Tal y como nos explica Olivia Junyent, la tierra y la lluvia son las únicas materias primas que usan en Castell d’Age para elaborar unos vinos y cavas de tan alta calidad.
En un día gris y lluvia fina –excelente para sus viñas- nos recibe en la finca familiar y sede central de su empresa. Estamos en Can Pere Valls, una finca situada en el término de Piera, en la que ya hace tres décadas se iniciaron en la viticultura ecológica, con el honor añadido de haber sido pioneros en ello. Con una sonrisa que no le abandona, nos relata porqué la historia de Castell d’Age es una historia de mujeres; de las mujeres de la familia Junyent.
Tres generaciones femeninas
En primer lugar, Olivia nos habla de su abuela, una mujer inteligente, emprendedora y avanzada a su tiempo, que fue la iniciadora del negocio familiar. Su visión de futuro le hizo apostar por dinamizar unas tierras agrícolas situadas en la zona del Alt Penedès, donde la producción de uva no destaca por su volumen, sino por su gran calidad. El paso de los años ha confirmado el gran acierto de esa apuesta.
Después nos habla de Anne Marie Comtesse, su madre, quien a finales de los ochenta fue la que inspiró la fundación de las cavas, y para ello eligió una masía del siglo XVIII que hoy en día es todo un referente de la empresa. Su compromiso con las tradiciones y con el entorno hizo que, cuando pocos apostaban por él, fuese la introductora del cultivo ecológico que distingue su producción.
En la actualidad, Olivia junto a sus hermanos son quienes se encargan del negocio y de continuar con la tradición emprendedora de la familia.
Siguiendo con la dinámica innovadora de sus antecesoras, y en vistas a la continua mejora, no han dudado en incorporar una de las tendencias en el mundo de la viticultura ecológica, concretamente la agricultura biodinámica. Para un agricultor la tierra es su tesoro más preciado, y como siempre se ha dicho, te devuelve lo que le das. De ahí el cuidado especial que le dispensan en Castell d’Age, usando composts bovinos mejorados con preparados biodinámicos, así como la reducción al mínimo de maquinaria.
Can Pere Valls es donde realizan la vinificación de sus cavas y vinos y, desde hace un tiempo, también es el punto de partida de la oferta de excursiones de senderismo y cicloturismo que organizan, así como el venue donde se pueden organizar eventos al aire libre, rodeados de viñas.
La Masía de la Beguda Baixa
Tras invitarnos a dar un paseo por una parte de los viñedos que hay próximos a la finca, nos vamos hacia la Beguda Baixa, un pequeño pueblo ubicado en el municipio de Sant Llorenç d’Hortons, donde está la Masía Castell d’Age y las bodegas donde reposan los vinos y cavas, hasta estar listos para salir al mercado.
Durante la visita a las bodegas, Olivia nos da alguna pista del porqué de la exclusividad de sus productos. Además de su apuesta por la ecología y la biodinámica, dice que la paciencia… la mucha paciencia es el gran secreto de la empresa. Las uvas no las recogen hasta que han alcanzado el punto idóneo de maduración, y si la primera fermentación tiene una duración mínima de un año, la segunda dura mínimo quince meses, sin que exista un máximo.
También nos comenta que siguen apostando al máximo por las técnicas artesanales tradicionales durante esta parte de la producción. Las botellas se siguen colocando en los tradicionales “pupitres” inclinados, y se mantienen a temperatura constante, en un ambiente oscuro y reposado, durante todo el proceso de fermentación. El “removido” (operación que se realiza para que los sedimentos se desplacen hacia el borde del tapón), en Castell d’Age lo siguen realizando manualmente girando diariamente, botella a botella, un octavo e inclinándolas progresivamente hasta colocarlas completamente invertidas, verticalmente.
La explicación del procedimiento –con demostración de “degollamiento” incluída- la seguimos un piso más arriba, en la planta de «encorchado». Allí es donde se sustituye el líquido perdido durante el proceso con el llamado «licor de expedición», y se le coloca el tradicional tapón de cocho, el bozal de alambre y la grapa metálica.
Finalizada la instructiva clase sobre el proceso de producción del cava, llegamos a la última parte de nuestra visita, en la que Olivia nos invita a entrar a la masía para conocerla por dentro. Una masía cuya rehabilitación no ha impedido que conserve todo el encanto de las tradicionales casas rurales de la zona.
Ante una enorme mesa de comedor de madera maciza, nuestra anfitriona nos invitan a degustar dos cavas y un vino de la completa lista de su producción, acompañados de una selección de quesos de la tierra. Una muestra de las actividades que Castell d’Age ofrece al público los fines de semana y los días festivos, que incluyen talleres de cocina y eventos culinarios. Entre los espacios disponibles de la masía: dos salas para catas/maridaje, una cocina tradicional, una tienda-bar, una terraza y un mirador. ¿Por qué no?
Durante el encuentro y antes de marcharnos, Olivia nos habla del futuro. Un futuro duro y competitivo, pero ilusionante y lleno de proyectos. El más inmediato –a vueltas de la cata que estamos degustando- consolidarse en la oferta de turismo culinario, para lo que están diseñando un programa de actividades basado en la divulgación de la alimentación saludable y la agricultura ecológica, que esperan poder incluirlo en breve en su oferta. Un buen tándem ¿no creéis?
Castell d’Age
Carretera 6-8
08782 La Beguda Baixa (Alt Penedès)