cansados de ver noticias como esas por la tv, pero que pase en tu ciudad todavía lo hace más dramático. Seguiremos paseando por la Rambla y compartiendo lo maravillosa que es nuestra Barcelona. Un besazo.
Leer tu relato ha removido pensamientos y emociones que yo he tenido estos días que también estaba lejos de nuestra ciudad ¿Qué puede decirte esta Jubileta nacida en el barrio de Gràcia? Que me uno a este homenaje tan sentido que le haces a nuestra querida Barcelona. Saludos cariñosos, viajera. Cualquier día nos cruzamos en las Ramblas.
Muchas gracias, Elvira, por tus palabras. La verdad es que a todos los que apreciamos Barcelona, lo hemos sentido de verdad. Sentía la necesidad de dejar constancia de ello en el blog. Encantada de poder conocerte en alguna quedada de los BcnTB. Un abrazo.