Si nos muestran el siguiente collage y nos preguntan ¿dónde es?, sin dudarlo mucho, responderemos que son imágenes de Nueva York. Es evidente que aunque no hayamos estado allí antes, las hemos visto en mil y una películas o series de televisión.
En cambio, si las imágenes son las que os mostramos a continuación, seguro que la gran mayoría no sabrá decirnos en qué lugar o lugares se han tomado las fotografías.
¡Pues sí, también son de Nueva York!
Cuando vas a la ciudad de los rascacielos todo el mundo te recomienda que no dejes de pasarte por Times Square, subir al Top of the Rock, pasear por Central Park, hacerte un foto frente al Wall Street Bull o ir a visitar el MoMA. Pero si lo tuyo es huir de las masificaciones y pasear tranquilamente sin cruzarte con apenas ningún turista, también lo podrás hacer en esa ciudad. Y sin necesidad ni de salir del mismísimo Manhattan, el corazón de Nueva York. Este es un pequeño resumen de algunas de nuestras propuestas.
En busca del muro perdido
En un pequeño remanso de paz, entre la Quinta Avenida y la Avenida Madison, está el Paley Park. Concretamente en el 3 East de la 53 St. Un pequeño parque abierto al público, de solo 400 metros de superficie, y donde sus cascadas, árboles y paredes recubiertas de hiedra, en medio de edificios de oficinas, lo han incluido entre los parques “de bolsillo” más encantadores del mundo.
Un lugar en donde te puedes sentar a descansar, a tomarte un café en la terraza o a relajarte con el murmullo que ofrece la caída de agua de la cascada de su pared frontal.
El parque lleva el nombre de Samuel Paley, padre de William S. Paley, antiguo presidente de la CBS y quien promovió su construcción, implicándose personalmente en diferentes aspectos de su diseño. Se abrió al público el 23 de mayo de 1967.
Además del encanto del entorno, el parque es famoso porque hasta el pasado año 2015 fue el recinto elegido por Jerry Speyer para exhibir un conjunto de cinco bloques -aun grafiteados- del antiguo muro de Berlín, que compró en una subasta, en 1990. Como no podría ser de otro modo, están considerados la «joya de la corona» del recinto.
No obstante, si quieres verlos no los busques en el recinto del parque (cosa que nos pasó a nosotros). Tienes que ir a solo dos puertas, en dirección este, y entrar en el lobby del 520 de Madison Avenue (al que se accede también por la 53 St). Allí es donde los encontrarás desde que se retiraron del recinto exterior para restaurarlos, y en donde se decidieron colocar para protegerlos de la intemperie. Por suerte, el lobby está abierto al público los siete días de la semana.
Perderse por el Village
Así es como los neoyorkinos llaman popularmente al barrio del Greenwich Village; Village que en inglés significa pueblo. Situado al oeste de Manhattan, su trazado urbano es realmente diferente al del resto de la ciudad. El motivo fue el origen rural del lugar, en donde el trazado de las antiguas granjas y los riachuelos que conformaban el antiguo pueblo en el siglo XVIII se mantuvieron en el patrón cuadriculado que se aplicó en el diseño de la ciudad en el siglo XIX.
Si me pierdo en Nueva York, ¡buscadme allí! Un lugar para bohemios y lleno de gente joven, dada su proximidad al campus de la New York University. Hileras de casas bajas, callejones, calzadas adoquinadas, patios ajardinados y muchos árboles forman el entorno que te acompaña por toda la zona.
No te pierdas ver las Washington Mews, una manzana de calle de encantadoras casas que a principios de siglo se destinó a cocheras. Y si eres un apasionado de los libros, no dejes de visitar la librería Three Lives & Company, en la 154 W 10th St.
Ver la casa más estrecha de la ciudad
Aprovecha tu paseo por el Village para ir al número 75 ½ de Bedford Street. Allí está la cas más estrecha de la ciudad. A simple vista confirmarás el porqué de esa afirmación. Cuenta con 2,9 metros de ancho y tres plantas de altura, entre las que se reparte una superficie total de 139,5 metros cuadrados. Una casa en la que más de un americano tendría problemas para moverse.
Se construyó en 1873 y entre sus diferentes propietarios –artistas, escritores y actores- figura el hollywoodense Cary Grant (que de hecho, nació en Bristol, UK). Su actual propietario pagó cerca de 3 millones de dólares (sobre 2 millones de euros) por ella. La casa es de propiedad privada, por lo que lamentablemente no se puede entrar a visitar el interior (¡a no ser que recibas una invitación por parte de los viven dentro!. Pero el entorno te encantará.
Respecto al curioso número del edificio –que nos recuerda al andén ideado por JK Rolling para partir hacia Howards- se debe a que la numeración de los edificios neoyorquinos no es correlativa y que, según nos aclararon, se debe a la distancia en metros que guarda la puerta desde el comienzo de la manzana. ¿Será verdad?
Subir a un campanario con ascensor
Para hacerlo tienes que ir a Riverside Church, una iglesia que no muchos turistas conocen, y que te sorprenderá especialmente por su imponente exterior. Está situada en una zona de Manhattan que no te va de paso. Para visitarla hay que ir a propósito hasta allá. Concretamente hasta Morningside Heights, donde también está la Universidad de Columbia.
La iglesia te hace viajar de Manhattan a Francia, concretamente a la población de Chartres, en cuya catedral se inspiraron los arquitectos que la construyeron, y que financió John D. Rockefeller Jr., hijo del creador de la estirpe de millonarios.
El exterior de la iglesia es de estilo neogótico y tiene un campanario de 21 pisos de altura, que es el más alto de toda América, en donde está el carrillón más grande del mundo, con 74 campanas, y que Rockefeller dedicó a la memoria de su madre, Laura Spelman.
En el interior hay un órgano de 22.000 tubos, por lo que también está entre los más grandes del mundo, y una pequeña capilla, la Christ Chapel, que es una réplica de una iglesia románica del siglo XI.
Y la mayor curiosidad del templo es que para subir a la cúspide del campanario ¡tienen un ascensor! Algo nada habitual en este tipo de construcción, pero es que estamos en América. Con el puedes subir hasta el piso 20, y desde hasta la parte más alta a través de 140 escalones. No obstante, cuando fuimos nosotros estaba fuera de servicio.
Rememorar la Guerra de Secesión
El General Grant National Memorial, o simplemente Grant’s Tomb, está en la esquina de la Riverside Drive y la 122nd St.
Ulysses S. Grant fue el decimoctavo presidente de los EEUU y el comandante de la fuerzas de la Unión durante la Guerra de Secesión. En el mausoleo están sus restos y los de su esposa, Julia Dent Grant.
El diseño –bastante curioso en una ciudad tan cosmopolita- parece ser que está inspirado en el Mausoleo de Halicarnaso -una de las siete maravillas de la antigüedad-, aunque debido a la inexistencia de imágenes reales es una mera suposición. El interior, sin lugar a dudas, te traslada al Hôtel des Invalides, en donde está enterrado Napoleón Bonaparte, aunque sin la emperatriz Josefina.
Descubrir bancos de inspiración gaudiniana
En el exterior del mausoleo de Grant, rodeando dos caras de la fachada, hay unos sorprendentes bancos de trencadís que te trasladan de regreso al Park Güell.
Se trata de una obra del artista chileno afincado en Brooklyn, Pedro Silva, quien en 1973 –tras realizar un visita inspiradora a Barcelona– restauró unos antiguos bancos de cemento decorándolos con diecisiete mosaicos inspirados en los de Antoni Gaudí.
Pasear por Wahington Heights
Concretamente por el Jumel Terrace Historic District, una zona del alto Manhattan en donde descubrir la casa más antigua que se conserva, la Morris-Jumel Mansion, donde hay un museo sobre 200 años de historia, arte y cultura neoyorkina.
Este distrito histórico está considerado como un punto de referencia de NYC desde 1970, y está incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos desde 1973. Lo que, sin duda, certifica su encanto.
Se caracteriza especialmente por las diferentes hileras de casas adosadas, construidas entre 1890 y 1902, que todavía conservan el encanto de la época en que se construyeron. Este tipo de construcción es como la que se conserva en el Village (Washington Mews) o en otros lugares de Brooklyn Heights.
Llaman especialmente la atención las que están en la Sylvan Terrace, justo enfrente a la puerta de acceso al jardín de la Morris-Humel Mansion, que están construidas en madera y con la calzada de adoquines.
Ver arte hispano-luso en the Hispanic Society of America
En Broadway, entre las 155 St y 156 St, está la sede de la sociedad que creó Archer Milton Huntington en 1904, con la finalidad de acoger un museo gratuito y una biblioteca de investigación sobre el arte y la cultura de la Península Ibérica. Su pasión por el arte ibérico hizo que juntase una interesante colección de libros raros, objetos, pinturas y esculturas que fueron el germen de la nueva institución.
Entre las piezas que se pueden encontrar expuestas destaca especialmente un ciclorama de catorce lienzos de Joaquín Sorolla, expuestos en la sala que lleva su nombre, titulado «Las regiones de España (1911-1919)», y que presenta el país con los ojos del artista plasmado a través de escenas de trajes y festividades regionales.
Muy cerca de allí está el Trinity Church Cemetery & Mausoleum, el único cementerio activo en Manhattan. Puede que algunos os preguntéis a qué viene incluirlo entre las recomendaciones, pero es que siempre habrá alguien que no dude en pasarse por allí. De hecho, pasarte por allí es casi de obligado cumplimento si antes has ido a visitar la iglesia a la que está adscrito, en el Lower Manhattan.
Regresar al siglo XIX para tomar una cerveza
Y como última curiosidad imperdible en el Nueva York que no lo parece, la visita a McSorley’s Old Ale House, una antigua taberna irlandesa que todavía conserva el ambiente de 1854, cuando se inauguró.
Lleva en el mismo sitio (15 E 7th St) desde el principio y por ello está considerada una de las más antiguas de la ciudad, por no decir la más antigua.
Por cierto, para los que siempre os fijáis en todo. Enfrente de la cervecería hay una iglesia con unos llamativos mosaicos, en los que predomina el color dorado. Se trata de la Saint George’s Church, una iglesia de rito ortodoxo ucraniano, inspirada en los antiguos templos de estilo bizantino. De hecho esa zona de Nueva York se conoce como «Little Ukraine», dado el número de inmigrantes ucranianos que viven en esa zona de Manhattan desde el siglo XIX.
¿Dónde alojarse?
También a la hora de elegir dónde alojarte puede ser una opción salir del centro. En nuestro caso, a pesar que el entorno no era demasiado fotogénico, el hotel estaba realmente bien. Nuestra elección fue el Home 2 Suites by Hilton, en 39-06 30th Street de Long Island City.
Su proximidad con la parada 39 Av-Beebe Av del metro (solo una manzana a pie) fue todo un acierto. Las líneas Q y N te llevan al centro del bullicioso corazón de Manhattan en escasos diez minutos.
Visitar el Nueva York menos neoyorkino
Si en 2002, cuando visité Nueva York por primera vez, tuve la sensación de que ya había estado allí antes, en esta ocasión ha sido diferente.
Dada la invasión turística de las zonas más emblemáticas de la ciudad, con una Times Square impracticable, una Quinta Avenida con el glamour completamente ausente, o con un Puente de Brooklyn que solo podías cruzar dándote codazos, optamos por ir a otros lugares de la ciudad no tan concurridos, lo que ha contribuido a que descubramos otro Nueva York. El que huye de los estereotipos y donde no suele haber más que algún turista despistado.
Nos propusimos escapar del bullicio y del centro sucio, maloliente y con obras por todos lados, y creemos francamente que con esta pequeña selección lo logramos. ¿Qué otros lugares nos recomiendas añadir a la lista?
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