Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que el Priorat es la comarca catalana más sorprendente, a la vez que desconocida.
¿Y sorprendente, por qué? Pues porque puedes imaginarte recorriendo diferentes rincones del planeta sin necesidad de salir de ella. Puedes ir de visita a una pequeña Nueva York literaria. Subir a las montañas rocosas. O, incluso, tener la sensación de estar en las terrazas de cultivo del propio Machu Picchu... Solo tienes que dejar volar la imaginación, porque la escenografía te viene de serie.
¿No te lo crees? Pues acompáñanos. Después de mucho tiempo, finalmente nos hemos escapado un fin de semana hacia esas tierras de la Tarragona interior, y hemos quedado más que encantados, descubriendo todas las maravillas que esconde.
Priorat | Priorato | Prioratus
Si escuchas la palabra “priorato” -vocablo que procede del latín priorātus-, tu mente volará inmediatamente hacia la Edad Media; influenciada, quizás, por la temática de algunos de los libros de Ken Follett. Concretamente a una época de poder de la Iglesia en la que, dependientes de una abadía, nacieron unas jurisdicciones religiosas integradas por un monasterio y un conjunto de tierras, bajo la autoridad de un prior, quien se encargaba de la gestión y la administración de las rentas que se producían.
Y eso es lo que ocurrió en esta zona que vamos a visitar, donde se fundó uno de los prioratos más importantes y espectaculares (arquitectónicamente hablando) de la época, que se acabaría identificando con estas tierra, y le daría nombre a toda la comarca: el Priorat.
Un mapa en forma de huevo frito
A diferencia de lo agreste del terreno, los límites cartográficos de la comarca son relativamente suaves. De ahí que el mapa tenga una forma de elipse bastante regular. Esa silueta, comparable a la de un huevo frito, se usa para hacer un símil cuando hablando de la riqueza agrícola del lugar: los viñedos y la producción de vinos con DO.
Resulta que en la comarca se producen dos de las DO de vinos catalanes. Concretamente la DO Montsant y la DO Priorat. Y a la pregunta de cómo saber cuál es de cada lugar, una de las respuestas más divertidas y gráficas que nos dieron fue que nos imaginásemos un huevo frito. La yema era la zona en donde se producían los vinos de la DO Priorat. La clara era la zona en la que se producían los vinos de la DO Montsant… Una respuesta sencilla y muy clarificadora.
Una geografía impresionantemente sorprendente
Otra de las características que hacen al Priorat especial, es su geografía. Una geografía montañosa y muy accidentada, en la que casi no existen zonas llanas.
De hecho cualquier carretera interior tiene una forma serpenteante que ayuda a que vayas sorprendiéndote, curva tras curva, con los paisajes que van apareciendo frente a ti. Un relieve accidentado, que te atrapa nada más llegar allí.
Triangulada por les Muntanyes de Prades, la Serra del Montsant y la Serra de Llaberia, su paisaje está lleno de colinas, riscos, peñascos, mesas y vertientes inclinadas y abruptas. Un tipo de terrero que hace que la calidad de la uva y la del vino que se produce sean especialmente excepcionales.
Hacia Cornudella de Montsant
Nuestro viaje hacia el Priorat lo hicimos vía Reus, ya que por motivos laborales, la capital del Baix Camp se ha convertido en visita obligada del día a día.
Nada más acabar la jornada laboral, pusimos rumbo a Cornudella de Montsant, en donde teníamos reservado el alojamiento. El recorrido nos llevó a través de les Borges del Camp y Alforja. Unos escasos 32 km, pero que hicimos conduciendo sin prisas y disfrutando del paisaje que íbamos descubriendo. Un paisaje que nos invitó a hacer una breve parada en el pantano de Siurana, dada la belleza del entorno.
Como era la primera vez que viajábamos al Priorat, cuando preparamos la escapada, no sabíamos bien bien en dónde establecer nuestro cuartel general. Finalmente acabamos eligiendo dormir en Cornudella de Montsant porque encontramos una buena oferta, y nos pareció que el pueblo estaba ubicado en un lugar perfecto como punto de partida para las visitas que queríamos hacer.
Según nos comentaron, Cornudella de Montsant es un lugar ideal para los amantes de la escalada. Aunque en nuestro caso no teníamos pensado “escalar ninguna montaña”.
Una vez instalados, dejamos la visita a Cornudella para la noche y primeras horas de la mañana siguiente, y optamos por irnos directamente a Siurana. Tanto por su proximidad a donde nos encontrábamos, como por las horas de sol que todavía le quedaban a esa tarde junio, pensamos que acercarnos hasta ese imperdible del Priorat era una excelente manera de iniciar nuestra agenda. Con el añadido de que, para llegar hasta allí, se tenía que recorrer una escarpada carretera que nos desviaba de las rutas circulares que teníamos pensado realizar durante los siguientes dos días.
Siurana
Siempre nos habían dicho que Siurana es espectacular. De hecho, la misma publicidad turística lo define como “un pueblo de cuento, marcado por las leyendas de princesas y guerreros.”…
Personalmente, pienso que lo más espectacular del pueblo es su entorno y el lugar tan inaccesible en donde se encuentra. De hecho, se entiende que Xifrana fuese el último reducto islámico de Catalunya musulmana, dada la difícil accesibilidad al lugar, situada al borde de un cerro, con solo un acceso posible.
Impresionan los maravillosos cañones rojizos que se ven desde allí, así como los acantilados que se abren bajo tus pies, especialmente en la zona del castillo y de la iglesia.
¿Qué ver en Siurana?
Sin lugar a dudas, sus vistas panorámicas, que no tendrás que esforzarte demasiado en buscar. Dada su situación, encontrarás muchos puntos del pueblo desde los que disfrutarás de excelentes panorámicas sobre la Sierra del Montsant, la Gritella y las Montañas de Prades, así como sobre el embalse de Siurana.
Nos encantó, especialmente, la preciosa iglesia de Santa María. Un edificio excelentemente conservado en su integridad, que muestra la belleza y la sencillez de su estilo románico. Cuenta con una interesante portada, con tímpano enmarcado por tres arcos de medio punto y columnas con capiteles decorados con curiosos motivos.
Y, por supuesto, los restos del castillo árabe. Situado a la entrada del pueblo, fue un centro de control hasta la caída de la plaza, cuando pasó a manos conquistadores cristianos. Explican que tras la reconquista, lo usaron como dote de futuras reinas, y de prisión para personajes importantes de aquellos tiempos.
Relacionado con las historias y las leyendas de la zona, hay que llegar hasta el lugar conocido como el Salto de la Reina mora. Es un acantilado desde donde, según la leyenda, se despeñó voluntariamente Abdelazia, hija del valí de Siurana, ante la llegada de las tropas cristianas, ya que prefirió morir antes que caer en manos de sus enemigos. En el precipicio se puede ver la marca que dejó la herradura del caballo, cuando el animal intentó frenar para no caer…
Cornudella de Montsant
El restaurant Quatre Molins de Rafel Muria
Dicen que tu no buscas los viajes, sino que los viajes te buscan a ti. Pues en este caso, puedo certificar 100% la afirmación.
La casualidad quiso que a principios de la semana que habíamos reservado para pasar el fin de semana de visita por el Priorat, me invitaron a asistir al primer OliFest DOP Terra Alta, y uno de los show-cooking fue a cargo de Rafel Muria que tiene un restaurante estrella Michelin en Cornudella de Montsant. El Quatre Molins.
Evidentemente fue motivo suficiente para no perder tiempo y reservar. Por lo que esa misma primera noche en el Priorat, tras regresar de la visita a Siurana, nos fuimos a cenar allí.
La experiencia fue de 10, por mil y una razones. Pero lo verdaderamente maravilloso fue el gran equipo humano que nos encontramos, que con su amabilidad y su atención hiciesen todavía más interesante la experiencia gastronómica.
¿Qué ver en Cornudella de Montsant?
A parte de la experiencia culinaria, al final solo pudimos dar breve paseo por el pueblo, sin reparar en ningún lugar en concreto.
Debido a que era el lugar en donde estaba la casa rural en la que nos alojamos, el cronograma de nuestra ruta solo nos permitió estar allí en horarios nocturnos y a primera hora de la mañana, lo que hizo prácticamente imposible visitar ningún lugar del pueblo con cierto detenimiento.
Pudimos ver por fuera la Cooperativa Agrícola de estilo modernista, obra de César Martinell, y que forma parte de las consideradas “Catedrales del Vino” (que ya estaba cerrada cuando llegamos allí, tanto el viernes como el sábado).
Lo mismo nos ocurrió con la iglesia de Santa Maria. Una muestra de arquitectura religiosa renacentista catalana, único templo del Priorat con dos torres (una de ellas el campanario), que nos tuvimos que conformar con visitar externamente.
Tampoco pudimos entrar en el Museu Peris Aragonés, ya que solo abre los fines de semana por la mañana, y el horario coincidía plenamente con el del recorrido que hicimos por otros lugares de nuestra escapada por el Priorat, que ya iremos explicando en otros dos próximos artículos del blog.
En resumen, Cornudella de Montsant sigue en nuestra agenda de lugares pendientes, para recuperar en la primera ocasión que se nos presente para regresar hacia allá.
Próximos artículos sobre el Priorat:
Bajo el sol del Priorat | Ruta circular de Escala Dei a Gratallops
Bajo el sol del Priorat | Regreso a casa desde Porrera y Falset
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