Hace tiempo que escribir únicamente sobre Barcelona ya no me inspira y, sin saber exactamente el motivo, soy consciente de que la ciudad es cada vez menos protagonista de los nuevos artículos que publico en el blog. No obstante, el cierre definitivo del edificio Jorba de Portal de l’Àngel en su función de Gran Almacén, me ha hecho pensar que era una buena excusa para volver a recuperar la esencia inicial con la que comenzó Barcelona en horas de oficina.
Para ello, hoy propongo un viaje en el tiempo y en el espacio, para irnos hacia el Bages del siglo XIX, y después regresar hacia el centro de Barcelona, ya entrado el siglo XX.
Cambios en el tipo de comercio tradicional
Es evidente, y nadie lo va a poder negar, que los hábitos de los compradores han cambiado mucho en los últimos años. De la antigua necesidad de ser atendido por un dependiente, la tendencia a actual es entrar en un comercio a buscar, escoger y pagar directamente en caja… Si es que no eres de los que lo haces directamente por internet. Sí, es penoso. Pero es la realidad.
Eso ha hecho que, a pesar de lo duro que pueda parecer, el comercio tradicional vaya tendiendo a desaparecer, y que lugares que fueron bandera en los ejes comerciales se hayan convertido en reliquias del pasado.
Este es el caso del edificio de Can Jorba y la actividad de Grandes Almacenes que albergaba, que desde este pasado mes de agosto ya ha entrado a engrosar la lista de comercios históricos desaparecidos de Barcelona.
De “The Paradise” o “Il Paradiso delle Signore” al “¿cómo se pide? ¡Por Amazon!”
El concepto “Grandes Almacenes”, para los que ya tenemos una cierta edad, nos trae a la mente aquellos grandes edificios destinados en exclusiva a la venta de multitud de artículos variados, divididos en departamentos temáticos, en donde podías encontrar de todo, y donde sabías que si tenías que comprar un regalo para Navidad, y no sabías el qué, allí seguro que saldrías con algo.
Hoy en día, el ejemplo que bien supieron plasmar la serie británica “The Paradise” o la italiana “Il Paradiso delle Signore” forma parte de la historia pretérita. Y eso es, en parte, lo que ha provocado que la empresa más famosa de Grandes Almacenes de este país esté en retroceso, y haya optado a poner “punto y final” a la historia de un edificio destinado a esta función desde principios del siglo XX.
Una historia de casi un siglo, que nos invita a viajar hasta la Manresa de finales del siglo XIX, donde vivía la estirpe que lo puso en marcha. Una familia, los Jorba, quienes pusieron su nombre a unos Grandes Almacenes, y que también heredarían los edificios que los acogieron.
Pere Jorba i Gassó
Nacido en Calaf, pero manresano de adopción, fue el que dio pie al inicio de la historia alrededor de la cual hoy gira este post.
Pere Jorba, barbero y tejedor de profesión, se convirtió en uno de los tantos emprendedores que apostaron por el triunfo de la Revolución Industrial en tierras catalanas a finales del siglo XIX, impulsando en 1892 la creación de la Colonia Industrial Jorba (Colonia Manganell), así como la empresa “Pedro Jorba e Hijos”, desde donde se dirigiría y gestionaría la fabricación de tejidos y su posterior comercialización, inicialmente en la ciudad de Manresa.
Por lo que he consultado, en la actualidad, los edificios que conformaron la colonia forman parte del núcleo rural de Viladecavalls de Calders. Por lo que cojo mi agenda de pendientes y queda apuntado para realizar una futura visita, cuyo resumen prometo tendrá su espacio en el blog.
Ya instalado en Manresa, en 1904 abrió los primeros Grandes Almacenes de la capital del Bages que, posteriormente, tendrían una sucursal en el carrer del Call de Barcelona (en la Casa Pau Soler i Trenchs). De esa manera entró a formar parte de un estilo de negocio que había capitaneado Le Bon Marché de Paris en 1851, y que competía de lleno con la filosofía y la manera de hacer establecimientos comerciales tradicionales.
Joan Jorba i Rius
Según la costumbre familiar de la época, el negocio de los Jorba siguió a través de su hijo, Joan Jorba i Rius, quien destacó por un carácter empresarial innovador y revolucionario. Tras su implantación en Manresa y Barcelona, en 1919, los Jorba inauguraron una sucursal de sus Grandes Almacenes en la ciudad de Bruselas, a la que le pusieron el nombre de Maison Jorba.
Joan Jorba fue el artífice de la consolidación y modernización del negocio, mediante la implantación de nuevos métodos de venta y marketing publicitario, la incorporación de la venta por correo y la entrega a domicilio. También apostó por la edición mensual de un catálogo -a modo de revista publicitaria- para la presentación de los productos que vendían, y que se enviaba a los principales clientes de manera gratuita. Según opinan los entendidos, la Revista Ilustrada Jorba (como se llamaba el catálogo) fue uno de los tantos grandes aciertos de los Grandes Almacenes Jorba.
A la propia acción de vender todo tipo de productos, los Grandes Almacenes Jorba también entraron a formar parte de la vida social tanto de Manresa como de Barcelona mediante la organización de cabalgatas, organización de eventos y concursos infantiles, exposiciones de arte y, como no, desfiles de moda, algunos de los cuales todavía recuerdo haber ido a ver de pequeña (evidentemente cuando ya eran Jorba Preciados), ya que esa vertiente social supieron mantener los sucesivos propietarios que adquirieron el negocio a partir de los años 60 del siglo XX.
El edificio Can Jorba de Manresa
Si no conoces Manresa, cualquier excusa te puede servir para ir hacia allá. Te encontrarás con una buena mezcla de historia, patrimonio y cultura, que seguro que no te decepcionará.
Entre ese patrimonio está el edificio que los Jorba mandaron construir como sede central de sus Grandes Almacenes. No fue la única sede, ya que ocuparon otros lugares anteriormente, pero sí que fue la definitiva y más emblemática. Un edificio de los pocos ejemplos de Art Decó que hay en Catalunya, obra del arquitecto Arnald Calvet i Peyronill, y que está catalogado como Bé Cultural d’interès Local.
El edificio, que popularmente se conoce como Can Jorba, está situado en un chaflán junto a la plaça de Sant Domènec, y hasta la década de los 80 del siglo XX fue la sede de los Grandes Almacenes. Se construyó en tres etapas entre 1936, 1943 y 1952. Y es, sin lugar a dudas, todo un símbolo de la historia de la ciudad.
La decoración exterior se caracteriza por la geometría simplista del estilo Art Decó con el que se construyó, destacando los motivos vegetales. Mención especial merece el reloj custodiado por dos águilas que hay en el torreón, que no estaba proyectado incluirlo inicialmente, pero que acabó convirtiéndose en uno de los elementos decorativos más característicos del edificio.
El edificio de Can Jorba en Barcelona
Aunque como ya he dicho, la familia Jorba tenía diversos comercios en Barcelona desde años atrás, en 1926 decidieron expandir su negocio y encargaron la construcción de un edificio a donde trasladar la sede central de sus Grandes Almacenes en la capital catalana. Concretamente en la esquina de l’avinguda de Portal de l’Angel con el carrer de Santa Anna.
A diferencia del edificio arquitectónico que se eligió para levantar el de Manresa, para el de Barcelona se optó por un estilo clasicista siguiendo los criterios Beaux Arts de la arquitectura francesa de la época, e imitando el diseño del edificio que tenían las Galeries Lafayette en Paris.
El resultado fue un edificio elegante y vistoso que destacaba entre los que lo rodeaban, y que superó la altura que habitualmente se había seguido en las construcciones de la zona. También llamó la atención porque todas las plantas tenían luz natural y estaban abiertas al exterior mediante grandes ventanales. Unos ventanales que incluso daban luz a la planta baja, y permitían ver el interior desde la calle.
Los Grandes Almacenes de Barcelona, como punto de referencia
A pesar de que no fueron los primeros Grandes Almacenes que se abrieron en Barcelona, los Grandes Almacenes Jorba sí que se convirtieron en todo un punto de referencia. Y fueron los que alcanzaron mayor popularidad entre los años 40 y 60 del siglo XX.
¿Quién no recuerda el gigantesco árbol de Navidad que cada año se plantaba frente al edificio? Una tradición que perduró en el tiempo, a pesar de los cambios de propietarios por los que pasaría el edificio. Tradición que se recuperó, de manera fugaz, no hace demasiado tiempo, durante aquel periodo en el Barcelona volvió a inspirar.
Y como curiosidad, que seguro muchos ya sabéis, fue el primer establecimiento comercial de todo el estado español que tuvo escaleras mecánicas. Una práctica que habían iniciado los almacenes Siegel Cooper de Nueva York en 1896, cuya historia os enlazo a continuación, por si a alguien le interesa: los Siegel Cooper.
Tal y como ocurrió en los Grandes Almacenes Jorba de Manresa, en Barcelona también se apostó por la fidelización de los clientes -especialmente femeninos-, ofreciendo cursos de cocina o de costura, organizando exposiciones de arte, así como míticos desfiles de moda, donde se presentaban las nuevas tendencias prêt-à-porter… Y que hacían que cualquier simple clienta pudiese soñar en verse asistiendo a uno de los destiles de Dior o Balenciaga (poniendo algo de imaginación).
Y llegaron los madrileños, pero siguió siendo Can Jorba para los barceloneses…
En mayo de 1963, la empresa Galerías Preciados adquirió la societat Magatzems Jorba SA, en la que había derivado Pedro Jorba e Hijos, lo que supuso que el edificio siguiese funcionando como unos Grandes Almacenes, pero bajo la batuta de un nuevo dueño y un nuevo proyecto.
El edificio se reformó siguiendo un proyecto de Francesc Bassó i Birulés, ampliándolo e incorporando nuevos espacios, como una cafetería con jardín, que seguro que más de uno recuerda.
Francesc Bassó i Birulés ganó el premi FAD de 1961 por su co-proyecto arquitectónico de la Editorial Gustavo Gili. ¿Ya has leído el artículo que le dediqué en el blog? Aquí te lo dejo, por si es de interés: «Una joya racionalista en una illa de l’Eixample».
A pesar del cambio de propietarios, el negocio siguió llevando el apellido Jorba en su nomenclatura, pasando a llamarse Jorba Preciados. Una marca que crearon específicamente para Catalunya, y que se diferenciaba del Galerías Preciados que llevaban el resto de tiendas de Grandes Almacenes que el grupo tenía en el estado español. Supieron mantener el nombre con el que siempre se le había conocido en Barcelona, cosa que fue un acierto.
Galerías Preciados fue una cadena de grandes almacenes, fundada en 1943, por el asturiano Pepín Fernández. Inspirada en los almacenes El Encanto de la Habana, en donde Fernández había trabajado tras emigrar a Cuba.
Tras la suspensión de pagos que sufrió Galerias Preciados en 1992 (ya dentro del Grupo Rumasa), el edificio de Can Jorba quedó sin uso hasta 1995, cuando la empresa del triángulo verde -“triunfadora” en la lucha por el dominio de los Grandes Almacenes- se lo quedó y lo transformó en la sucursal “temática” de su sede central de Plaça Catalunya. Una actividad que ha mantenido hasta su cierre definitivo este pasado 31 de agosto de 2024, tras tener que afrontar la venta del edificio un tiempo atrás, por falta de negocio.
Como leí en la prensa al anunciar el cierre, «Can Jorba dejará de ser un gran almacén por primera vez desde que se construyó». Y, según parece, se convertirá en un edificio de oficinas y otros usos.
Can Jorba y el final del verano
Y así es como se ha llegado al final de una historia de casi 100 años, vivida en uno de los ejes comerciales más destacados de Barcelona, y explicada a través del devenir de un edificio y un negocio.
Un edificio y un negocio -el de los Grandes Almacenes-, que nacieron como bandera del «lujo» y la innovación para la incipiente clase media y la pequeña y mediana burguesía, pero que la drástica evolución del consumo y el comercio actual ha hecho que tenga que decir «adéu-siau» a Bacelona, de manera defintiva.
Para saber más:
Arxiu fotogràfic de la Casa Jorba
Comercios emblemáticos de Barcelona
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