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LA CASA CANALS-JUNYER, ALÍAS «EL CONSOLAT»

De todos es sabido que la Barcelona de finales del XIX y principios del XX vivió sumergida en un boom de crecimiento y expansión de ciudad en el que se apostó por aplicar todas las nuevas tendencias y modas arquitectónicas que fueron apareciendo. Del neoclásico de principios del siglo XIX se pasó al Modernismo de finales de siglo y principios del XX, para encarar la llegada del Art Decó y el estilo moderno de la escuela Bauhaus, una vez ya entrado el XX.

En ese periodo de tiempo, la mayoría de familias que formaban parte de la elitista burguesía catalana fueron las primeras interesadas en construir o remodelar edificios y casas, principalmente destinadas a vivienda familiar, apostando por contratar a los máximos representantes arquitectónicos de aquella época. Eso sí, a pesar de decantarse por las técnicas más modernas e innovadoras, nunca dejaron de lado ese concepto tan de aquí de “la pela es la pela”.

Bloques de pisos para vivir, frente a palacetes para las vacaciones

A diferencia de otras grandes ciudades, donde la construcción de palacetes de uso individual fue una apuesta que perduró en el tiempo, Barcelona apostó por levantar bloques de pisos, en donde se construía un piso principal para los propietarios (el más grande y lujoso), seguido de una serie de pisos superiores, destinados al alquiler y a sacarles una renta, dejando el ático o el piso superior para vivienda de porteros y conserjes… ya que los ascensores todavía no eran un artilugio demasiado común.

Mientras eso era tendencia en el centro de la ciudad, en las zonas de las afueras (pueblos del Pla de Barcelona), la apuesta era bien diferente. Allí la opción más buscada era construir una «torre» individual, a la que trasladarse en época estival o temporadas de asueto. De ahí que, todavía hoy, se conserven algunas de esas llamativas construcciones, como es el caso del palacete neoclásico sobre el que gira este post.

Pero antes de ir de visita, os invito a ubicarnos en la zona de Barcelona en donde está situado. Se trata del distrito de Gràcia. Más concretamente en el barri de Vallcarca i els Penitents.

Viaducte de Vallcarca
Panorámicas hacia el Tibidabo desde el Viaducte de Vallcarca

El barri de Vallcarca i els Penitents

Según explican en la entrada que tiene dedicada este barrio de Barcelona en la Wikipedia, el topónimo Vallcarca procede de las palabras latinas vallis carcara, que traducidas significan “valle angosto”. De hecho, lo que hoy en día conocemos como avinguda de Vallcarca discurre por el mismo lugar de la antigua riera de Vallcarca, delimitada por dos colinas que creaba ese valle angosto. La riera, que comenzaba en la zona de Penitents, llegaba hasta la plaça de Lesseps. Allí, transformada en Riera de Cassoles, seguía descendiendo ciudad abajo hasta la Rambla, que la llevaba hasta el mar.

Aunque inicialmente tanto Vallcarca como El Coll eran núcleos de población que pertenecían al poble de Sant Joan d’Horta, tras la anexión a Barcelona en 1903 pasaron a integrarse en el nuevo distrito de Gràcia.

Entre los diferentes núcleos habitados, que formaron parte primigenia de esa zona del antiguo Pla de Barcelona, había diferentes masías. Entre ellas la de Mas Falcó, origen de los terrenos que nos ocupa la historia de hoy.

Mas Falcó

Mas Falcó, también conocida como Can Falcó, era una finca de unas 35 hectáreas, en la que había una masía de grandes dimensiones que le daba nombre a los terrenos. Situada en la parte alta de Vallcarca, los terrenos lindaban con el Turó d’en Falcó, pequeña elevación que hoy en día ocupa el Turó de la Creueta del Coll. Y en esa colina había una fuente, Font de Mas Falcó, que a través del acueducto de Can Turull (otra masía destacada de la zona) abastecía de agua al antiguo pueblo de Gracia.

La finca fue propiedad de la familia del Baró de la Barre de Flandes, quien la adquirió a principios del siglo XIX y conservó hasta bien entrado el siglo XX, a pesar de tener que irla parcelando y vendiendo de manera continuada, parece ser que por problemas económicos, como describen en este artículo de Historia de Gracia: Can Falcó, Baró de la Barre.

Josep de la Barre i Taberner, como se puede leer en el nomenclátor de Barcelona, además de llevar el título nobiliario de Baró de la Barre i de Pechmann (1855), era el propietario de una propiedad rural situada en esa zona de los alrededores de Barcelona (por aquel entonces), conocida por el nombre de Mas Falcó. La propiedad la adquirieron sus padres Juan Antonio de la Barre y Pechman y María Dolores de Taberner y Bofarull en 1830.

Vallcarca siglo XIX, barrio para veraneantes

Como ya he dicho anteriormente, el siglo XIX fue un momento de expansión de Barcelona, tanto en el centro con en los alrededores. Ese momento llevó a configurar algunas zonas de las afueras como barrios de veraneo, en los que la continua construcción de torres individuales les otorgaron un nuevo aspecto urbanístico, tanto por las construcciones en sí, como por la urbanización de las propias zonas, que hasta el momento habían sido espacios preferentemente naturales.

Casa Canals-Junyer
La Casa Canals i Junyer junto al Viaducte de Vallcarca

En el caso de Vallcarca, tanto su ubicación como su difícil acceso, la mantuvo como una zona apartada y tranquila, a la que iban los veraneantes que querían disfrutar del sosiego y de la paz del lugar, lejos de la Barcelona que crecía a pasos agigantados. La construcción del viaducto -actualmente todo un símbolo del barrio- para unir las dos colinas que franqueaban el valle, fue uno de los revulsivos para el despegue definitivo del crecimiento del barrio.

Sede del consulado danés en Barcelona

Una de las curiosidades que van unidas a la historia de la Casa Canals-Junyer es que, antes de ser conocida con ese nombre, fue sede del consulado danés en Barcelona en tiempos de la II República. De ahí que se conozca popularmente al edificio con el sobrenombre de «El Consolat» (El Consulado).

La verdad es que por mucho que he investigado no he tenido demasiado éxito en la búsqueda, por lo que si alguien de los que lleguen a leer este post puede complementarlo con alguna información al respecto, nunca dejará de ser bienvenida.

Video de Històries d’una casa: El Consolat al barri de Vallcarca

La Casa Canals i Junyer

Aunque el palacete fue inicialmente propiedad y residencia del Baró de la Barre -como ya he explicado-, ha pasado a la historia de Barcelona como la Casa Canals-Sunyer, nombre de la pareja que fijó allí su residencia habitual tras regresar del exilio: Dolors Canals (1913-2010) y Joan Junyer (1904-1994).

¿Y quiénes fueron Dolors Canals y Joan Junyer?

Dolors Canals

Dolors Canals Farriols, científica especializada en el mundo de la puericultura, fue una de las mujeres pioneras dentro del campo de la educación infantil y en la pediatría en tiempos de la República y durante la Guerra Civil.

Apostó por crear una red de guarderías públicas para niños de 0 a seis años, a modo de espacios innovadores atendidos por pediatras, psicólogos y pedagogos que, además de formación educativa, incluían formaciones específicas como pintura, música y nociones de ética.

Una vez exiliada en América tras el final de la Guerra Civil, siguió compaginando su labor investigadora con la de docente universitaria en Manhattan, en donde supervisó la creación de una destacada red de guarderías. Asimismo, trabajó en la divulgación científica sobre neonatología tanto en la radio como a través de la publicación de libros.

Tras su regreso a Barcelona, y habiéndose instalado definitivamente en el palacete de Vallcarca, creó el Centre 0-3, dirigido a la formación del profesorado infantil y a la investigación y documentación en ese campo.

Joan Junyer i Pascual-Fibla

Joan Junyer i Pascual-Fibla, fue un artista coetáneo de Miró y Picasso. Nació en el seno de una familia burguesa, integrada en los círculos intelectuales y artísticos de la Barcelona de principios del siglo XX, algo que le ayudó a incorporarse en la generación de artistas que vivía entre Barcelona y París entre los años 20 y 30, lo que le otorgó un gran reconocimiento de la época.

Al final de la Guerra Civil se tuvo que exiliar, instalándose definitivamente en Nueva York, ciudad en donde triunfó como figurinista y decorador escénico. En 1945 protagonizó una exposición monográfica en el MOMA, museo que conserva la mayor parte de su obra.

Y «El Consolat» pasó a llamarse Casa Canals-Junyer

Tras su regreso del exilio, el matrimonio Canals-Junyer se instalaron en el palacete de Vallcarca, en donde vivieron el resto de su vida.

La casa pasó a manos de la Diputació de Barcelona con el deseo, por parte de sus antiguos propietarios, de que se le diese un uso cultural y pedagógico. No obstante, el edificio entró a engrosar el listado de edificios desaprovechados de la ciudad, durante muchos años, y a ser objeto de una continua reivindicación por parte de la ciudadanía del barrio para crear un centro cultural y cívico.

Finalmente, tras la cesión del palacete a l’Ajuntament de Barcelona, la demanda ciudadana acabó dando sus frutos y, tras su restauración, el barri de Vallcarca ya ha conseguido que «El Consolat» se transforme en un espacio de uso público, desde no hace demasiado tiempo.

La restauración de la Casa Canals-Junyer

La restauración del precioso palacete se ha llevado a cabo según el proyecto del arquitecto Carles Enrich Studio. Un proyecto que obtuvo una mención en el Premio FAD de Arquitectura 2023, y que apostaba por mantener un diálogo permanente entre la conservación del patrimonio arquitectónico del edificio y las necesidades culturales y cívicas del barri de Vallcarca.

La intervención arquitectónica ha conservado el aspecto integro exterior de la arquitectura histórica del edificio, poniendo especial atención en la recuperación del tejado de pizarra de la cubierta, y de la madera del artesanado interior. De la misma manera que se ha conservado el pavimento hidráulico original de la planta baja.

El interior se ha vaciado completamente -algo que no deja de sorprender-, transformándolo en un gran espacio de 12 metros de altura con la finalidad de abrirlo a la celebración de toda clase de eventos y actividades culturales polivalentes, como exposiciones y conciertos.

Y respecto a los jardines, que han mantenido su diseño original, se han transformado en un espacio de acceso público de 1800 metros cuadrados, en el que se ha instalado una cafetería con área de sombreado y un bonito mirador, con vistas hacia Barcelona, dada su privilegiada ubicación.

Panorámicas de Barcelona desde el mirador de la Casa Canals i Junyer

Para saber más:
Casal de barri Junyer i Canals
El Temps de les Arts: La desaparició de l’esperit del Consolat
Esperits lliures de l’art i la vida

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