«Corpus omne perseverare in statu suo quiescendi vel movendi uniformiter in directum, nisi quatenus illud a viribus impressis cogitur statum suum mutare» (Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él). «Mutationem motus proportionalem esse vi motrici impressæ, & fieri secundum lineam rectam qua vis illa imprimitur» (El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime). «Actioni contrariam semper & æqualem esse reactionem: sive corporum duorum actiones in se mutuo semper esse æquales & in partes contrarias dirigi» (Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto)… Isaac Newton.
Si eres de los que como a mí les gusta observar las fachadas de los edificios de Barcelona, ¿cuántas veces no habrás pasado por delante del que se encuentra en la Rambla 115, y te habrá llamado la atención? A mí muchas veces. Por ello no me he podido estar de indagar sobre él y sobre la institución que acoge, obteniendo como resultado la información que os resumo en el este post.
La Reial Acadèmia de Ciències i Arts
El edificio, de estilo modernista, lo construyó el arquitecto tarraconense Josep Domènech i Estapà, y es la sede de una de las instituciones científicas más emblemáticas de Barcelona: la Reial Acadèmia de Ciències i Arts, entidad de la que fue miembro y que presidió entre los años 1912 y 1914.
Si consultamos la información de la página web de la Academia podremos ver que se constituyó el 18 de enero de 1764, por lo que si nos ponemos a hacer cálculos, este año celebran su 250º aniversario. De ahí, que este pasado sábado, coincidiendo con la conmemoración de esa fecha, emitieron un reportaje en el Telenoticias del mediodía (minuto 27:07) dedicado a esta institución científica, en el que explicaban el motivo que impulsó su creación, y que me supuso una extraordinaria fuente de información. Según explicaron, el traslado de las cinco universidades catalanas a Cervera, a principios del siglo XVIII, y el estilo demasiado convencional de los estudios que se empezaron a impartir allí, hizo necesario crear un foro de debate donde se pudiesen estudiar las nuevas ciencias físicas que se habían empezado a implantar a partir de los descubrimientos de Isaac Newton, y así fue como dieciséis barceloneses (reunidos en la rebotica de una tienda) instituyeron la Conferencia Physycomatemática Experimental, embrión de la futura Academia, y que usaría como base de estudio la publicación Essai de Physique de Pierre van Musschenbroek, una de las joyas que se conserva en sus archivos.
Actualmente la biblioteca dispone de un fondo de 150.000 volúmenes y alguna que otra curiosidad, como un recibo de las 500 pesetas que pagaron a Albert Einstein, en concepto de honorarios, por una conferencia que impartió en 1923. Aunque el fondo bibliográfico es privado, se ofrece la posibilidad de acceder de manera restringida a aquellos investigadores o científicos que tengan la necesidad de consultarlo.
Además del fondo de documentos, también guardan interesantes instrumentos científicos, como piezas de museo. Entre otros, varios astrolabios, una azafea de Azarquiel y la cámara con la que se hizo la primera fotografía en Barcelona, mediante el procedimiento del daguerrotipo.
Observatori Fabra
A partir de 1842, cuando se volvió a establecer la Universidad en Barcelona, la institución perdió parte de su función formadora, y derivó hacia la investigación en los campos de la astrología, le meteorología y la sismografia.
En 1904, gracias al legado de Camil Fabra i Fontanills, se construyó el Observatorio Fabra en la montaña del Tibidabo, a donde se trasladaron para evitar la contaminación lumínica de la ciudad, que empezaba a crecer.
En el blog «Barcelona: Històries del temps» nos explican el desarrollo de la ceremonia de inauguración, que estuvo presidida por el rey Alfonso XIII.
Por cierto, para los apasionados de las panorámicas espectaculares, os recomiendo seguir a Alfons Puertas en sus redes sociales (@alfons_pc), un meteorólogo del Observatorio Fabra que cada día nos sorprende con una de Barcelona, tomada desde allá.
La hora oficial de Barcelona
De nuevo en la Rambla, la parte baja del edificio, que desde su construcción se concibió como un lugar destinado a organizar espectáculos, cuyos ingresos permitiesen financiar la entidad, la ocupa el Teatre Polioroma desde su inauguración en 1906, cuando era un cine que alternaba las proyecciones de películas con las representaciones teatrales. Vino a sustituir a otro anterior, el Cine Martí, que estuvo abierto de 1899 a 1903. El Polioroma es uno de los lugares que mencionó George Orwell en su obra Hommage to Catalonia (Homenaje a Cataluña, 1938), debido a los tiroteos que se produjeron allí durante el inicio de la Guerra Civil.
En la parte central de la fachada principal del edificio, supongo que os habréis fijado en el reloj que hay sobre un rótulo, en el que se puede leer “Hora Oficial”. Pues bien, tal y como nos explica Jordi Portabella en uno de los vídeos de Històries de Can Fanga, fue el primer reloj de la ciudad que marcaba la hora exacta de Barcelona de manera oficial, con un error de una décima de segundo, y que vino a sustituir la antigua costumbre de dar las horas desde una de las torres de la Catedral, haciendo repicar manualmente las campanas, en base a las horas que iba marcando un reloj de arena. La llegada del ferrocarril y del telégrafo obligaron a tener una referencia horaria fiable, que facilitase las conexiones y las comunicaciones respecto a los horarios de otras ciudades europeas.
Supongo que a muchos de vosotros no os he aportado nada nuevo con esta recopilación de datos, pero sí lo habré hecho para algunos otros. Aunque parezca mentira, cada vez que participo en tertulias de amigos y conocidos, me quedo más sorprendida al descubrir la cantidad de cosas que desconocemos de Barcelona… Yo, la primera.
Para saber más:
La Reial Acadèmia de les Ciències i de les Arts
Observatori Fabra