Aunque parezca mentira, todo y que es uno de nuestros lugares preferidos de Barcelona, nunca antes le habíamos dedicado un post a esta maravillosa joya gótica que tenemos en la ciudad.
Bueno, no mentiremos. Sí que escribimos sobre, según manda la tradición, la visita protocolaria que los miembros del Consell de Cent (léase Ajuntament de Barcelona) realizan al monasterio con motivo de la celebración de Santa Eulàlia, patrona de la ciudad. Pero ese artículo es más una anécdota que un post que recoja nuestra propia opinión y admiración hacia el Monestir de Pedralbes.
También lo mencionamos en uno de nuestros artículos dedicados a rutas y paseos por Sarrià. Pero quizás porque el Monestir de Pedralbes pertenezca al districto de Les Corts y no al de Sarrià -como muchos creen equivocadamente-, fue motivo suficiente para aparcar la publicación de un post especifico hasta más adelante. Momento que por fin ha llegado.
Dos visitas, a falta de una, al Monestir de Pedralbes
Estas últimas semanas, la casualidad -si así queremos llamarla- nos ha llevado en dos ocasiones a desplazarnos hasta allí y poder recorrer de nuevo sus magníficas instalaciones.
La primera revisita fue decisión personal, con la finalidad de volver a recorrer de manera reposada y detallista algunos lugares que siempre nos han parecido excepcionales, y que no nos cansamos de volver a disfrutar viéndolos.
La segunda ha sido una visita mucho más especial, ya que ha estado sujeta a un guion especialmente diseñado para unos pocos privilegiados. Una revisita que nos ha permitido descubrir tesoros y rincones poco conocidos del Monestir de Pedralbes, al no estar abiertos al público.
De ahí que esta revisita la hallamos bautizado con el calificado de “VIP”.
¡Atención! «Esto no es una guía del Monestir»
No obstante, y como siempre avisamos, no esperes encontrar en este post ninguna guía del monasterio. Para eso te recomendamos que te hagas con la que ha editado Patrimonium #5, escrita por Anna Castellano-Tressera y Carme Aixalà Fàbregas, con fotografíes de Pere Vivas.
Allá sí que descubrirás un excelente manual que te ubicará en el tiempo y en el espacio. Donde aprenderás su historia y quiénes fueron las personas más importantes desde que se decidió su construcción, Y te quedará claro porqué ha sido uno de los lugares de empoderamiento femenino más destacados de Barcelona desde su fundación en la Edad Media.
Para saber más: La colección «Patrimonium» se amplía con una guía del Monestir de Pedralbes.
El Currículum de la reina Elisenda… ¡Con ella empezó todo!
Como suponemos que ya sabéis, la reina Elisenda de Montcada i de Pinós fue el alma mater de la existencia de esta joya.
Aunque Elisenda de Montcada no es el primer ejemplo de empoderamiento femenino medieval (recordemos la condesa Ermessenda de Carcassona), la reina sí que gozó de mucho poder de decisión a lo largo de sus años como soberana consorte.
Lleida, Tarragona, Barcelona y Girona
Elisenda de Montcada i de Pinós nació (se cree que en Aitona), dentro del seno de uno de los linajes más importantes de la Catalunya medieval: Los Montcada, una de las familias mas nobles y cercanas a la propia casa real.
Su boda con el rey Jaume II se celebró en Tarragona, el día de Navidad de 1322.
Aunque el lugar en que sus predecesoras establecieron “el cuartel general” fue Tortosa, Elisenda eligió instalarse en el Palau Reial Major de Barcelona, en donde residió junto a su esposo hasta enviudar. Tras la muerte del rey, y ya finalizada la construcción del Monestir de Pedralbes, mandó construir un palacio al lado, a donde se trasladó y en el que residió durante treinta y siete años hasta su fallecimiento. Momento en el que, siguiendo el deseo de la reina Elisenda, fue lamentablemente derribado.
Y como faltaba relacionar la reina con lo que hoy en día es Girona, una última curiosidad. Tras su enlace matrimonial, el rey le otorgó el dominio sobre los castillos de Torroella de Montgrí y Pals, que se habían incorporado a la Corona en 1311.
Elisenda de Montcada, junto a Maria Josepa Massanés i Dalmau, son las dos únicas mujeres cuyo retrato está en la galería de catalanes ilustres que hay en el Palau Requesens (sede de la Reial Acadèmia de Bones Lletres).
El sepulcro de la reina
Actualmente uno de los puntos de mayor interés del Monestir de Pedralbes es el sepulcro de la reina Elisenda. Tanto por los restos que guarda, como por su curioso diseño.
Se trata de una tumba con dos caras, situada entre dos contrafuertes del muro que separa el Claustro de la Iglesia. De manera que forma parte de ambos lugares.
Tres caminos para llegar hasta el Monestir de Pedralbes
Al Monestir de Pedralbes se puede llegar por diferentes caminos, con una entrada a cada cual más espectacular. De hecho en cualquiera de las tres pasarás por una especie de “Stargate” que te trasladará hasta una Barcelona medieval de adoquines, silencio y recogimiento.
Lo puedes hacer a través del carrer de Montevideo, si vienes desde Can Caralleu o desde la propia zona de Pedralbes. A través del carrer del Monestir hasta la plaza de mismo nombre, si vienes desde Sarrià. O por el acceso considerado principal, desde el carrer del Bisbe Català y la Baixada del Monestir.
Por cierto, si llegas a través del carrer Montevideo, verás que una gran piedra situada a los pies del arco de acceso obstaculiza el paso. Se trata de la punta de un menhir megalítico, enterrado bajo la construcción medieval. Se dice que los constructores optaron por dejarlo allí, con la finalidad de conservar las propiedades telúricas que se les suele atribuir a ese tipo de monumentos megalíticos.
Empieza la visita. El Claustro como primera sorpresa para los ojos
No sabemos que os suele pasar a vosotros, pero en nuestro caso cuando accedemos al claustro de un monasterio siempre tenemos esa sensación de entrar a un espacio para la meditación y el silencio.
Pues esa es la primera sensación que se tiene cuando entras del del Monestir de Pedralbes. Y, evidentemente, te das cuenta que accedes a uno de los espacios más importantes del lugar. Ya sea por la fascinación que transmite, como por sus espectaculares dimensiones.
El Claustro del Monestir de Pedralbes está considerado como uno de los claustros góticos medievales más grandes del mundo. No solo cuenta con doble galería, sino que también tiene un tercer nivel de buhardillas, añadido posteriormente. De ahí su majestuosidad.
Uno de los detalles que llama más la atención a simple vista es la armonía que desprenden las galerías porchadas con sus arquerías simétricas.
También la presencia del escudo de armas de la reina Elisenda es otro detalle habitual. Mitad con elementos del blasón de la Casa Real, mitad con elementos del blasón de los Montcada. Heráldicamente hablando: «Escudo partido dimidiado. 1º de oro, dos palos de gules. 2º de gules, cuatro roeles de oro.»
A lo largo de las galerías te irás deteniendo a observar algunas de las antiguas celdas de día, en las que residían las monjas cuando no había actividad comunitaria. Todas destacan por su sencillez, a excepción de una de ellas, considerada la joya del Monestir de Pedralbes.
Se trata, ni más ni menos, que de la capella de Sant Miquel, también llamada “la bella celda pintada”. Lo que le otorga el privilegio de tener un punto y aparte.
La Capella de Sant Miquel
La verdad es que desde la primera vez que visitamos esa capilla tras su restauración en 2015, cada vez que la hemos ido a visitar de nuevo nos ha enamorado más. Es uno de los lugares más impresionantes que el monasterio guarda entre sus muros.
La celda perteneció a Francesca Saportella (segunda abadesa y sobrina de la reina Elisenda, cuyo sarcófago está junto al de la reina), y fue quien encargó su decoración. Dicen que las monjas tenían libertad en elegir cómo decorar sus estancias privadas, y en el caso de la abadesa no solo había criterio artístico, sino posibilidades económicas. De ahí el nivel de la obra pictórica, que está considerada como el primer exponente en la Península de la pintura italiana del Trecento.
El hortus conclusus del Monestir de Pedralbes
Como suele ocurrir en el diseño “oficial” del jardín central de los claustros, el del Monestir de Pedralbes también está formado por cuatro caminos que confluyen en una fuente central.
Basándose en esa costumbre monacal medieval de tener un hortus conclusus (una manera de representar el orden de la naturaleza -representación plástica del paraíso terrenal- frente a la naturaleza silvestre indómita del exterior de los monasterios), Pedralbes también tuvo el suyo. En la actualidad se ha destinado una parte del mismo para recrear la zona dedicada al cultivo de plantas medicinales que las monjas debían cultivar para elaborar sus fórmulas medicamentosas.
Según explican en los paneles informativos, la Barcelona medieval destacó por su potente apoteca local, llegando a contar con diferentes tratados sobre el arte de una rudimentaria farmacia, como el concordie apothecaricum barchinone o el liber in examen apothecarium. De ahí que también el Monestir de Pedralbes tuviese la suya, en donde las monjas elaboraban sus fórmulas medicamentosas.
El refectorio, la cocina y el claustro de los gatos
Evidentemente en esta ala del monasterio la pieza más destacada -por función e importancia- es el refectorio, que se usaba como comedor comunitario, donde se realizaban las comidas diarias en absoluto silencio -como se puede leer en las paredes-, roto únicamente por la lectura de las sagradas escrituras que hacia una de las hermanas.
Pero como hoy estamos destacando lugares curiosos de nuestra visitra, de esa zona lo que siempre nos ha llamado más la atención es la zona de las cocinas y los lavaderos. Un lugar que le da esa pincelada tan humana a un espacio en donde prevalece la dedicación al rezo y a la contemplación.
No se conserva ningún resto de la cocina original medieval, debido a que desapareció en un incendio, pero aún así es de nuestros lugares preferidos, por ese aire vintage tan curioso que le da la cocina económica y las heladeras.
En los lavaderos -que es la primera vez que visitamos-, un poco de lo mismo. Un rincón vintage, pero muy humano. Se le conoce como el claustro de los gatos, debido a la gatera que hay en la puerta que conecta la cocina con el patio de lavaderos…. La verdad es que durante la visita no nos cruzamos con ninguno.
La sala capitular, punto de partida de la segunda revisita
Y, sin acabar todavía nuestro recorrido por el Monestir de Pedralbes, elegimos esta importante sala para enlazar el final de nuestra primera revisita, con el comienzo de la segunda, que justamente comienzamos en la Sala Capitular.
La Sala Capitular está situada junto a la puerta de entrada, y recibe ese nombre porque era el lugar en el que se reunía la Comunidad para celebrar sus “capítulos” [Entendiendo por ello, las reuniones sobre temas importantes, tanto de orden interno, como de tipo económico]. Además también tenía la función de ser el lugar en donde se recibían a las visitas más protocolarias, como las del Consell de Cent.
Una visita VIP por el fondo museístico y el back office
Y iniciamos aquí el relato de nuestra segunda revisita al Monestir de Pedralbes, que ha supuesto ser todo un lujo, especialmente cuando se trata de poder completar el recorrido habitual con el acceso a otros lugares no tan habituales, como almacenes o zonas de clausura. Lugares en donde guardan y conservan buena parte del gran patrimonio artístico y cultural del fondo museístico que, por falta de espacio, no puede ser expuesto al público de manera permanente.
La visita nos regaló la impagable imagen que ofrece el Claustro a última hora de la tarde, cuando el atardecer lo sumerge en un halo de fantástico misterio y tranquilidad extrema, percepciones que nos llevan hacia sus primeros años de existencia.
Restauración de pinturas murales
Ya en la Sala Capitular, y acompañados por una de las restauradoras, iniciamos nuestra segunda revisita al Monestir de Pedralbes sumergiéndonos en sus explicaciones sobre los trabajos que se están llevando con la finalidad de poder preservar el gran patrimonio artístico que constituye su fondo.
En el centro de la sala nos invita a dirigir la atención hacia el magnífico tapiz que preside la sala, y nos explica que ese conjunto pictórico ha sido una de las restauraciones prioritarias realizadas en 2021. Con la finalidad de frenar su deterioro, a causa de su exposición al exterior, y a otras rehabilitaciones realizadas sin los cuidados necesarios, las pinturas murales se tuvieron que trasladar a un soporte de madera con la finalidad de facilitar su conservación ya fuera de la pared y las posibles humedades.
Del mismo modo se conserva otra pintura mural con escudos heráldicos que hay en una pared lateral, mucho más antigua, de la que se da por hecho fue el marco primitivo de la escultura de la Virgen con el niño que preside la sala.
Restauración y conservación de pinturas sobre madera
Por la galería de la antigua enfermería accedemos al primer espacio cerrado al público, donde se conserva una parte de las 7000 piezas que forman parte del fondo del Monestir de Pedralbes, entre pinturas, muebles y documentos.
Allí nos sorprenden con la pintura de una Virgen de la leche, cuya restauración ha llevado a descubrir la existencia de diferentes capas de pintura superpuestas, usadas con el fin de cubrir diversas zonas de la piel de la Virgen, a modo de un vestido, con el resultado que se puede ver en la siguiente fotografía.
Durante el recorrido, nuestra anfitriona hace especial énfasis en las dificultades que supone compaginar una perfecta conservación de las piezas en un edificio protegido del siglo XIV, donde hay que tomar medidas adicionales como evitar que las estanterías estén ancladas a las paredes o al suelo. Así como que las piezas no se vean afectadas por los cambios de temperatura, dadas las condiciones cada vez más extremas del cambio climático que estamos viviendo.
Restauración y conservación de mobiliario y telas litúrgicas
Antes de acceder a las salas de almacén junto a la enfermería, nos hemos visto sorprendidos por un espectacular armario de madera con detalles de policromía que formó parte de las posesiones que la reina Elisenda de Montcada tuvo en su palacio de Pedralbes, y que personalmente nos ha parecido espectacular. Por ello, no hemos querido dejar de incluirlo en el post.
Siguiendo con el recorrido, en una de las salas de reserva que se han adecuado en el monasterio, hemos podido admirar uno de los diez cantorales medievales que se conservan, y que ha sido el último en restaurar. Un maravilloso conjunto de filigranas de escritura gótica y letras capitales, con dibujos y decoraciones, encuadernado en madera y hojas de pergamino.
Entrando en la zona de clausura, hemos accedido a una sala repleta de armarios roperos góticos, en donde nuestra anfitriona nos muestra parte de la colección de ropa litúrgica que también forma parte del fondo museístico, y que nos sorprende por su riqueza en los bordados en oro.
En esta habitación, con la finalidad de preservar al máximo la delicadeza de los muebles y los objetos, y ante la necesidad de proceder a una desinsectación de la madera, nuestra anfitriona nos explica que se ha realizado una fumigación mediante anoxia, creando una atmósfera sin oxígeno que ha permitido eliminar los insectos sin riesgo alguno para los muebles tratados.
Las restauraciones en marcha
El sepulcro de la reina Elisenda y el de otras religiosas
En la actualidad, como hemos podido ver, se está llevando a cabo la restauración de algunos sepulcros, así como la propia sepultura de la reina en el lado del Claustro, mediante la limpieza de la suciedad y la fijación de las capas de pintura.
Tal y como nos hacen notar, diferentes catas en las paredes han dejado al descubierto la policromía original de las paredes, a pesar de que actualmente predomine el color blanco, como se aprecia mejor en la zona de la iglesia, mucho más protegida de la intemperie.
Una de las ideas que se están barajando es que con motivo del 700º aniversario de la fundación del monasterio, en 2027, se pueda diseñar un mapping audiovisual que permitirá que el sepulcro volviera a lucir en todo su esplendor original.
Los tapices del ábside
Y ya a punto de finalizar nuestra segunda visita, entramos en la Iglesia a través de una de las puertas laterales que hay en la capilla donde está la sepultura de la reina. Allí, a diferencia de nuestra primera visita, podemos ver expuestos cinco falsos tapices que se acaban de restaurar y de volver a colocar en la zona del ábside.
Debido a sus grandes dimensiones y su estado de conservación se ha optado por realizarles una limpieza profunda, sin aplicar otras técnicas que pudieron dañarlos. Se han recosido los desperfectos ocasionados por el sistema de agarre a la pared, y se ha cambiado por uno de velcro, mucho menos agresivo.
Asimismo, también nos invitan a observar con detalle algunos de los sepulcros de las capillas laterales que han sido objeto de restauración, con lo que se pretende ir recuperando poco a poco el esplendor de la época fundacional, de cara a la conmemoración de esos 700 años de vida.
Por cierto, y antes de finalizar nuestra visita, un último detalle respecto al estilo de la iglesia. La rapidez en su construcción aseguró una unidad arquitectónica envidiable del estilo gótico catalán más puro.
Y hasta aquí el recorrido de nuestra segunda revisita VIP, en la que hemos podido observar, escuchar, preguntar y aprender sobre la labor más importante que se desarrollo en el back office de un museo, que no es otra cosa que las labores de conservación y mantenimiento de sus fondos.
Y fuera de programa, visitamos la pedrera de las Petras Albas
Tal y como mencionamos en nuestro post «Marina nos acompaña a pasear por Sarrià» (enlace al pie) existe una leyenda que explica cómo la reina Elisenda de Montcada optó por mandar construir el monasterio junto a la Pedrera de las Petras Albas… Pues resulta que la mítica Pedrera de las Petras Albas existe de verdad, y deja atrás el mito de esa leyenda.
Concretamente se encuentra muy cerquita de la parte alta del Monestir de Pedralbes, en la confluencia de la avinguda Mare de Déu de Lorda con el carrer Panamà.
Según se puede leer en el cartel informativo, ya aparece la palabra Petras Albas en un documento del 1026 que hace referencia a ese lugar: “In territorio barchinona, in termino de Petras Albas, ubi dicunt ecclesie Sancta Cecilie”. Por lo que es evidente que el topónimo del lugar tiene su origen en el color del material granítico de la zona. Una piedra «alba», blanca y clara.
La pedrera de las Petras Albas, el baró de Maldà y Eusebi Güell
Dicho cartel también menciona al Baró de Maldà, quien escribió sobre la pedrera en su Calaix de Sastre, a raiz de una excursión que hizo por la zona, y dejaba claro que estaba situada junto al camino que unía Esplugues con Sarrià, justamente próxima al monasterio, a la altura del Torrent de Santa Caterina, el Coll de Finestrelles y Sant Pere Màrtir.
Durante el siglo XIX hasta la segunda mitad del XX la pedrera estuvo en funcionamiento intenso, y de allí se extrajo una buena parte de las piedras que se usaron para pavimentar la ciudad y realizar diferentes construcciones públicas.
De hecho, la pedrera de las Petras Albas fue propiedad (Oh! sorpresa!) de nuestro famoso Eusebi Güell i Bacigalupí, promotor de la urbanización de esa zona de Barcelona…
Y, en fin, aquí lo dejamos, porque creemos que nos hemos extendido ya demasiado.
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