Cuando mezclamos en una coctelera, una parte de jazz y swing, dos partes de glamur, una parte de cultura underground, tres partes de secretismo y prohibición… y muchas, muchas ganas de pasarlo bien, tenemos los ingredientes perfectos para obtener el más apetitoso combinado “Locos Años Veinte”.
El pasado viernes, un reducido grupo de bloggers de Barcelona tuvimos la oportunidad de participar en una fiesta secreta que nos trasladó a la América más divertida de principios del siglo XX; la que se movía entre la prohibición y la clandestinidad debido a la implantación de la Ley Seca más mediática de la historia. El único requisito exigido para participar era tener ganas de pasárselo bien, y vivir para explicarlo… Así como cierta atracción hacia lo desconocido… Todo ello, de la mano de Cutty Sark.
Junto a Bcn Last Call, Món Barcino, y capitaneados por Barcelonasfera, (que representaban Dani Cortijo de Altres Barcelones y Jana Pérez de Roda el món i torna al Born), fuimos invitados a visitar y disfrutar de la primera recreación de un Speakeasy que se organizaba en Barcelona, imitando aquellos night-clubs clandestinos, al más puro estilo neoyorkino, en los que se vendían y se consumían bebidas alcohólicas durante la década de los «Locos Años Veinte»… Lugares que eran referencia de fiestas selectas, a la vez que underground.
Siguiendo el secretismo que establece el protocolo de este tipo de eventos, nos convocaron en un punto de encuentro, al que llegué unos minutos antes de la hora programada, sin saber en dónde se iba a celebrar la fiesta, ni ningún otro tipo de detalle. Por mucho que miré a mi alrededor, el lugar no me dio pista alguna sobre el hilo conductor del evento.
Una vez reunidos y comprobadas las confirmaciones de asistencia (¡no todos los que confirmaron acudieron!), nos dirigimos juntos al lugar del evento. En un callejón, junto a una de las arterias más famosas de Barcelona, estaba nuestro destino. En la puerta de la calle, un impresionante guardaespaldas, tanto por volumen como por aspecto, estaba al frente del control de acceso. «Password, please?» Una vez superada la primera barrera, seguimos hacia el siguiente punto de control, tras acceder al edificio sin ningún tipo de impedimento.
Por una escalera, decorada con azulejos entre modernistas y arabescos, subimos hacia los pisos superiores. Por el momento, seguíamos sin pistas de hacia dónde íbamos y que es lo que nos esperaba. Hay que reconocer que la incertidumbre aumentaba el pulso de la curiosidad.
Llegados al rellano que indicaba la invitación, donde no había ningún cartel que nos hiciese sospechar lo que nos íbamos a encontrar en el interior, llamamos a la puerta. Una corta espera y nos abrieron la puerta…
Una vez dentro, y tras cruzar el hall, lo primero que vimos fueron diferentes sillones de barbero, muchos espejos… y una peluquera que estaba cortando tranquilamente el pelo a un cliente. ¡De fiesta, nada de nada!
A partir de ese momento, nuestros interrogantes se incrementaron… Pero, repentinamente, uno de los espejos que cubrían las paredes se abrió a modo de puerta, y apareció un alegre doorman, que nos dió la bienvenida y nos invitó a pasar:
«Good evening guys, you are welcome!»
Y a través de esa enorme puerta de espejo retrocedimos un siglo atrás, y nos sumergimos en una excelente puesta en escena de un almacén secreto, escondido tras la clásica barbería de cualquier barrio céntrico de una gran ciudad de Estados Unidos.
Nada más entrar nos rodeó el ambiente de un night-club clandestino de los años 20. Cómodos sofás estilo vintage, mesas de apoyo, iluminación indirecta de baja intensidad, galerías de fotos retro, camareras burlesque, barmans solícitos a servirte una copa más, y una impresionante ventana abierta a las luces de neón de la ciudad de Nueva York, teniendo como testigos la Estatua de la Libertad y el Empire State Building. Y todo ello, amenizado con una alegre banda de música que alternaba solos con piezas de swing y de jazz… Todo ello bajo la constante amenaza de la inesperada llegada de la bofia en búsqueda de licor clandestino para incautar…
Tras cumplir con el requisito de adornarnos con un collar de perlas y una diadema art-decó. que nos dieron a las chicas, o un bombín que entregaban a los caballeros, empezamos a disfrutar de la fiesta. Lo primero que nos ofrecieron fue un coctel, evidentemente sorpresa, servido en una taza de café para despistar a los posibles polis que pudiesen andar merodeando por el local.
Tal y como ocurría en los locales clandestinos durante la época de la Prohibición, lo más relevante del evento era el consumo de bebidas alcohólicas, amenizado con música y baile. En nuestra fiesta secreta, el Cutty Sark fue la bebida estrella de la velada. ¡Qué mejor elección para ambientar la recreación de la época de la Ley Seca, que la marca que tuvo el honor de ser líder en su distribución secreta en el mercado estadounidense, y que creó una reputación tan sólida que ha llegado hasta nuestros días! Un whisky especial para combinar, con el que se lograban los mejores cócteles de la época… Eso sí, siempre servidos en taza de café, tal y como pudimos experimentar a lo largo de toda la velada.
Cuando optamos por abandonar momentáneamente el local para salir a tomar el fresco, vimos que nuestra peluquera continuaba trabajando impertérrita, a pesar de la gran fiesta que se estaba celebrando justo en el local de al lado…
A nuestro regreso, comprobamos que los invitados seguían llegando, y el Speakeasy bullía de animación. Las camareras volaban sirviendo cócteles, bandejas arriba y abajo. La banda de música continuaba interpretando piezas ligeras, que animaban a bailar.
Avanzada ya la fiesta, también hubo un momento para la gastronomía. Y qué mejor degustación made in USA que unos canapés de peanut butter, unas mini hamburguesas con kétchup y unos mini hot dogs con mostaza. Puede que no sean vuestros preferidos, pero como mínimo reconoceréis que son los más indicados para crear ambiente. Y mientras tanto, la música seguía sonando…
En resumen fue una fiesta secreta, sorprendente, innovadora y original, que gracias a la apuesta de Cutty Sark, nos ha dado la oportunidad de vivir la experiencia de los que fueron los populares y clandestinos Speakeasy que triunfaron en la América de los veinte, y que además hemos podido hacerlo en muy buena compañía.
Como rezaba el slogan de la nota de prensa que enviaron los promotores del evento anunciando el Secret Club 2013:
“Vas a cortarte el pelo, y terminas bailando swing con una taza de whisky en la mano”.